Saturday







EBDSV

Ahora me encuentro tan enredado en las tempestuosas aguas de la ontología de lo irracional que estoy dispuesto a considerar que el bicho del huerto fuese una especie de araña desconocida, una alimaña demasiado escurridiza como para que los biólogos consigan catalogarla, como el Monstruo del Lago Ness, el Yeti o el Conejo Asesino que en cierta ocasión atacó a Jimmy Carter. No se precipiten a interpretarme: sólo he dicho que estaba dispuesto a considerar la posibilidad. No he dicho nunca que creyera en ello.
RAW, Cosmic Trigger 2.

Friday

A [i]






        
8.7.05
That old lysergic research

La experiencia de la apertura del ser, la experiencia del afuera: es una instancia de la existencia, una instancia del éxtasis. Hay muchas formas de culminarse en esa instancia reveladora: su traslape y su movilización significativa pueden ser provocadas por agentes neuronales externos, por catalizadores neuro-químicos, por inducciones cuya síntesis surge de su práctica presurosa. Dicho traslape y dicha movilización resultan capaces de potencializar a ese cuerpo deseoso de apertura. Pero ha surgido una discusión en disputa continua, ha surgido un decaimiento de su constancia. Se ha dado un research molecular que ha intentado descubrirse de sus gravedades, que ha demarcado el efecto de sus diferencias. Por encima de todas las prescripciones posibles, por encima de la estupidez y de su teatro petrificado, la droga permanece en la historia y sobrevive al discurso normalizante de una moralidad sobria y gris. La droga emerge acaso como la posibilidad de un pensamiento autónomo, de un pensamiento cuya política reclamará los derechos experimentales de lo corpóreo. Por ello, es menester dar cuenta de la disputa: es preciso discernir los pormenores y los sabores de esa potencia que proclama el cuerpo en su propia organicidad. En el umbral mordaz de su imaginada socialización ¿será posible que la consistencia de esta experiencia sea una constante en el devenir de la historia? Una trifulca de Voces ácidas se dispara mientras surca ese horizonte experimental, en la propia dureza inquebrantable de la experiencia, y mientras vela por la bonanza existencial de sus matices…:

Voces ácidas: Theatrum Philosophicum

    “Con facilidad vemos como el LSD invierte las relaciones del mal humor, la estupidez y el pensamiento: todavía no ha puesto fuera de circulación la soberanía de las categorías cuando ya arranca el fondo a su indiferencia y reduce a nada la triste mímica de la estupidez; y a toda esta masa unívoca y acategórica, la presenta no sólo como abigarrada, móvil, asimétrica, descentrada, espiraloide, resonante, sino que la hace hormiguear a cada instante con acontecimientos-fantasmas, deslizando sobre esta superficie puntual e inmensamente vibratoria, el pensamiento: libre de su crisálida catatónica, contempla desde siempre la indefinida equivalencia convertida en acontecimiento agudo y repetición suntuosamente engalanada. El opio induce a otros efectos: gracias a él, el pensamiento recoge en su extremo la única diferencia, rechazando el fondo a lo más lejano, y suprimiendo en la inmovilidad la tarea de contemplar y apelar a la estupidez; el opio asegura una inmovilidad sin peso, un estupor de mariposa fuera de la rigidez catatonica; y muy lejos por debajo de esta rigidez, despliega el fondo, un fondo que ya no absorbe estúpidamente todas las diferencias, sino que las deja surgir y centellear como otros tantos acontecimientos ínfimos, distanciados, sonrientes y eternos. La droga –si al menos pudiésemos emplear razonablemente esta palabra en singular- no concierne en modo alguno a lo verdadero y lo falso; sólo a los cartománticos abre un mundo -más verdadero que lo real-. De hecho desplaza, uno en relación al otro, al pensamiento y a la estupidez, levanta la vieja necesidad del teatro de lo inmóvil. Pero tal vez, si el pensamiento tiene que mirar de frente a la estupidez, la droga que moviliza a esta última, la colorea, la agita, la surca, la disipa, la puebla de diferencias y sustituye el raro relámpago por la fosforescencia continua, tal vez la droga sólo dé lugar a un cuasi-pensamiento. Tal vez.”

    Michel Foucault,
    Theatrum Philosophicum,
    Editorial Anagrama, 1999,
    Págs 39-41.

(Referencia extraída para Nairda´s blog-lab ©®™)

Etiquetas: Filum, Foucault, LSD

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6 Intraversiones:
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Intraversión at 5/06/2007 04:12:00 AM by Anonymous Noema*
¿y la fantasía dónde la ubicas? Si mediante la droga es posible rebasar la percepción de las cosas del mundo, yo pienso que puede entenderse también como un vehículo para que la fantasía se dé, es decir que el hombre pone en existencia aquello que ve o cree ver, y entonces infiere que algo se desbordó cuando fue él quien lo produjo.
Intraversión at 5/06/2007 04:25:00 PM by Anonymous Noema*
Además, para la fantasía pueden bastar las palabras..
Intraversión at 5/07/2007 12:28:00 AM by Blogger Naxos
Noema*

La fantasía es un elemento de la facultad de la imaginación: no sé bien qué relación puedas verle con todo esto -en realidad no alcanzo a vislumbrar que es lo que motiva que preguntes por ella o el porqué podría venir al caso- , pero quizá si desarrollas el punto, pueda ser interesante o abrir una nueva vertiente...

saludos
Intraversión at 5/07/2007 01:32:00 AM by Anonymous Noema*
No lo sé, Naxos, pero creo que en un estado de alteración es posible ver más de lo que hay, como cuando uno imagina, es decir genera o fabula una realidad. Yo puedo imaginarte ahora, Naxos, quizá porque leo tus palabras, o sólo por un acto de voluntad. Si estuviera bajo los efectos de una droga tendría una vivencia igual o con una intensidad que no conozco, pero tal vez el resultado sería similar: de cualquier modo no eres tú.
Está claro que se me ocurrió, sólo eso.
Intraversión at 5/07/2007 02:09:00 AM by Blogger Naxos
Noema*

OK. me parece válido y bueno que vengan diversas cosas a colación, como si algo las arrastrara hasta acá. Quizá podemos dejar que esa cuestión se sedimente para ver si luego se aclara o se acomoda por sí sola. Normalmente son líneas de fuga, detonantes de sentido, que en lo personal dan un panorama de posibles que muchas veces no hay que desatender. Lo que puedo decir es que la imaginación es una facultad, nada de lo que pase por ella está fuera de la realidad: lo mismo pasa con la fantasía y con el delirio. Hay que tener mucho de esa facultad para entender a la realidad en su propio despliegue: la imaginación, la fantasía, y el delirio son distintas expresiones de lo incontenible del deseo: éste siempre chorrea, se desparrama por los costados: no se puede enmarcar, triangular, o patologizar sin que algo se escape, sin que se desborde por todos lados. Lo social codifica al deseo pero éste siempre hallará líneas de fuga por las cuales se escapa y se retroalimenta...

saludos!!!
Intraversión at 9/21/2007 04:59:00 PM by Blogger Naxos
[A continuación incluyo los comentarios importados directamente del post original de Filum]:

12 Unfolded Experiences:

Akasha D discurre:

Densidad entrelineada se encuentra en los postulados de Foucault, debido a lo que he leído (y recordado) hoy, me temo que regresaré a desempolvar el rincón filosófico que se hallaba estancado en l}el falogocentrismo de Derridá, hace muchos ayeres, demasiados, diría yo.

Siendo mi costumbre el agradecer a quien enciende ese interruptor llamado pensamiento clásico... Grazie mille, Adriano ¡

La droga... sin haber probado el hachís, o el mencionado LSD, pastillas, coca, etcétera; sí confieso hacer de la música una droga, del enamoramiento, de la “cacería” (en ámbitos diversos menos en el más positivo)... cada una de mis adicciones lleva a un estado diferente, claro que se mezcla en la creencia del éxtasis, el pensamiento y la estupidez, esa última cuando hacemos desaparecer la razón ante el posible placer a los sentidos, ante cierta evasión de la realidad para sumergirse en sub-mundos bizarros que quizás bien enfocados, sus hilos puedan servir a la creación artística.

Muy amable tu extenso comentario en mi blog, me ha encantado tu manera de deshilvanar las letras vivas.

Veo con agrado que nos hemos linkeado silenciosamente, perfecto, así alguna marca quedará en la piel de cada bitácora.

Un sombrío abrazo.
7/23/2005 07:05:00 PM
Hamletmaschine discurre:

Hola

Pues aquí por fin poniendome al día con tu blog, y bueno te comento que ya estoy en pleno estudio del texto de Foucault sobre Roussel, igual podemos organizar algun chat en el messenger para intercambiar opiniones...

Gracias por tu apoyo a Lumbrera y pues aquí seguimos, en pleno vértigo de la transformación permanente...
7/23/2005 07:09:00 PM
Noemi discurre:

Yo, con constantes meditaciones budistas tibetanas, accedo a otros estados de conciencia, sin meterme drogas. Pero no niego que es una opción interesante para la expansión del pensamiento.
7/23/2005 07:10:00 PM
Azul discurre:

Yo por desgracia o por fortuna,segúncomo cada cual lo mire, no tengo cuerpo para muchos "vicios", pero mi utópía muy personal me permite abrir mi mente a muchas cosas.

Yo sigo aprendiendo y porque no decirlo, abriendo mi mente más gracias a tus ensayos que se me antojan...estupendos.

Un biko y buena semana!!
7/23/2005 07:11:00 PM
Viviendo para morir discurre:

Hola Adriano,

Primera vez que paso por esta bitácora, me ha gustado mucho los temas que abarcas además de esto, podría decir que tienes un buen gusto en cuanto a literatura. Estaré visitando de vuelta por estos lados. (Sobre el comentario que dejaste: seria muy interesante ver su opinión sobre el consumo.)
Esta muy bueno el tema, bien descrito desde un punto muy neutral. (Aunque me aya tocado sacar el diccionario) en fin...

Saludos…
7/23/2005 07:12:00 PM
Joy G. Baqueiro discurre:

Adriano;

La verdad me encantó lo que escribiste. Demasiado profundo, una perspectiva real y cierta en nuestro mundo. Es como despertar las células dormidas en la mente del ser humano. ¡Felicidades!! te mando un beso.
7/23/2005 07:13:00 PM
Jorge discurre:

"Buddha? A notorious Metabolic junky... Makes his own you dig. In India, where they got no sense of time, The Man is often a month late...all them junkies sitting around in the lotus posture spitting on the ground and waiting on The Man...So Buddha says: 'I don't hafta take this sound. I'll by God metabolize my own junk'". Naked Lunch, William Burroughs, Grove Press,2001.

Una de las cosas que me han llamdo más la atención de tu laboratorio de la experiencia es la defensa(corrígeme si me equivoco) de la experimentación con drogas en aras de una armonía molecular basada en la percepción de las multiplicidades que atravisan al deseo.De éste modo y a lo Montaigne, trataré de hablar desde mi experiencia que por cierto, es muy limitda.

Decía Deleuze que la linea de fuga del drogadicto se ahoga y se convierte en linea de muerte cuando no hay la prudencia necesaria. No obstante, no estoy seguro que las esferas de la experiencia a las que uno puede acceder con el uso de drogas nos sean permitidas sin el uso de algúnas sustancia específica, como lo puede llegar a ser el LSD.La enciclopedia británica dice que "in the late 1980's researchers discovered a receptor for THC and THC - related chemicals in the brain of certain mammals, including humans. This finding indicated that the brain naturally produces a THC- like substance that may perform the same functions that THC does". Mi ignorancia de la química de las drogas alucinojenas me lleva a preguntarme si acaso no ocurrirá algo similar con el LSD. De serlo así, habría que replantear los riesgos del consumo de cualquier tipo de droga.
El problema de la droga es, según Deleuze, que si bien es cierto que es una forma de acceder a la zona cero del cuerpo sin organos, es una forma que siempre dependerá del proveedor, del bueno, del dealer, es decir, un agente externo que se apropia de mi maquina deseante. En este sentido, el problema de la droga no yace en sí misma si no en el agenciamineto del que es objeto para ser convertida en un artículo de consumo de lujo.
Por otro lado, aún y si pudiesemos metabolizarnos nuestra propia dosis, el problema prevalece, ¿qué es prudencia?Oh dios, un problema que me llega: entre al abstencionismo puritano y el rebose despreocupado.Me da hueva andar drogado todo el tiempo, pero de igual manera me da hueva quedarme en éste organismo compactado y medio inútil.
7/23/2005 07:13:00 PM
Magda discurre:

Adriano, leyéndote y leyendo a Cosmodelia, veo que son admiradores de Deleuze, sea directamente o a través de quienes lo recorren, como ahora Foucault.

En lo personal jamás me he adentrado en Deleuze como ustedes, pero en este texto destaco algo que me llamó mucho la atención: la diferencia entre apariencia y ser o llamémosle esencia.

La apertura del ser me gusta desde Heidegger, ese llegar al silencio de la palabra.

Muchos saludos
(Mi anterior comentario se borró, o quizá no salió bien, luego fallan estas cosas).
7/23/2005 07:14:00 PM
Cosmodelia discurre:

Gracias a los 'hippies' llegaron los PC

La influencia de los 'hippies' fue básica para la creación de Internet y del mundo de las computadoras

EL PAÍS - 07-07-2005

POR CULPA DE los espectaculares avatares de la burbuja tendemos a asociar el nacimiento de la computadora personal y de Internet con algunos capitanes de industria y sus historias de dinero. Los izquierdosos tecnófobos recuerdan, con razón, el papel del Pentágono. Y con esto tendemos a olvidarnos de que los hippies pacifistas y consumidores de LSD ejercieron un papel central que nos interesa hoy en la medida en que nos permite entender algunas de las tensiones claves alrededor de la propiedad intelectual, por ejemplo.

Un libro recién publicado bajo el título What the Dormouse Said (editorial Viking), explica cómo todo ocurrió durante los años sesenta en un círculo de ocho kilómetros de radio alrededor de Kepler Bookstore, una librería cercana a la Universidad de Stanford y a dos instituciones de donde salieron los conceptos y experimentos más importantes: Stanford Research Institute (SRI) y Palo Alto Research Center (PARC) de Xerox.

John Markoff, el autor, cubre las tecnologías de la información para el New York Times. Es el joven decano de todos los periodistas que siguen lo que pasa en Silicon Valley. Habla en su libro de los contratos con el Pentágono y de los hombres de negocios, por supuesto, pero ilustra principalmente y de manera convincente un artículo publicado en 1995 por la revista Time según el cual, "todo se lo debemos a los hippies".

Cuenta de manera muy amena los grandes y pequeños momentos de la creación de la computadora personal, desde el primer experimento con LSD de Stewart Brand (autor del artículo de Time) hasta una histórica conferencia del 9 de diciembre de 1968 en el Brooks Hall de San Francisco considerada la primera demo de informática personal. Ese día, Doug Engelbaert, el inventor del ratón, mostró cómo su On Line System permitía editar textos sobre una pantalla -una revolución en los tiempos de las tarjetas perforadas- poner hipervínculos entre dos documentos y mezclar texto, gráficas y hasta vídeo. También evocó ARPAnet, la red experimental de computadoras de la cual surgió Internet. Todos los aspectos importantes del mundo informático de hoy fueron expuestos durante esa presentación que Markoff y muchos otros consideran "la demostración informática más notable de todos los tiempos".

Notable también era el hecho de que Engelbaert y su equipo representaban uno de los polos de una confrontación casi ideológica que los oponían al Stanford Artificial Intelligence Laboratory (SAIL). Según Markoff: "Un grupo buscaba aumentar la mente humana, mientras el otro trataba de sustituirla."

La idea del libro partió de una cena con Engelbaert que fascinó a Markoff, porque las historias evocadas "no se referían a la tecnología sino a las vidas de los investigadores, sus relaciones personales, las drogas que tomaban, los placeres sexuales a los cuales se entregaban, el rock and roll que escuchaban y las protestas políticas en las que participaban".

La experimentación con el LSD no tenía otro objetivo, para quienes lo hacían, que el de aumentar, de otra manera, la mente humana. Por esto, muchos individuos -el más famoso sigue siendo Steve Jobs, fundador de Apple- participaron en ambas aventuras.

Este libro nos permite entender las redes de la contracultura y los vínculos que van de Engelbaert y Brand a, por ejemplo, Alan Kay, creador de Alto, el primer PC; Ted Nelson, padrino del hipertexto, y Fred Moore, pacifista convencido que lanzó los movimientos de protesta contra la guerra de Vietnam en la Universidad de Berkeley. Moore fundó el Homebrew Computer Club con la misión de compartir la información empezando por los programas informáticos. Bill Gates les mandó en 1975 una carta (ahora famosa) en la que los acusa de ser "ladrones" por haber compartido una versión de BASIC, el programa que había escrito con Paul Allen.

Sabemos hoy de la guerra de Microsoft, las discográficas y Hollywood contra Linux y los partidarios del software libre. Resulta fascinante descubrir cómo nació hace 30 años en un ambiente muy alejado de las obsesiones empresariales de hoy.

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Bill Gates mandó en 1975 una carta en la que les acusaba de ser "ladrones" por haber compartido una versión de BASIC, el programa escrito con Paul Allen.

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Todo ocurrió durante los años 60 en un círculo de 8 kilómetros de radio alrededor de una librería cercana al Stanford Research Institute y a Palo Alto Research Cente.
7/29/2005 03:43:00 PM
Naxos discurre:

Akasha:

Gracias por tus palabras y por comentar mi blog. Coincido contigo sobre lo que dices del enfoque de Derrida, personalmente pienso que no se compara con el de Foucault. También coincido en que la droga puede ser lago distinto a lo que comúnmente se conoce como tal. En efecto, la música, el amor, la pasión de los encuentros fugaces. Lo que se le llaman adicciones a veces son mucho más enriquecedoras de lo que uno se imagina: la cuestión es el tipo de vínculo que con ellas se entabla. Sin duda la creación artística tiene que ver mucho con cierto embotamiento de los sentidos, con ciertos éxtasis de esos submundos a los que te refieres. La cuestión no es crear por la droga, pero la experiencia de estimular los sentidos enriquece el qué hacer sensible….

Es un honor tenerte en mi blog-esquizia… las marcas están dadas.
Recibo tu sombrío abrazo con fulgor…
Saludos y nos estaremos visitando



Cosmodelia:

Siempre tan atinada y puntual, siempre con una incrustación brillante. Gracias por enriquecer esta experiencia. Esa info es muy buena en los hechos, aunque la forma de exponerlos deja algo que desear. Es verdad que en esa década se dio mucha experimentación psicodélica, la cual pasó muy inadvertida y se ocluyó con el hippismo. La cosa no es darle una atribución a los hippies, porque se trataba más de un momento histórico y de una generación que supo abrirse a caminos insospechados. Considero que era más el estado del conocimiento y de los saberes de entonces lo que dio origen a lo que hoy conocemos de este mundo de la informática.

Ciertamente la informática es una revolución de la mente, pero las drogas fueron simples catalizadores de esas búsquedas. En palo Alto se investigó de todo. Personalmente me he interesado mucho por la anti-psiquiatría de Laing, de Cooper, pero también del research comunicacional de Gregory Bateson. Esta es la revolución molecular que tanto me interesa. Creo que de los mencionados en el artículo, el único verdaderamente revolucionario fue Steve Jobs. Mi post alude más bien a todo ese research de elite que trajo el descubrimiento del ácido. Fueron casi dos décadas de experimentación intensa en los ámbitos de la investigación académica (1943-1961). Si lo checas incrusté dos fotos de Albert Hoffman emulando que hay un antes y un después de lo mismo. Algún día escribiré de ese research tan revolucionario.

Pienso que figuras como Timothy Leary se encargaron de desvirtuarlo y de llevarlo a un plano existencial cuasi-esotérico. Pero está revolución es una revolución transformadora y directamente política, no tiene nada que ver con un estado espiritual en el sentido esotérico. Gracias a Leary nosotros heredamos una intensidad rastrera que se detona más por la sugestión histórica de lo que es “un viaje” que por el vislumbrar singular de nuestras condiciones de existencia. Esta revolución lo es tal porque la droga puede procurar directamente tomas de consistencia: ese deslumbramiento es revelador, pero no en el sentido espiritual. Personas como Jobs lo sabían.

En fin, esta revolución es una liberación molecular del deseo…

Por cierto, no he podido estar mucho por acá porque he estado medio movido y me surgieron también algunas actividades, pero me enteré de tus recientes posts en tu blog. Con un poco de suerte, tendré el tiempo para comentarlos con calma.

Por lo pronto te mando un guiño y nos estamos leyendo…



Hamletmaschine:

Te agradezco tus palabras y también que me visites "poniéndote al día". Estaría bueno poder conversar respecto a lo de Roussel, aunque el texto de Foucault me parace aún muy oscuro y medio experimental de su parte. Pero podemos ver qué onda. Por lo pronto he estado con poco tiempo para colgarme a estos lares, pero en una de esas...

Bueno, te mando un saludo y reitero mis felicitaciones por Lumbrera...


Azul

Gracias por tu visita. Me llama la atención que digas que no tienes cuerpo para muchos vicios. Y no por esto último, sino por lo de no tener cuerpo. Ya de entrada tener una utopía personal te hace tener uno, y esa apertura de la que hablas no excluye algún circuito que retroalimente alguna acción que te llene y que llene a ese cuerpo tuyo. En ese sentido, dependiendo del deseo y dependiendo de cierto programa de acciones (es decir, de ciertos hábitos de vida) es posible el vínculo vicioso. Puede ser una simple cantinela, una simple tonada o mirada reiterativa que se cruza, lo que hace a ese vínculo. Puede ser la expectativa o la vulnerabilidad también. Quizá sea en ti un sentimiento lo que te constituye en alguien amable o adorable. La cosa es mantenerlo en su virtud.

Te mando un abrazo.



Viviendo:

Gracias por entrar aquí, te doy la bienvenida. Te agradezco tus palabras y agradezco tu lectura. Espero estemos en contacto y nos sigamos la pista…

Por lo pronto un saludo y nos estamos leyendo…



Joy:

Gracias por tu visita sorpresiva y agradable. Gracias por adentrarte en esta experiencia, eres bienvenida cuando quieras. Por acá estaremos, despertando…

Saludos y ¡¡anímate a hacer tu blog!!



Jorge:

Gracias por la cita contrarréplica de WB. Como sea, hay que metabolizar. Gracias por hablar de tu experiencia. Gracias por ponerla de relieve en este espacio. Concuerdo en tus percepciones. La droga no es la única vía, por ello Deleuze inventa la línea de fuga. Hasta donde sé, la estructura molecular del LSD, de la psilocibina, y de la mezcalina, difiere por muy poco de la estructura de la serotonina y de la dopamina que produce el cerebro. Estas drogas serían así como unos cerebritos líquidos que de hecho existen para ser ingeridos: en ese sentido las drogas son agentes externos. El LSD es lo más potente, es una síntesis molecular (una dosis de mililitros de LSD es más potente que una de mezcalina o de psilocibina). Los estadios que induce el LSD son por demás intensos: alteran la radiación del organismo y lo desestratifican. Lo de Deleuze va más por lo que puede inducir la potencia de la droga a este respecto. Una desestratificación salvaje –como él dice- puede ocluir la intensidad del cuerpo: ese cuerpo se convierte en un hoyo negro que libera deseo o que pierde su propia energía. Pero esta ionización del cuerpo inducido, al ser exabrupta, hace del cuerpo un jarro lleno de agujeros que es incontenible: es el cuerpo vacío, un CSO vacío. Este CSOV sólo llenará su CSO con las ondas frigoríficas de la droga, justamente como WB: es el cuerpo junkie, el cuerpo del Gran Frío. La desestratificación salvaje significa hacer dinamita de la existencia, es hacerla volar en pedazos: es romper el huevo de intensidades concéntricas. Deleuze dice que por eso hay que templar el plano de organización: el plano de subjetivación y el de significación no causan mayor daño, sólo causan simples cambios de ideas o de posturas: devenires microfascistas. La desestratificación viene cuando se toca el plano de organización, es decir, el plano que organiza el deseo o la energía de los órganos internos al cuerpo. Este plano es un plano de consistencia que va de los órganos internos a las instituciones históricas, subyace al plano de inmanencia (el plano vital). Por ello Guattari dice que la desestratificación templada no implica una toma de conciencia, sino una toma de consistencia: se toca el plano de inmanencia y hay una fulguración del ser. La desetratificación templada es una desterritorialización de nuestro ser. Conforme se desterritorializa el ser deviene: uno hasta puede pasar desapercibido, devenir imperceptible, plegarse en el plano. La desestrafiticación salvaje es una oclusión en vida: hace del ser un muerto viviente que requiere de la luz del otro (o de la droga) para ser. Es un foco fundido. Uno puede hacerse un cuerpo sin órganos con la droga, mientras la intensidad del cuerpo lo permita, mientras encuentre por dónde hacer surcar sus ondas: los junkies (y me refiero a los adictos a la heroína o a cualquier otra sustancia que entable un vínculo total con el cuerpo: los psicodélicos producen vínculos parciales y nunca totales) mueren por sobredosis cuando la dosis que solían injerir no alcanza sus grados de intensidad, por lo que están tentados a subirla, dado su vínculo. Es la droga y la inercia activa del cuerpo deseante lo que los lleva hasta ahí: es como si su vehículo los llevara a donde el cuerpo encuentra su fin, hasta vaciarse. Es una búsqueda por la continuidad que el cuerpo no tiene, una búsqueda de muerte. Deleuze y Guattari le dicen una línea de abolición. El peligro es hacer de la línea de fuga creativa (siempre es creativa en tanto tal) una línea de abolición: un suicidio o una muerte fría. No es una cuestión de prudencia en el sentido moral, sino en el sentido vitalista del término: prudencia creativa para no ser cegado por la aproximación al plano…

En fin, es todo un asunto…

Saludos



Magda:

Si bien es cierto que admiro a Deleuze, no son su hincha. Soy un estudioso de su obra porque pongo en relación mi experiencia y mi saber empírico con su enfoque. Pero mi saber no es sólo empírico, simplemente con Deleuze traduzco algunas cosas de ese saber a un lenguaje más manejable (en el sentido de un lenguaje de herramientas conceptuales). Lo mío implicó una búsqueda: llegué a él porque ha sido él el más generoso de todos los pensadores que he leído. Él y Spinoza. He leído ya todos sus libros y siento entender mucho de lo que él dice. Pero nunca basta y eso me gusta. Para adentrarse a la obra de Deleuze, es menester efectuar rupturas existenciales que muy pocos están dispuestos a hacer. ¿Estarías tú dispuesta a hacerlas? Te lo digo, sin ganas de ofender, ni de llevar a un tú a tú la cuestión, porque para adentrarse a Deleuze no sirve verlo como a través de una vitrina que sobrevuela las cosas y que hace de ellas temas a degustar (acá está esa otra cuestión que mencionaba respecto a hacer de la lectura una necesidad y no sólo un efecto de placer). No. Adentrase en este tipo de enfoques muchas veces exige poner un poco de tu vida. Y ello no excluye el ser crítico, ni el ser humilde. Se necesita ser vitalista. Una vez que se hacen estas rupturas, la obra deleuziana fluye mejor porque para eso fue hecha, y porque se le lee a través de un acontecimiento o de una herida existencial (una herida que se recubre). Quizá sea una forma renovaba de estoicismo. En fin, Deleuze es una gigantesca recusación a Heidegger, quién ciertamente supo ver que el existir fuera o en exis-tencia (éxtasis) es una necesidad vital del ser arrojado (dan-sein). Pero Heidegger es un pensador que potencializa la impotencia, de su generosidad sólo se obtuvo un laberinto de alemanidades. De la apertura del ser y de la exis-tencia, Heiddeger optó por meterlas de nuevo en su buró institucional: las nociones de lo óntico y de lo ontológico implican una ontológica política (hay un libro de Bourdieu al respecto): implican una re-ubicación histórica de la filosofía y de su oficio academicista. Pero Deleuze y Foucault son otra cosa: a pesar de que éste último siempre admiró a Heidegger (pero sin ser su fan). También se sabe que, a pesar de que Deleuze prácticamente ni lo mencione en sus obras, su libro de Nietzsche fue una contrarespuesta oportuna contra el libro que Heidegger le hiciera a ese filósofo. Tanto Heidegger como Deleuze (o Foucault) adoptaron sus posturas históricamente marcadas, es decir, el discurso de sus diferencias se determina en la esfera histórico-filosófica, en esa disputa de época tradicionalmente dada entre el pensamiento alemán y el francés.

En fin, me encanta el asunto, y me encantan tus acercamientos conectivos, a pesar de las distintas miradas qu tenemos...

Saludos y gracias por estar por acá…
7/29/2005 03:46:00 PM
Magda discurre:

Adriano, es cierto, tenemos distintas miradas, pero a la vez pensamos muy semejante en cuanto a lo siguiente: considero totalmente lógico que si estudias a D sea porque pones en relación tu experiencia y tu saber empírico con su enfoque, eso sucede cuando nos adentramos a estudiar a un pensador o un escritor que admiramos, nos gusta o nos interesa; al menos asi también me pasa a mi. Para ti él es el pensador más generoso que es hallado, y esto es maravilloso. Y sí, por supuesto que nunca basta, esto es fascinante.

Asimismo, no tendrias por que ofenderme, absolutamente para nada, al decirme que si estoy dispuesta a hacer "rupturas existenciales", la verdad no se si estaría dispuesta o no, o si me interesa hacerlas o no, pero puedo percibir lo que significa. Creeme que jamás llevaría contigo, ni con nadie, en un blog, un "tú a tú" esta cues´tión ni ninguna otra, no es de mi interés, mi interés está siempre en aprender de los demás y si se puede, aportar algo alguna vez, nada más. Cuando la situación se prestara a un "tú a tú", no la seguiría, nunca.

Me gusta mucho esto que comentas: "para adentrarse a Deleuze no sirve verlo como a través de una vitrina que sobrevuela las cosas y que hace de ellas temas a degustar (acá está esa otra cuestión que mencionaba respecto a hacer de la lectura una necesidad y no sólo un efecto de placer)", creo que para adentrase con cualquier pensador que interesa especialmente, no solamente sucede con D.

Te agradezco especialmente que me comentes que D es una recusación a Heidegger, ya estuvo que sería dificil que llegara a gustarme tanto como a ti. A mi me fascina Heidegger, sobre todo sus trabajos sobre el lenguaje. Y, también te comento, soy semiótica, quizá ello te ayude a comprender más mis intereses por la filosofía del lenguaje y, otro interés muy especial es la Fenomenología, especialmente Merleau-Ponty, a quien admirto como tu a Deleuze. Asimismo, trabajo el erotismo en la literatura y para ello me voy por caminos diferentes que el tuyo, además del análisis teórico literario, para una lectura completa me gustan Sade, Bataille, Klossowsky, y ello porque a quien admiro por sobre muchas cosas es a Juan García Ponced, de quien tengo un Sitio cuya referencia está en mi blog por si algun dia gustas conocerlo. Es un escritor que también es pensador.

Muchas gracias por tanta información tan interesante.
7/29/2005 03:48:00 PM
Naxos discurre:

Magda:

Te agradezco la puntualización y tus comentarios. Siempre es bueno saber que se coincide en la apertura y saber que algo de ella se ejerce en cierta medida.

Merleau-Ponti es delicioso, sobre todo su trabajo sobre la percepción y sobre la pintura. También he podio leer a Bataille, al menos el trabajo antropológico que realizó sobre el erotismo, un trabajo que supone una nueva conceptualización de lo que se entiende por erotismo, es decir, en una síntesis Nietzsche-Hegel, la cual permite reflexiones profundas sobre la transgresión y las experiencias límite. De Klosowski conozco sus estudios sobre Nietzsche, los cuales son dinamita pura, pero se me antoja también leer sus obras literarias.

Te digo de antemano que me daré una vuelta a la página que me indicas para conocer un poco sobre García Ponce...

Y te agradezco a ti también por participar de esta aventura del conocimiento...

saludos
7/29/2005 03:48:00 PM
Track co.mments

Thursday

JT


The Haunted World of El Superbeasto
Rob Zombie
2009

La primerísima impresión ojeando por encima imágenes en movimiento de The Haunted World of El Superbeasto fue de pequeña decepción. Estéticamente limitado, con referentes muy diáfanos pero muy gastados, y abusando (lo pillara por donde lo pillara) de la avalancha de referencias pop como gag en sí mismo, al estilo Padre de Familia. Por suerte, crucé dedos, me encomendé a un Rob Zombie que aún tiene que decepcionarme por primera vez y me sumergí en el mundo encantado del luchador mejicano del miembro enjuto.
Sin embargo, fue contemplarlo en movimiento y caer en una de las experiencias de cine de animación en estado puro, paradójicamente, más clasicas de los últimos tiempos. Como en la era de los Fleischer, El Superbeasto respira ritmo, sus personajes palpitan al compás de los diálogos, de la acción, de la banda sonora. La única diferencia es que aquí las chicas van en tetas, decisión que, salto generacional aparte, los hermanos Fleischer de la Betty Boop más descocada habrían aprobado. El Superbeasto solo cojea estéticamente cuando se le nota el acabado digital: los colores demasiado planos en ocasiones (cuando los fondos son pintados se reciben como maná), la acción tan frenética que pierde el toque orgánico de los clásicos… pero son detalles. En sus mejores momentos, esta producción de Rob Zombie se engalana como digna heredera del mejor Ralph Bakshi y el Kricfalusi más frenético y conservador.

En cuanto a la avalancha de guiños, es verdad que a veces estorban, pero cuando se van por las ramas, son gloria bendita: el robot salido de The Phantom Creeps, la cabeza de Hitler, el bar del miedo, y por encima de todo, el devastador guiño a una película de Brian De Palma que no desvelaré aquí, pero que apunta con tanta intención al propio discurso de la película que lleva ligada su propia canción en la banda sonora. Una banda sonora, por cierto, con sublimes canciones escritas por el cómico Chris Hardwick y que revientan cualquier prejuicio acerca de si es posible hacer canciones perfectas con sentido del humor. Es posible. Mi miedo acerca de un hipotético síndrome post-Padre de Familia en la avalancha indiscriminada de referencias tenía una base, por supuesto, y El Superbeasto no siempre atina al cien por cien, pero desengañémonos: un personaje cuyo tono de movil es Mr. Roboto de Styx y da pie a running gags como el de la canción de los zombies nazis va, decididamente, por el camino correcto.

Wednesday

GENET ENTRE los Panteras Negras – Entrevista con Michèle Manceaux (1970)




Traducción del francés: Diego L. Sanromán
El autor de Los Negros acaba de pasar más de dos meses en Estados Unidos con los militantes revolucionarios del “Black Panther Party”. En su entrevista con Michèle Manceaux expresa los motivos que lo han llevado a ponerse al servicio de su causa.
¿Cómo llegó a reunirse con los “Panteras Negras” en Estados Unidos?
Jean Genet.- Dos miembros del “Black Panther Party” vinieron a verme a París y me preguntaron qué podía hacer para ayudarlos. Creo que venían con la idea de que les sirviera de ayuda en París, pero les dije: “Lo más sencillo es ir a América”. Me pareció que mi respuesta les sorprendía un poco. Me dijeron: “Pues entonces, venga. ¿Cuándo le parece bien?”. Y contesté: “Mañana”. Lo cual les sorprendió aún más, pero enseguida reaccionaron: “De acuerdo, vendremos a buscarlo”. Así fue cómo ocurrió. Por otra parte, no tenía visado.
¿No tiene usted visado desde que escribió sobre la Convención de Chicago?
J. G.- No, nunca lo he tenido. Me lo deniegan.
Entonces, ¿cómo se las arregla?
J. G.- Es muy fácil pasar la frontera. Haría falta que escritores y sindicalistas franceses fuesen también a América a dar conferencias para el B.P.P. De todos modos, se acaba de crear un comité de solidaridad con el B.P.P. en París.
Su causa tal vez no sea la de ellos. ¿Por qué es la suya?
J. G.- Si soy sincero, he de decir que lo que me afectó en primer lugar no fue su interés por recrear el mundo. Sin duda es algo que llegará y no soy insensible a ello, pero lo que me hizo sentirme cercano a ellos inmediatamente fue el odio que les inspira el mundo blanco, su interés por destruir una sociedad, por quebrarla. Interés que era el mío cuando yo era muy joven, pero yo no podía cambiar el mundo solo. No podía más que pervertirlo, corromperlo un poco. Lo que procuré hacer mediante una corrupción del lenguaje, es decir, en el interior de esa lengua francesa que aparenta ser tan noble, y que, por otra parte, tal vez lo sea; es algo que uno nunca sabe.
¿Se considera usted un revolucionario?
J. G.- Mi situación es la de un vagabundo, y no la de un revolucionario. ¿Cómo quiere usted que me defina a mí mismo? Y además las palabras con las que se me puede etiquetar no tienen ninguna importancia: ladrón, pederasta… ahora revolucionario. No, no me apetece decir que soy revolucionario.
¿Por qué ha decidido ayudar a los negros americanos, en lugar de, por ejemplo, a los trabajadores emigrantes en Francia?
J. G.- En el fondo, si he ayudado a los “Panteras”, es porque ellos me lo han pedido. Los trabajadores emigrantes no me han pedido nada. Y luego, los “Panteras” me han aceptado tal como soy. No se da un rígido moralismo entre ellos. Son militantes las veinticuatro horas del día. Todos los domingos, entre las cinco y las siete, los militantes dan clases de educación política. En ocasiones, también he asistido a clases de formación que tenían lugar en plena noche, fusil en mano. Las mujeres hacen el mismo trabajo que los hombres. Todas las casas de los “Panteras” se encuentran dentro de barrios negros y están vigiladas día y noche por guardias armados. Con todo, la policía siempre halla el medio de llevar a cabo redadas, a menudo con víctimas, bajo diversos pretextos, el más frecuente de los cuales es la droga. ¿Sabía usted que los miembros del B.P.P. no se ponen jamás al volante de un coche? Las infracciones al código de circulación, reales o inventadas, son una trampa en la que no quieren caer.
Las casas de los “Panteras” tienen las ventanas blindadas, las puertas forradas de sacos de arena, espejos en las escaleras para ver quién viene y alambradas para protegerse de las bombas lacrimógenas. Viven en medio del odio.
Y ellos, ¿no están llenos de odio?
J. G.- Por la forma represiva de la sociedad blanca, puedo decir que sí.
¿Cómo puede ser que acepten la colaboración con los blancos?
J. G.- No la aceptan sin condiciones. Establecen acuerdos para ciertas operaciones limitadas. Del mismo modo que las organizaciones blancas han establecido acuerdos con ellos, por ejemplo, para las manifestaciones de New Haven y de Washington.
¿Son partidarios de los “Black Studies”, de cultivar su negritud?
J. G.- Se han dado cuenta del peligro que podían acarrear los “Black Studies”. Al resituarse en un contexto africano, se aislaban de la tecnología de la que cada vez tienen más necesidad. Como todos los regímenes políticos han fracasado en darles una situación de igualdad con respecto a la de los blancos, han comprendido que no tenían más salida que el socialismo. Por eso su combate no es solamente antirracista; es un combate global que debería ser la causa de toda la gente de izquierdas en el mundo.
La izquierda americana tiene la posibilidad de no hacer gestos vacíos, sino actos plenos. En cierta manera, dispone de un campo de acción. Por ejemplo, el combate por la liberación de Bobby Seale, el apoyo al B.P.P. Los símbolos remiten a una acción que tiene lugar, no a una acción que será, pues toda acción que se lleva a cabo (hablo de acciones revolucionarias) no puede servirse en serio de ejemplos ya conocidos. De este modo, los actos revolucionarios tiene la frescura de un comienzo del mundo. Pero un gesto o un conjunto de gestos simbólicos son idealistas en el sentido de que colman a los hombres que los realizan o que adoptan el símbolo, les impide llevar a cabo actos reales, de poder irreversible. Creo que una actitud simbólica es, a la vez, la buena conciencia liberal y una situación que permite creer que se ha intentado todo por la revolución. Vale más realizar actos reales y aparentemente de poca envergadura que manifestaciones teatrales y vanas.
¿Qué actos reales realizaba usted en Estados Unidos?
J. G.- Iba de ciudad en ciudad, de universidad en universidad, al servicio del B.P.P. para hablar de Bobby Seale y de la ayuda al B.P.P. Tales conferencias tenían dos objetivos: popularizar el movimiento y recaudar dinero. He estado en el Massachussetts Institute of Technology, en Yale, en Columbia, en Los Ángeles, etc., las mayores universidades abrían así sus puertas al B.P.P.
¿Qué les decía a los estudiantes?
J. G.- Que eran unos gilipollas y que era preciso ayudar a Bobby Seale. Los “Panteras” también hablaban. Tanto tiempo como yo.
¿Qué decía usted a propósito de Bobby Seale?
J. G.- En el asunto Bobby Seale, en el proceso de Chicago, hay ocho acusados. De los ocho, siete, a fin de cuentas, han sido puestos en libertad bajo fianza. Pero no una fianza extravagante de 150000 dólares, absolutamente impagable, como se pide a los negros. Sólo uno de los acusados sigue en prisión y por un tiempo la izquierda norteamericana se desentiende y este hombre resulta, por casualidad, ser negro. Y presidente del B.P.P. Es Bobby Seale. Sé bien que está acusado de un asesinato cometido en Connecticut, pero sé también que estaba ausente de Connecticut cuando se cometió el asesinato, y también que el presidente de Yale, el Sr. Brewster, declaró que existían pocas probabilidades de que Bobby Seale fuese juzgado de forma regular. Guardar silencio sobre este asunto significa aceptar que un hombre sea culpable porque es negro. Al igual que en tiempos del asunto Dreyfus había un culpable: era el judío. En los Estados Unidos, hoy, es el negro. El paralelismo con el caso Dreyfus acaba ahí, pues debo reconocer que en los Estados Unidos no ha habido todavía ningún Clemenceau, ningún Jaurès, ni sobre todo, entre los intelectuales, ningún Zola para escribir “Yo acuso”. Un “Yo acuso” que condenaría a la magistratura de ese país y a la mayoría de los blancos, que sigue siendo racista.
¿Ha constatado sobre el terreno dicho racismo?
J. G.- Viviendo allí como un blanco entre los negros, lo he constatado cada día. Incluso en pequeños detalles. Subo, por ejemplo, a un avión. Al negro que está delante de mí se le ordena abrir la maleta. La maleta contiene tres camisas y dos pantalones. Se le deja entrar en el avión. A mí no se me pide nada. En el tribunal de New Haven me obligaron a sentarme entre los blancos, sin preguntarme mi opinión.
El racismo es algo que puede constatar usted misma. Fíjese en cómo se habla de los cuatro estudiantes asesinados en Kent. Titulares inmensos en la prensa. Un interés desorbitado. Algunos días más tarde, dos estudiantes son asesinados en Jackson (Mississippi). Se habla de ello en la última página de los periódicos. Una información entre otras. ¿Por qué? Los dos estudiantes eran negros.
¿Existe también un racismo negro?
J. G.- No. Puede existir [sic]. Si el racismo es el desprecio que se hace sufrir a los hombres para explotarlos mejor, hay que reconocer que la definición no puede aplicarse a los negros en relación con los blancos.
David Hilliard dice que los “Panteras” en prisión deben ser considerados como prisioneros de guerra. ¿Qué piensa usted?
Dudo en pronunciarme de manera definitiva, pero me parece que, en efecto, si se afronta la situación de los negros con respecto a los blancos como una situación de colonizados en el interior de una metrópolis, uno se ve obligado a decir que la metrópolis ha hecho varios prisioneros. Es preciso afrontar la lucha del B.P.P. en los Estados Unidos como una guerra contra los medios de represión.
¿Dicho combate incluye la violencia?
J. G.- La guerra no puede producirse más que en la violencia. Cuando los blancos predican la no-violencia a los negros, ¿son acaso conscientes de que hay una situación de violencia que no cesa de manifestarse desde siempre, desde los tiempos de los negreros? Esa masa de desprecio acumulado después de trescientos o cuatrocientos años, ¿no es violencia? ¿No se trata también de violencia cuando un blanco, para que se le conceda la libertad, debe pagar 10000 dólares, mientras que, por el mismo delito, a un negro se le piden de 100000 a 150000 dólares? Yo he visto en múltiples ocasiones que a los negros se les exigían 100000 dólares de rescate. No a los blancos. Predicar la no-violencia en tales casos es denegar a los negros los medios de defenderse. La actitud no violenta de los blancos es diletantismo moral. Nada más. Queda la cuestión de que violencia y no-violencia deben ser utilizadas, en mi opinión, de forma táctica.
¿Cuál es la ideología del B.P.P.?
J. G.- Ven en su combate un combate de clase. Su objetivo es una revolución de estilo marxista. Es lo que explica el vigor de la represión. La administración sabe bien que, tras los “Panteras negras”, ondea la bandera roja. Los “Panteras” podrían tener una audiencia tal vez más amplia en la comunidad negra, e incluso blanca, si aceptasen ser una suerte de Ejército de Salvación un poco politizado, pero sería en detrimento de sus objetivos deliberadamente revolucionarios. Para mí, es una razón para apoyarlos: conducen la lucha contra el imperialismo en el seno mismo del territorio americano.
¿Cómo se manifiesta la represión?
De una manera muy significativa. He anotado y contado todos los casos de represión entre los “Panteras” desde el 2 de mayo de 1967. Las cifras son elocuentes: del 2 de mayo de 1967 al 28 de septiembre de 1968, 55 procesos, 130 interrogatorios, 5 personas muertas. Y eso en diecisiete meses. De octubre de 1968 a diciembre de 1969, o sea en quince meses, he contado 373 procesos, 735 interrogatorios y 24 personas muertas. ¿Qué ha ocurrido entre estos dos períodos? La administración Nixon ha sustituido a la administración Johnson y, si echa las cuentas, verá que la represión se ha multiplicado aproximadamente por siete.
Quisiera hablarle del asunto de Baltimore porque es muy importante. En Baltimore, el 30 de abril, irrupción del FBI en la casa de los “Panteras”. Se detiene a diez personas y la policía afirma que habría ocho fugitivos. Pretexto: se ha descubierto, en octubre de 1969, el cadáver de un negro que habría sido torturado y cuya muerte se remontaría a julio de 1969. Los polis afirman que se trata de un informador asesinado por los “Panteras”. En realidad, no saben nada sobre Anderson, el muerto, pero quieren servirse de él como pretexto, encontrar una apariencia de justificación para sus arrestos. Pueden permitirse cualquier cosa con el pretexto de buscar a los ocho fugitivos… y atribuir el crimen a quien les apetezca.
¿La policía siente al menos la necesidad de justificarse?
J. G.- Sí, porque los “Panteras”, y en esto son hábiles, no se mantienen en la clandestinidad. Pueden verse sus fotos. Cogen el avión. Se muestran por todos lados. Son conocidos. Lo hacen como medida de precaución. Finalmente, la luz les protege mucho más que la clandestinidad. Es más fácil arrestar a un “sucio negro” anónimo que a un hombre responsable y conocido que tiene un cargo cuasi-oficial.
¿Se conceden títulos?
Si, hay ministros, responsables. Gobiernos regionales. Yo dependía del Ministro de Educación, Massaï Hewitt. Pero viajaba sobre todo con David Hilliard, que sustituye a Bobby Seale. Ahora la policía quiere arrestar a David Hilliard y a otro al que llaman D.C., que está escondido. Pusieron en marcha la operación de Baltimore y cursaron órdenes de detención el 30 de abril, que era la víspera del día en que David Hilliard debía hablar en New Haven. Quisieron intimidar a la población negra para que no se presentase en New Haven, pero hablamos al aire libre ante veinte mil personas. New Haven es el lugar en el que Bobby Seale está encarcelado. Si le hablo de esto, es porque los “Panteras” me han pedido que le dé la mayor publicidad al asunto de Baltimore. Ven en él una seria amenaza.
¿Acaso los “Panteras” se consideran guerrilleros?
J. G.- ¿Qué son los guerrilleros? No puedo servirme de palabras que han servido a otros. Puedo decir: son así, hacen esto.
¿Cómo consiguen dinero?
J. G.- El dinero procede, en primer lugar, del periódico semanal, a 25 centavos la unidad, que tiene una tirada de 150000 ejemplares. Los jóvenes negros lo venden por todos lados. Una parte de la población negra cotiza al B.P.P. Casi todas las formaciones de jazz entregan, cada mes, las taquillas de algunos de sus conciertos. También hay donativos.
¿Qué vienen de los negros o de los blancos?
J. G.- De ambos. He asistido, por ejemplo, a una reunión en casa de un escritor, en Hollywood, junto a Jane Fonda. Recaudaron una cantidad nada despreciable de dinero en muy poco tiempo.
En Nueva York, los “Panteras” tienen presencia en la St.-Mark Church. Se hacen representaciones teatrales en su beneficio. Son muy astutos para hacer que hablen de ellos…
J. G.- Son la prensa, la radio, la tele, etc. los que los convierten en vedettes. Ellos no lo buscan. Se transforman en vedettes cuando son arrestados… Por otro lado, la información está voluntariamente amañada, en la medida en que se tiende a mostrar al B.P.P. como un grupo folclórico, o bien como una asociación de malhechores. Nunca, desde luego, como un grupo revolucionario coherente.
¿Cuándo viajaba usted así, con los “Panteras”, se sentía “blanco”?
J. G.- No, a decir verdad; es muy curioso, yo no hacía diferencias.
¿Estaba, con todo, la barrera del lenguaje? ¿Usted no habla inglés?
J. G.- Sí, cierto, eso era lo más jodido. Aún más si se tiene en cuenta que los negros provienen casi todos del ghetto y que hablan un argot difícil de comprender, a veces incluso para los intérpretes blancos. Con David Hilliard, conseguía entenderme muy bien: nos escribíamos. Él no utilizaba palabras demasiado complicadas y yo podía leerle y escribirle.
¿Habría escrito usted Los Negros de la misma manera después de haber vivido lo que acaba de conocer?
J. G.- Si no le importa, no hablemos de mi teatro.
¿Ya no quiere escribir?
J. G.- Creo que Brecht no hizo nada por el comunismo, que la revolución no fue provocada por Las Bodas de Fígaro de Beaumarchais. Que cuanto más próxima está una obra de la perfección, más se encierra en sí misma. ¡Aún peor, suscita nostalgia!

JT

Motorista fantasma

El tópico habla de un baúl de los recuerdos que a mí siempre me ha tocado las narices. Posiblemente a causa del más bien pocho momento cultural que vivimos, la nostalgia sin criterio y la devoción por la cultura retro sin apuntalamiento lógico campa a sus anchas en guías para modernos y breviarios de lo cool. Al baúl, digo, le tengo manía, pero desde luego no a mis recuerdos, que procederé a desvelar cada semana en lo que he tenido a bien llamar un grimorio de memorias.
Un grimorio, mis hechizados amigos, deben ya saber todos en qué consiste: es un libro de conocimientos mágicos. En ellos se pueden encontrar chascarrillos astrológicos, agendas de uso cotidiano de ángeles y demonios, instrucciones para todos los públicos acerca del lanzamiento de hechizos y las artes del alquimicefismo y how-tos de la llamada de lo salvaje en clave sobrenatural. En tono despectivo y popular, un grimorio es también un galimatías de signos, un texto críptico de acertijos a descifrar y relaciones a poner sobre la mesa de disección. Me parece singularmente adecuado para definir lo que deberían ser los recuerdos de cada uno.
Los recuerdos, quiero decir con ello, deberían hacernos a nosotros, y no nosotros hacerlos a ellos. Por eso, el recuerdo es un sortilegio que nos condiciona y no un eslogan en una revista de videojuegos. En Grimorio de Memorias intentaré desentrañar cuáles de mis recuerdos tienen significado y por qué. Retomaré tebeos que no leo desde que no sabía leer, por qué mis primeros discos fueron esos y no los de al lado y por qué mi primer best-seller fue de Stephen King y no de J. J. Benítez. Y, obviamente, la gracia no está en hablar de mí, sino de que cada uno de ustedes, nosotros, dé con la clave maestra que permita descifrar todos los grimorios al mismo tiempo. La llave de la memoria colectiva.
Eso será a partir de la semana que viene, pero no estaría bien arrancar sin ni siquiera otear el volumen. Intentemos asomarnos a la estantería de los cómics en temerosa cuarentena, a ver qué aparece.
MOTORISTA FANTASMA
N. 4 – Ediciones Vértice – 1981
El Motorista Fantasma llegó a mis manos, como casi todos los tebeos de la época —a mediados de los ochenta— por mera casualidad. En Murcia disponíamos de un antro oscuro y que apestaba a papel meado llamado El Bazar del Tebeo: por diez pesetas, cantidad absolutamente irrisoria también en aquellos años de sindiós cultural, podíamos cambiar tebeos de nuestra elección por otros de similares características. Esa es la explicación de por qué he leído tantos cómics de superhéroes pero conservo tan pocos.
Este tebeo pertenece a la etapa icónica del personaje, aquella que ni los post-góticos noventa pudieron borrar, cuando se intentó convertir al Motorista en un atormentado espíritu vengador. En los ochenta (y antes) el Motorista Fantasma era un desgraciado con un traje de pesadito acrobático terrible, Johnny Blaze, que zanganeaba por las carreteras estadounidenses desfaciendo entuertos al gusto de las teleseries de éxito de aquella generación (y anteriores), desde El fugitivo a El equipo A.
Verborreico pero, paradójicamente, rebosante de globos de texto de pensamiento, esas nubecitas que ya no se estilan, este número del Motorista Fantasma supuso una toma de contacto áspera por mi parte con una singular demonología pop cuyas rémoras aún arrastro. Diablos reptílicos y alados, relojes de arena con almas humanas que caen al vacío en su interior, blasfemos gusarapos de ojos compuestos…, todo ello enmarcado en una historia de féminas demoníacas que seducen al lado humano del Motorista Fantasma. Y con la aparición estelar del ridículo Orbe, una némesis sobre dos ruedas del héroe cuya cabeza es un gigantesco globo ocular que lanza un trallazo láser en la incomprensible portada de este tebeo.
Releído hoy y ahora encuentro especialmente valiosas, sin embargo, un par de viñetas que contemplé fascinado en su día y que había olvidado. En las encarnaciones actuales del Motorista Fantasma no es difícil encontrar detalladas ilustraciones de su transformación en humano o en cráneo llameante. Carne que se derrite, ojos que explotan, narices que se desintegran. En el 81, sin embargo, la viñeta que mediaba entre el monstruo y el hombre solía ser una cara humana con los rasgos craneales muy acentuados. El dibujante (Donal —sic— Perlin en los créditos) concibió ese estado intermedio abocetando los rasgos, con unas toscas líneas rectas que atravesaban el cráneo a medio arder, dando a entender con ese infantil sombreado, casi propio de un boceto, que la piel de Johnny Blaze se chamuscaba irremediablemente con las llamas del infierno. Estaban aún lejos los tiempos del cómic de acción filtrado por la horrenda estética del CGI, así que éste era el equivalente ilustrado del látex que veíamos en las películas de terror: un miedo táctil, con su propia textura y su propio olor a carne quemada. La creación de un monstruo rugoso gracias a una mutación cuyas líneas rectas podían contarse según habían ido saliendo, en irreal desfile de rayajos paralelos, de la plumilla de Donal —sic— Perlin. Es decir, y supongo que por eso no volví a cambiar este tebeo por diez miserables pesetas, convirtieron al Motorista Fantasma, gracias a esa viñeta, en un monstruo en el que se podía sentir la mano del hombre

DM



  Daniel Massei on March 2nd, 2006 
Desde el comienzo de Internet, desde que se comprendió que también podía funcionar como soporte y medio de transmisión de ideas y de publicación textual, el grueso de lo que allí se publicó, se publicó de manera anónima. Con firmas, en muchos casos, pero firmas inventadas, creadas sólo para ese uso que evidencian alguna clase de pertenencia, pero se despojan de una pertenencia cívica. Como si la literatura de Internet debiera ser firmada sólo por personajes de esa misma literatura y no por seres humanos cuyo oficio electivo es el de narrar. Se trata de una práctica extendidísima y que aún hoy genera una mayoría de adeptos y defensores entre los consumidores de esa misma literatura que suelen ser los mismos que la generan. En algún momento se lo relacionó a Barthes y su teoría del no-autor o la des-autorización de la escritura. Se trató de una lectura antojadiza que se negó a sí misma a poco de expresarse. Bastaba con leer con Barthes. Hay, no obstante, gente que piensa esos temas y deposita allí sus expectativas y sus entusiasmos. Algunas de ellas me resultan interesantes para analizar e intento pensarlas o aún mejor, ponerlas bajo sospecha ahora mismo.
Bardamu tiene dos teorías que defienden la literatura anónima. O mejor, tiene una posición tomada a favor de algo que practica y la capacidad de elaborar teorías que justifiquen esa práctica, capacidad no menor y que no todo el mundo posee y que en este caso nos sirven para disparar algunos conceptos que permiten alguna clase de discusión. Yo tengo una posición contraria contra la práctica de firmar con nombres de fantasía (lo que en Internet se conoce como “nicknames”), no así contra sus teorías específicamente, a las que creo simples esbozos, por ahora, y a las que sostengo que debería investigar aún más. ¿Cómo? Poniéndolas en duda, claro, del único modo que se testea la solidez de toda hipótesis. Pero son dos, distintas, y voy a interpelarlas de a una, para después sí explicar de una vez cuál es la hipótesis en la que yo me baso.
Pero vamos por partes:
Luis Bernard, alter ego de Luis Bardamu, en este mismo Kaputt supo bosquejar la primera de sus teorías en su momento: recorriendo intenciones de Juan Ramón Jiménez, Borges, Paul Valéry y afirmándose en Las mil y una noches y en La Biblia, dos de nuestras leyendas literariamente fundacionales, para arribar a la conclusión que el estado de anonimia literaria era, en sí mismo, fundacional de literatura. A la firma, es decir al concepto de pertenencia de un texto, a la autoría, Bernard la consideró “fetichismo” y “reinado despótico del autor” entre otras sentencias un tanto temerarias. Después, cuando su desenlace lo llevó hasta Internet y el blog, sin dejar de reconocer la sangrante contradicción entre un medio paroxísticamente individual y sus postulados colectivistas, afirmó que se trataba de una fuente inagotable de “herejías sin apellido” y se preguntó, o deseó, una “prodigiosa creación literaria colectiva”, en algún futuro medianamente próximo.
Consideré que su texto no merecía respuesta en aquel momento y no porque estuviera mal escrito, (si un mérito tiene Bardamu es el de expresarse con una agilidad muy envidiable), sino porque fallaba en el análisis de algunas cuestiones que a mí se me hacen centrales.
A) Impulsos colectivos en literatura hubo muchos, muchos más de los que nombra en aquel texto. Ahora mismo coexistimos con el grupo italiano Wu Ming que niega la identidad de sus autores y que tiene, al menos, veinte grupos que lo emulan, la mayoría de ellos concertados en algún recreo de los inoperantes talleres literarios italianos. Es un fenómeno muy extendido en Italia, tan extendido que yo mismo voy a tener que editar próximamente en una editorial que prefiere, intentando valorizar sus textos que generalmente están muy relacionados al blog y a estas mismas ideas de construcción colectiva, no publicar los nombres de sus autores en sus portadas. Allí, sólo el nombre de sus textos. Para mí, claro está, el asunto es menor y la verdad es que mi nombre no figure en la portada ni en el lomo de un libro que me pertenece, está muy lejos de preocuparme. A raíz de experiencias pasadas, con que no aparezca un nombre distinto del mío, sinceramente me basta y sobra.
B) La inclusión de La Biblia es muy discutible, aún aceptando los mismos argumentos que plantea: la Biblia no es anónima, no en su totalidad. Lo es sí su Antiguo Testamento pero el Nuevo, es decir aquél que realmente funda una nueva religión, aquél que pretende atestiguar con la fortaleza del acontecimiento la vida del profeta, está firmado y por cuatro autores. Por algo no figura allí un Abraham, no son nombres de pilas, son los únicos nombres que aquellos hombres poseían. Al abandonar sus pertenencias ya no se reconocían del lugar de origen. Y así, a imagen y semejanza de su profeta Jesús de Nazareth que se despojó de sus riquezas y se convirtió en Jesús a secas, aquellos hombres también abandonaban el gentilicio que apelaba a su terruño natal. Cuando los discípulos debieron poner por escrito lo que habían visto, porque ya no contaban con la potestad del Señor que les garantizaba algún sello de verdad, debieron hacerse cargo de cada frase que decían. Por eso el Nuevo Testamento consta de cuatro evangelios, todos firmados: según Marcos, según Mateo, según Lucas y según Juan. Con esto no sólo queda demostrado que fui a un colegio de curas, también pretendo afirmarme en mi concepción altaneramente atea: una literatura despojada de riqueza individual. Eso que creo que es: una literatura despojada, pobre, una literatura impedida de subjetividades, una literatura linyera. Prefiero que la relación entre la pobreza franciscana y los escritores se mantenga en el plano de lo estrictamente económico.
C) Las leyendas son anónimas. Pero no siempre pueden considerarse como literatura.
D) Su idea acerca de la pretensión de Jorge Luis Borges sobre una literatura sin firma es sumamente discutible. Resulta muy difícil imaginar, justamente a Borges, en su momento de mayor vehemencia modernista, pergeñando un método para la desautorización, para anoniminizar sus textos. En cambio, es bastante más factible imaginarlo ideando un simple juego: no se trataba de negar la nómina de nombres, sólo se trataba de no firmar cada texto regalándole al lector la ingrata tarea de identificar después de cada lectura. Borges era soberbio aún de joven, siempre supo que contaba a su favor con un estilo claramente definido, en parte gracias a una cantidad de inflexiones trasladadas desde bilingualidad de origen. Más difícil sería, por ejemplo, indentificar a un Bioy Casares no firmado y nada nos permite suponer que Borges no lo sabía y le evitaba a su amigo algún escarnio.
E) Por omisión, Bernard calificó de “fetichismo y despotismo del autor” a la literatura griega, ahí sí, el origen de todo esto que hacemos. La extensa literatura grecorromana que sobrevivió milenios, sobrevivió casi toda firmada. La filosofía, inseparable de las formas, también. No había allí un fetichismo como cree ver Bardamu, sino la natural y lógica relación de quién dice qué y cómo y de qué modo lo dice. Es decir, de negar al autor, la literatura griega –y por traslación todos nosotros– deberíamos habernos negado la posibilidad de la versión. Esto es, en las leyendas, las historias se modifican a través del tiempo. Pero niegan los registros divergentes, lo que vale es siempre la historia tal como se oraliza en tiempo presente. Lo que instala el concepto de autor –concepto también griego–, es la posibilidad de versionar mil veces la misma historia. La importancia del nombre, la importancia de la firma, es en última instancia la importancia que le asignamos a la existencia de versiones. Nadie que escriba puede creer que la misma historia narrada por Borges y por Burguess, continúa siendo la misma historia. Quiero decir, el apellido, la pertenencia de un texto no es sólo un “fetiche” narcisista, no es sólo la transferencia de la propiedad privada al campo del trabajo intelectual. Es mucho más que eso, es la posibilidad misma del trabajo intelectual: la factibilidad de su registro, la capacidad de identificación de ese registro, y por último, la arquitectura cultural absolutamente necesaria para el trabajo de volver a versionar. Creo que se me entenderá cuando digo que de no existir la posibilidad de volver a narrar todo aquello ya narrado, la literatura no tendría ninguna posibilidad de existir.
F) En los términos en que Bernard lo desarrolla: la literatura anónima no es más que primitivismo. Y el primitivismo tendrá el valor de lo rústico pero jamás el valor de la pureza. Porque la pureza, en un material tan espurio como es el lenguaje, tiene que ver con el proceso inverso: con el refinamiento, con la alquimia de los discursos, con la química del lenguaje que se las ingenia para separar los valores degradados del uso cotidiano y los valores intrínsecos que remiten a un sedimento inexplorado. Un método para seleccionar lo aún vivo y descartar todo aquello que ya se volvió materia inerme a fuerza de reiteración. Las pinturas rupestres de Altamira tienen un valor innegable, pero eso no nos habilita para enchastrar con nuestras manos todas las paredes de Buenos Aires y exigir que a eso alguien lo reconozca como arte.
El segundo texto de Bardamu, en cambio, publicado en su blog y bajo la firma de Luis Bardamu, me resulta bastante más interesante para discutir y tiene un sesgo de mucha mayor elaboración. No hay allí elementos toscos que nos permitan sospechar alguna carencia de reflexión. Hay una mayor aproximación al objeto sobre el que ensaya y una buena argumentación de sus opiniones con una única salvedad: Bardamu introduce su relato deslizando pacientemente el núcleo sobre el que se explaya. Cito aquí sus dos primeros párrafos:
“Se podría pensar a un tipo blog –aquel que tiene alguna vinculación con lo literario– como si fuera una biografía imaginaria de quien lo escribe. Imaginaria, porque el autor acude a su imaginación para expresarse a sí mismo. Aunque esta imaginación no sea arbitraria ni caprichosa seguramente será parcial y sesgadamente destacada. De una fidelidad oblicua a la biografía del autor.
“Precisamente desde esa selección sesgada de rasgos es posible postular cierta creación individual en un blog. Quien escribe un blog no tiene por qué preocuparse por lo exacto: sus frases no pretenden alcanzar el rango de patrimonio universal de la humanidad, sino tan sólo destacar particularidades y manías del autor.”
Desde la relativización inicial “se podría pensar” es admirable el modo en que articula un absoluto que depende del todo de esa relativización inicial. Quiero decir, todo lo que plantea es aplicable también a cualquier otro género literario con sólo cambiar el objeto sobre el que se piensa. Hagamos la prueba: “Se podría pensar a un tipo de escritura –aquella que tiene alguna vinculación con lo literario– como si fuera una biografía imaginaria de quien lo escribe”. Y sí, se podría pensar que sí y al mismo tiempo se podría pensar que no. Aunque pensar que no, es sencillamente más difícil porque siempre la escritura elabora un imaginario biográfico sobre su autor, allí está la trampa. El “blog” en esa frase, no es más que una intrusión, una suplantación, un impecable ejemplo de metonimia: tomar una parte por el todo y transferir las propiedades de ese todo. Chapeau.
Luego, ya en el grueso de su planteo, Bardamu se desentiende del nombre familiar y cívico y elabora un planteo cuyo espíritu es el de confirmar el valor identificatorio de los nombres electivos y, aún más allá, el rotularlos como verdaderos: “Es muy improbable que el nombre verdadero de una persona sea aquel que aparece en sus papeles de identidad. Tales referencias casi nunca constituyen un nombre propio […] Habría que pensar si en la construcción constante de esa biografía imaginaria que algunos blogs evidencian el acto de nombrarse a sí mismo no se constituye en el primer paso para la reafirmación existencial de quien lo escribe.
“El nombre impuesto, que no es propio, es absolutamente insignificante. Es en el acto de nombrarse a sí mismo cuando el nombrado adquiere algún tipo de significación, una acercamiento individual a la verdad de su palabra.
“Elegir el nombre propio para firmar en un blog podría vislumbrarse entonces como el intento irreverente por liberarse de la negación externa, condición de base para el desplegar de la biografía imaginaria que asoma desde algunos espacios del blog.”
Ateniéndonos a la literalidad de lo que Bardamu explicita, podríamos llegar a pensar que la literatura de los periódicos (que no se firma, es colectiva, se nombra a sí misma con un nombre de fantasía que al fin de cuentas nadie puede decir que no sea cierto: Clarín, La Nación, La Repubblica) es verdadera, aunque claro, funciona allí el paraguas de lo literario. Sin embargo, arriesgo que podríamos pasar varios días discutiendo si los periódicos son o no son literatura.
Tengo que decir que si bien me agrada la idea general que expresa, no está de más que advierta que la idea en sí misma me excede largamente. Si está bien, o mal, o más o menos, si un nombre es más verdadero que otro por el simple hecho de ser electivo y voluntario, es algo que no comprendo del todo y que se me escapa de todo parámetro racional que no me emboque en lo sospechosamente pseudopsicoanalítico. Nadie sabe qué es verdadero y qué es falso. Lo único que se sabe es que en literatura lo verdadero suele estar en donde nadie lo espera y eso incluye a casi todas las falsedades.
No creo que se trate de una cuestión moral, éste es mi primer descargo. No soy un buen sujeto –ya he dado suficiente muestras de lo que digo– al que le interese aunque sea mínimamente el desarrollo de la personalidad ajena. A mí me importa la literatura. A los personajes que vienen detrás, autores, con nombre propios o inventados, la verdad es que si por mí fuera se los puede llevar el viento. Trataré de explicarme mejor: el desarrollo de Bardamu es interesante pero al mismo tiempo irrelevante. No entiende el origen del problema y como no lo entiende, lo desplaza hasta encontrar un discurso que soporte su reivindicación. No hace nada en un blog que su autor ponga en juego su nombre o no, no existe ninguna diferencia real: la biografía imaginaria, el personaje que narra continúa siendo tan ficticio en un caso como en el otro, importa poco que ponga en juego el nombre de su identidad verdadera, tal como lo plantea Bardamu. A mí lo que me importan son otras cosas que paso a enumerar ahora, rápidamente porque comprenderán que me tenga que ir a dormir.
Mi hipótesis es:
1. La responsabilidad. Quien no firma con su nombre no se hace cargo ni judicial ni humanamente de sus dichos. Soy de los tipos que ponen todo detrás de lo que dicen, ergo me parece que debe existir un mínimo de reciprocidad en el juego. Estoy cansado de invitar a autores que firman con su nombre y nombre que es suyo tan arbitrariamente como el de cada uno de nosotros, y que representa la misma firma que usan siempre, y tienen que soportar que alguien que es incapaz de poner su propio nombre en juego les diga que lo que hacen es una mierda. A los improperios hay que entenderlos: todos podemos decir lo que se nos venga en ganas. A mí no me gustan, y a mí nadie me puede obligar a que asigne el mismo grado de validez a lo que dice Fulano de tal, firmando y lo que dice un tal Marxxxiano aunque lleve un espacio en Internet que existe desde antes de Internet, firmando como Marxxxiano. Me permito sospechar que Marxxxiano, cuando deja de usar ese nombre y comienza a usar el que reserva para todos los días, no diría nada de lo que firma con un sobrenombre. O más aún, me permito sospechar que en la mayoría de los casos, sería capaz de decir exactamente lo contrario. Los trolls no tienen nombres y apellidos, pero tienen nicknames y esto es porque los nicknames son definitivamente más baratos. Creo que todo debe y puede ser dicho, me cago en las normas de cortesía, pero no en las de civilidad. Creo que todo debe y puede ser dicho pero poniéndole el cuerpo a las palabras. La firma no es el cuerpo, pero está más cerca de serlo que un extemporáneo nickname.
2. Trabajé muchos años en un lugar en el que nunca me dejaron firmar un carajo. Ergo, la firma tiene para mí el valor de la construcción literaria, en sentido absoluto.
3. No acepto autores a medias. Acepto la heteronimia (alguien nombraba a Pessoa y se me podría argumentar hasta a César Tiempo y su famosa Clara Better, por ejemplo) y acepto los seudónimos y acepto la firma, acepto todo. Lo único que me rompen las pelotas son los nicknames, porque en el concepto de “sobrenombre” está la mutación, el engaño, la estafa. Un nombre de fantasía que esconde un rato y que luego muta en otro. Conozco muchos casos de gente que lleva abiertos tres o cuatros blogs, enarbola cualquier barbaridad y luego se cansa y abre otro con otro nombre y vuelve a enarbolar cualquier otra barbaridad, incluso opuesta. A mí no me gusta. A diferencia de Bardamu, no concibo la literatura sin un autor dispuesto a aceptar las culpas, los odios y los rencores que generen sus palabras. Lo pueden llamar fetichismo, aeromodelismo, numismática o como se les ocurra, pero yo sólo leo autores, únicamente autores: el kamasutra me aburre. Y creo, honestamente convencido, que la firma es la única conquista sindical de los escritores. De no existir, toda la literatura producida hasta el día de hoy pertenecería sólo a los editores.
4. Respondo por todo lo que digo y digo en privado lo mismo que públicamente. Acabo de pelearme con una amiga porque a Leo Maslíah no lo considero un autor, lo considero un humorista. Si Leo Maslíah no firmara con su nombre yo no podría decir esto y, si yo no firmara con mi nombre, Leo Maslíah no sabría a quién odiar o a quién enviarle carta documento.
5. Concibo al blog como un espacio de expresión, no como un espacio de sociabilización. Si se tratara de un espacio para hacer amigos, no importa nada que el nombre sea el mismo que el año próximo, los amigos todo lo perdonan y cuando no lo perdonan, uno siempre tiene la posibilidad de buscarse nuevos amigos. Ahora, en caso de que fuera un espacio de expresión pura como lo entiendo yo, creo que la calidad de la expresión –cuando es feroz y no acepta negociarse según los intereses de su portador– tiene siempre un velo de arbitrariedad, de sentencia tajante y hasta infundada. Y no firmar la cantidad de improperios que uno puede llegar a desparramar en un lugar así, no sólo me parece poco valiente, sino que además me parece un mecanismo burdo para hacer trampa esquivando todos los costos. Sin nombres que identifiquen realmente a un autor, sosteniéndose en el tiempo y en distintos medios, no existe literatura. Cuando un blog impone su nombre de fantasía, no existe un ser humano en esa identificación, lo que existe es un espacio en Internet. No existe una literatura sin apellidos. Y si existe, se parece demasiado a una máquina de rumores.
6. La mayoría de la gente a la que le cuestiono el hecho que no firmen, me responden desde lo personal cuestiones parecidas a éstas: no quiero que mi tía me encuentre en Internet o no quiero que en mi trabajo alguien pueda leer lo que hago o causas por el estilo. Bueno, muy bien, respondo ahora desde lo personal: yo me banco que todos mis familiares me encuentren en Internet y me reclamen –por ejemplo– los pecaminosos conceptos que me la paso profiriendo sobre los dioses en los que creen, me banco que en mi trabajo lean lo que escribo y sospechen legítimamente el tiempo que les robo y me banco jamás en mi vida acceder a un crédito bancario porque lo primero que hacen los bancos hoy es buscar en Internet a sus potenciales clientes. Y a mí no me importa, yo sigo estando aquí y firmando. No exijo que se me acepte un nombre de fantasía, respaldo con todo lo que tengo lo que escribo y lo que pienso. No me guardo nada. Exijo sí, un mínimo de reciprocidad.
7. No tengo ningún inconveniente con los seudónimos cuando se sostienen en el tiempo y no ocultan una identidad. Tampoco tengo ningún inconveniente con los escritores que desarrollan varios narradores y emplean los heterónimos para eso. No tengo ningún problema con nada, respeto y comprendo todo. Simplemente, como no puedo ni me interesa evaluar caso por caso, instalo una regla personal en donde creo que tiene mayores posibilidades de ser justa. En mi caso, sólo en mi caso, me afirmo en los nombres y apellidos.
8. A mí no me importa lo que hagan los demás en sus sitios. Quiero decir, si alguien escribe bien según mi particular arbitrio, de todos modos lo voy a leer. Si alguien escribe mal según el mismo particular arbitrio, no lo voy a leer aunque se apellide Cervantes Saavedra.
En literatura, la existencia de heteronimia y seudonimia tiene que ver con una función esencial: el preservarse, el no asumir algunos riesgos o el reconocimiento de algunos trabajos que se realizan por encargo. Menos, aunque también, tiene que ver con la posibilidad de inventar personajes narradores que ejerzan y jueguen con estilos diversos y hasta enfrentados. Cuando nuestros escritores más renombrados de principio de siglo, se dedicaban a la literatura de folletines por encargo de los periódicos de la época, no firmaban con su nombre, se inventaban otros. Esto tenía que ver con no reconocerse frente a sus pares como autores de una literatura por encargo. Hoy mismo, varios autores argentinos contemporáneos a todos nosotros, firman en algunas revistas con seudónimos. Los motivos son los mismos: no reconocer frente a sus pares que son autores de un artículo a doble página en una revista femenina. En Internet en cambio, siendo que es un espacio sin paga, absolutamente voluntario, la utilización de nicknames identificarios termina abonando un sedimento de lecturas jerárquicas. Se le niega a los blogs el rótulo de “literatura seria” de ese modo, se la realiza sólo por diversión, diversión que en algún punto debe ser inconfesable porque sólo así se entiende que alguien que se toma la molestia de redactar algo, no esté dispuesto a firmarlo con su nombre cívico. No hay una donación a una colectividad como se pretende que creamos, lo que hay es una preservación personal frente a los riesgos reales o ilusorios, sociales o personales. Yo dudo mucho, dudo hasta tanto no se me demuestre lo contrario en la práctica, que alguno de los autores que optan por expresarse firmando con un sobrenombre en un blog, al momento de ser invitados por un periódico a escribir una columna de opinión, o al momento de editar un libro, continuen firmando con ese mismo nombre. Claro, ahí no, ahí pondrán en juego su nombre cívico porque lo que quieren es que todo su mundo de relaciones se entere de su logro, lo contrario a cuando firman un espacio personal que sólo responde a su propia voluntad. Y si es así, es porque a su proprio blog no lo consideran como un logro. O lo consideran un logro suficientemente menor como para aceptar que es mejor que nadie se entere.
En lo personal, lo que yo haga o deje de hacer en los sitios que me pertenecen y en los que comparto, lo considero asunto mío. Del mismo modo en que lo que hacen los demás en sus sitios, lo considero asunto suyo. No me termina de convencer cierto mecanismo que hace que el lector de un blog se permita exigir al autor, alguna clase de disciplina con respecto al pensamiento colectivo. La única disciplina que vale la pena sostener, me parece, es la que nos hace cada día un poco más libres. Y menos cobardes, como para sostenernos en nuestras propias e innegociables convicciones.

Título: En contra del anonimato

Tuesday

I

Retrato del superhéroe adolescente
by Índice on abr 12, 2011 • 7:25 PM

Uno de los temas más recurrentes en las novelas, los cómics, videojuegos y otras expresiones, es el paso de la adolescencia a la madurez física y mental. Lo que uno requiere para no sólo ser uno más: Gawain  quiere probar su valía a la corte del Rey Arturo, Emil Sinclair busca en qué creer, Stephen Dedalus encuentra en el arte su refugio,  Robin quien heredará, eso cree, el manto de Batman.

Este género se conoce como Bildungsroman, una novela de formación, a coming of age tale. En los ejemplos me veo extendiendo un poco el término y agregándole algo personal, Sir Gawain and the Green Knight no se considera normalmente en el género. Se suele decir que Goethe inició el Bildungsroman, popular en el siglo XIX y a principios del XX, como los otros dos trabajos a los que hago referencia, Demian de Hermann Hesse y A Portrait of the Artist as a Young Man (esta pertenece al subgénero Künstlerroman, donde el crecimiento es el de un artista). De acuerdo a Suzanne Hader, un Bildungsroman se distingue por lo siguiente:

«1. A Bildungsroman is, most generally, the story of a single individual’s growth and development within the context of a defined social order. The growth process, at its roots a quest story, has been described as both “an apprenticeship to life” and a “search for meaningful existence within society.”

2. To spur the hero or heroine on to their journey, some form of loss or discontent must jar them at an early stage away from the home or family setting.

3. The process of maturity is long, arduous, and gradual, consisting of repeated clashes between the protagonist’s needs and desires and the views and judgments enforced by an unbending social order.

4. Eventually, the spirit and values of the social order become manifest in the protagonist, who is then accommodated into society. The novel ends with an assessment by the protagonist of himself and his new place in that society.» [1]

En cómics la  tendencia reciente es mostrar a héroes renovados o en sus últimas. Las nuevas entregas de Batman (en especial Batman RIP, Battle for the Cowl y Batman Inc.) son  muestras pequeñas. No resulta extraño que DC haga uso recurrente de estos temas en sus series animadas. Caricaturas basadas en héroes podrían ir desde los Super amigos hasta las nuevas aventuras de Batman en The Brave and the Bold. Sin embargo en algunos casos se ha optado por un rumbo diferente, un Bildungsroman animado donde los protagonistas son los sidekicks.

Los personajes de DC no siempre se envuelven en buenas historias. Los chistes comunes, las historias poco complejas y la falta de un desarrollo de personajes hacen que estas expresiones de la cultura pop sean poco tomadas en cuenta. El  caso de las películas Batman & Robin y Batman Forever todavía no se ha reparado por completo, una tarea que Nolan ha tenido que corregir. Es similar lo que sucede con estas series de jóvenes héroes, mencionaré algunos casos famosos, en su mayoría proyectos que no estuvieron a la altura de lo que se proponían.

Smallville es el caso más sonado porque no es animado y contó con el tratamiento de un Dawson’s Creek con poderes. La serie está a punto de acabar y, después de diez años, al fin se está viendo lo que se prometió en las primeras temporadas, un joven Clark Kent que debe encontrar y forjar la identidad de El hombre de acero. The Batman, otra caricatura parcialmente influenciada por el filme de Nolan Batman Begins, narra la historia de los primeros años de Bruce Wayne como el caballero de la noche, no tuvo el éxito esperado porque no se trabajó el mito correctamente. Teen Titans, la serie con un estilo de animación mezcla del cartoon americano y el anime japonés, es lo más cercano a un Bildungsroman pero falla por ser bastante ligera en sus historias, llena de paja y bromas recurrentes que arruinan lo rescatable que pudiera tener. [2] [3] Recobré mi fe cuando vi Batman: Under the Red Hood, una película animada que relata el crecimiento de Batman como persona, el cambio de Robin –hablando poco de la historia del paso del adolescente a un hombre, y de la desesperanza y corruptible moral de un joven, Jason Todd.


La emisión de la serie animada, Young Justice se perfila para ser un momento clave para el futuro desarrollo del Bildungsroman de super héroes. La narración se centra en los héroes adolescentes en búsqueda de ser reconocidos como miembros completos de la Liga de la Justicia. Los temas trazados hasta la emisión del noveno episodio son la confianza, el crecimiento mental, madurez y control de emociones. Si Young Justice mantiene esa línea, estamos hablando de una serie capaz de reivindicar el Bildungsroman popular.



El camino es, por supuesto, largo. La cultura pop, y en particular el subgénero de héroes, ha sufrido ataques de desprecio desde la academia, los críticos de arte y cultura, los artistas y a veces hasta de su mismo público, quienes no creen que lo que les gusta sea apreciable como objeto de estudio. Mucho han tenido que ver las pobres historias y la mala fe de la industria cultural,  que creen que la cultura pop debe tratar temas irreales, poco complejos y sin una lógica detrás de ellos. La ciencia ficción ha venido ganando terreno. Creo en novelas como Demian y A Portrait of the Artist as a Young Man, exponentes importantes del Bildungsroman, crudas, positivas, llenas de desesperanza y al final de reconocimiento interno, de aceptación del individuo. Young Justice es un gran Bildungsroman, capaz de cambiar los mejores temas de las novelas de Hesse y Joyce para mostrar que el camino de un héroe es difícil, la aceptación de la sociedad requiere también de la ruptura que uno tiene con sus propias ideas y convenciones acerca del bien, del mal y de la sociedad. Ya decía Hesse «quien quiera nacer tiene que destruir un mundo». [4]

Notas

[1] Hader, Suzanne. “The Bildungsroman Genre: Great Expectations, Aurora Leigh, and Waterland.“ The Victorian Web: Literature, History & Culture in the Age ofVictoria <http://www.victorianweb.org/genre/hader1.html>.

[2] No menciono muchas otras series por facilidad. Incluiría Legión de Superhéroescomo un ejemplo de jóvenes héroes intentando entrar en las ligas mayores.

[3] Quizá el más grande ejemplo de Bildungsroman en historias de héroes ni siquiera sea de DC. El avance de la película ficticia Grayson se enfoca en la muerte de Batman y la desesperación de Dick Grayson (el primer Robin) por investigar quién asesinó a su mentor.

[4] La cita completa es de Demian. «Der Vogel kämpft sich aus dem Ei. Das Ei ist die Welt. Wer geboren werden will, muß eine Welt zerstören. Der Vogel fliegt zu Gott. Der Gott heißt Abraxas.»



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