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Ganó con lo justo
Por Santiago O’Donnell
Fue,
antes que nada, una elección muy pareja. Después se podrá discutir si
fue porque los dos candidatos eran muy buenos o los dos muy malos, o si
fue una elección normal entre dos candidatos normales, como parece
indicar la muy normal, para Estados Unidos, participación de la mitad
del padrón, 130 millones de votos, similar al 2008.
El primer momento importante llegó cerca de las once de la noche,
hora argentina, cuando la CNN proyectó un temprano y contundente triunfo
demócrata en Michigan, cuna de la industria automotriz. Fue una señal
de que el multimillonario salvataje de la industria, que Obama impulsó
con espíritu keynesiano, a pesar de la oposición republicana y las
críticas de Romney, había pegado fuerte en el electorado. Eso
significaba que en Ohio el presidente podía sacar una ventaja
importante. Porque en Ohio había muchas fábricas de autos y estaba la
Chrysler. Romney había hecho un comentario desafortunado sobre la
Chrysler, que la Chrysler iba a mudar los empleos de Ohio a China, que
la Chrysler desmintió y que la gente de Ohio, al parecer, no compró. La
impresión se reforzó minutos más tarde cuando lo dieron ganador a Obama
en Wisconsin y Pennsylvania, dos estados del mediooeste que, a priori,
parecía que podían estar en disputa. Virginia se inclinaba para Romney
lo mismo que North Carolina, ambos peleadísimos, pero no tanto como
Florida, donde una mínima, mínima ventaja para el presidente se podía
vislumbrar pasando el peine fino por los últimos precintos en cerrar sus
números, porque con más del 85 por ciento del sufragio contado en
Florida, siete millones de votos, Romney seguía al frente por mil. Al
mismo tiempo en Colorado, otro estado clave, era muy difícil predecir un
ganador, con los dos candidatos prácticamente empatados en las
encuestas a boca de urna.
Cerca de la medianoche era claro que Obama se llevaría los 29 votos
electorales de Florida y dejaría a Romney prácticamente obligado a ganar
Ohio, donde venía perdiendo, y también Colorado, donde venía empatado,
además de asegurarse North Carolina y Virginia, y aun así era probable
que los delegados no le alcanzaran. Cuando llegó, minutos más tarde, el
anuncio de que Obama había ganado New Hampshire, la historia parecía
enfilarse hacia un triunfo del presidente, aunque la tendencia no era
todavía irreversible. New Hampshire sólo tiene cuatro votos electorales,
pero significaba mucho, especialmente para Romney, que tiene una casa
de veraneo ahí y fue gobernador de un estado vecino. Romney había
apostado fuerte en recursos y días de campaña en este pequeño estado de
Nueva Inglaterra, casi como un fetiche.
Así como el apoyo de Obama a la industria automotriz fue fundamental
en los estados del mediooeste, en Florida fue fundamental el vuelco del
voto latino hacia el candidato demócrata por las políticas
antiinmigrante del gobierno estatal, en contraste con la posición más
tolerante del partido del presidente. A pesar de la fuerte base
republicana de los inmigrantes cubanos, los latinos, 17 por ciento del
padrón de Florida, apoyaron a Obama en proporción de seis a cuatro,
superando por mucho el margen de victoria del presidente en ese estado.
Ante la nueva realidad demográfica, es de esperarse que presente y
futuros ocupantes de la Casa Blanca tomen distancia del lobby
anticastrista que solía tomar a los candidatos como rehenes electorales
para asegurarse políticas agresivas hacia la isla. El voto latino
también volcó a Nevada y Nuevo México en la columna demócrata, amén de
los dos millones de votos que le suman a Obama en California.
Cerca de la una de la mañana ya estaba todo definido. Ohio seguía la
tendencia de Florida, con los votos de las grandes ciudades que
llegaban tarde rompiendo el empate inicial. Iowa se inclinaba hacia
Obama y con los votos de California asegurados la ventaja se volvía
indescontable. A la una y veinte de la Argentina la CNN dio ganador a
Obama.
No fue una victoria épica, ni siquiera contundente. Obama ganó con
lo justo. Con un par de respuestas para los laburantes en el mediooeste,
con un par de movidas en favor de los inmigrantes en el sur, con una
par de políticas para mujeres y gays. Ganó con una buena semana final de
campaña, en la que aprovechó el huracán Sandy para mostrar la
importancia, en tiempos difíciles, de un Estado ágil, reactivo y
sensible al sufrimiento. La tormenta pareció frenar en seco el
crecimiento del candidato republicano. Romney había dejado una buena
impresión en los debates, pero no terminaba de explicar cómo sus
políticas neoliberales iban a resolver la crisis creada por las
políticas neoliberales de Bush.
En una elección donde la economía fue el tema casi excluyente y
donde la diferencia fundamental entre los candidatos fue sobre el rol
del Estado en la reactivación, el mensaje de Sandy llegó justo a tiempo.
Visto en Página/12
Labels: elecciones usa 2012, Obama
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