Tuesday

Penny Arcade:
I just wanted to post an update with some of the stuff that has happened over on my end with regards to all this Ocean Marketing stuff.
Around midnight last night Paul sent me a mail saying that I could expect to hear from their attorneys. As of right now that still has not happened and honestly I don’t expect it will. Our attorneys (who are real people with an office and everything) are ready should it get to that point though.
At 7:12am this morning I got another mail from Paul. It was one line and simply said:
“You have the power Mike Please make it stop”
The reality is that once I had posted the emails I didn’t have the power anymore. The Internet had it now and nothing I said or did was going to change that.
An hour later I got a more complete apology:
Hey Mike,

I just wanted to apologize for the way our emails progressed I didn’t know how big your site was and I really didn’t believe you ran Pax , So for what’s its worth I am very sorry. Your post has obviously made my life very difficult and I have not slept yet dealing with all the spam and personal information intrusion as well as my family being smeared on the internet.

If you can please accept my apology and anything you can do to help if not me my son and wife please do. I have apologized to Dave and apologized to you what else can I do please tell me so I can make things good. I obviously care or I would not be emailing you.

I think there is a big difference between being sorry and being sorry you got caught. I have a real problem with bullies. I spent my childhood moving from school to school and I got made fun of everyplace I landed. I feel like Paul is a bully and maybe that’s why I have no sympathy here. Someday every bully meets and even bigger bully and maybe that’s me in this case.  It’s the same thing that happened with Jack Thompson. It might not always make the most business sense and it is a policy that has caused us some legal problems, but I really don’t give a shit about that. When these assholes threaten me or Penny Arcade I just laugh. I will personally burn everything I’ve made to the fucking ground if I think I can catch them in the flames.
-Gabe out

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David Lynch in Four Movements - A Tribute from Richard Vezina on Vimeo.

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Reportándome + En el 2062 Pt.4 = indeterminado 

"¡Yo también hice algo el fin de semana! Bueno, en realidad no. De hecho, cuando salí a la tienda por la leche anoche, me di cuenta de que había pasado cuarenta y ocho horas encerrado en la casa. Dos días enteros en los que no salí por ningún motivo, ni a comprar unas papas. Puede parecer horrible (lo es), pero sucedió sin querer. Simplemente, cuando mi hermano salía, nada más le decía que me trajera algo, mientras seguía sentado frente a esta misma pantalla en la que estoy viendo aparecer estas palabras. Mas que nada, tuve una probadita de lo que es vivir siendo un hikikomori. Mi casita es tan pequeña que bien podría ser un solo cuarto, y soy un primogénito varón que se ve abrumado por la presión de la vida moderna, e incluso estoy reciclando mis pantalones de la prepa y con eso de que todas mis camisas para ir a la escuela son blancas parezco un clon barato de Shinji de Evangelion, pero miope, y ser un personaje de anime es el sueño de todo otaku ¿o no? Pero esos son parásitos. Me agradaría más ser un superhacker, haciendo programas (después de todo eso estudio, y eso me pasé haciendo el sábado), cobrando en cuentas secretas, comprando en internet con ese mismo dinero, haciendo gala del CTRL + V para dejar mensajes ofensivos en un panel de mensajes, incapaz de distinguir entre la mañana de la media tarde, y el atardecer de la noche.

***

Pero estas son cosas aburridas. Ahora lo que verdaderamente importa: el futuro. La única “sección” de la que puede presumir este blog es la de las predicciones al 2062, y hace mucho que no se veían. Hasta hoy. Démosle un aplauso a Criswell y a su buen tino.

En el 2062 (Pt. 4)

“Saludos, amigo. Todos estamos interesados en el futuro, porque es allí donde usted y yo vamos a pasar el resto de nuestras vidas.”

Cierto, Criswell. El futuro, ah, si pudiéramos verlo. Pero que digo, si PODEMOS VERLO. No por nada tomé su curso, oh, maestro de lo desconocido e inexplicable. Es un honor tenerlo aquí. ¿Alguna cosa antes de empezar? Recuerde que el tiempo – médium es muy caro, y la llamada sale como si fuera a una estación a la Antártida.

“Y recuerde, que sucesos futuros como estos pueden afectarlo en el futuro”.

Em… bueno, comenzemos.



Soylent Green Is People:
Algunas materias primas del futuro



Ummm… girls

El derroche de recursos naturales durante el siglo XX y lo que va del XXI es lo que en última instancia convertirá este mundo en una sopa de anhídrido carbónico y plástico achicharrado. ¿Sabías que se usan 356 árboles para producir un cuaderno de cien hojas? ¿Y 567 para una caja de lápices? Ni hablemos del triste caso del tiburón, que sólo se captura por las aletas, tirándose al mar doscientos kilos de carne, suficientes para alimentar a toda la población de Somalia por dos segundos (porque a pesar de todo existen casi dieciocho millones de somalíes, y no creo que 0.01 gramos les alcancen para mucho). Simplemente, no hay mucho mercado para la carne de tiburón ni los árboles, y por eso se rematan.

Ahora está de moda el fin del petróleo. Como sabrán, el petróleo se va a terminar más temprano que tarde. ¿Qué va a pasar entonces, si la gasolina que respiramos y el plástico que consumimos día a día provienen de él? No todo está perdido, consumidor, algunos audaces y visionarios dentro y fuera de las empresas trabajan en soluciones eficientes y seguras para el ambiente:

En el 2062, los niños de países pobres serán mucho más baratos que el poco plástico fósil e incluso que la cerámica que ellos producen. De hecho, el hueso de un niño es altamente dúctil y resistente, además de ligero. Su composición orgánica proporciona un ambiente fresco para el equipo electrónico, tan indispensable en los días post-calentamiento global. Elegantes aparatos y muebles en “protomarfil” serán lo más chic, además de altamente redituables para la industria que los producirán. Partidarios de los derechos humanos, no se preocupen: las técnicas de clonación serán tan avanzadas que será innecesario cometer los horribles genocidios que seguramente ya habrán imaginado. Los clones vivirán en semicautividad, sin caer en la estúpida idea de darles cultura y lenguaje únicamente para hacerlos conscientes de su inevitable final, como en La Isla. En lugar de ello, tendrán una vida donde podrán dar rienda suelta a sus instintos y bestialidad, dando lugar a una existencia que muchos hippies envidiarían. ¿Y las computadoras? Los chips son de silicio, que está prácticamente en todas partes, así que estamos a salvo.



Aunque con clones iguales, puede haber inconvenientes


Con la mayoría de las fuentes de alimento ancestrales desaparecidas o incultivables, se pondrán de moda los alimentos sintéticos, reciclados, diseñados y/o submarinos. Los alimentos sintéticos son por lo general pastas y caldos nutritivos creados en grandes masa para la gente demasiado pobre para comprar reciclados, y demasiado humana para las granjas de protomarfil. Su consistencia pastosa y sabor dulzón los convierte en papilla para adultos, en su mayor parte compuesta por azúcares y almidones bacterianos de fácil absorción. Claro que para los que les suene insultante, pueden comer alimentos reciclados, siendo básicamente basura orgánica de procesos industriales o fluidos corporales depurados. Las empresas ya nos están entrenando: la mayoría de los productos con fibra parecen ser aserrín prensado con sabor avena.



Compre una galleta Quaker y niéguelo. O vea esta imagen.


Los alimentos diseñados son más difíciles de conseguir. Se cultivan en invernaderos en la superficie terrestre, siendo en su mayoría legumbres pequeñas, frutas y mamíferos pequeños. Su target mercadológico son las personas que viven en los pisos altos de los edificios, lo suficiente para poder ver la luz del sol sobre las nubes de hidrógeno y presumir de ello, y de que comen cosas que estuvieron vivas alguna vez. Los alimentos submarinos son lo más exclusivo. Después de casi cien años de propuestas archivadas por los grandes empresarios terrestres, colonias submarinas comienzan a poblar los mares y fosas abisales, convirtiendo en la explotación de algas marinas, moluscos y peces en el negocio de alimentos más redituable que existe. Una hamburguesa de carne de kelp es cotizada en la superficie en veinte dólares, y los moluscos son tan apreciados en Japón que el gobierno de dicho país defiende con su ejército las estaciones marinas.



Sabe peor de lo que se ve, pero es comestible.


El mundo del futuro está lleno de máquinas que son activadas mediante formas de energía de lo más diverso: Los autos se mueven con hidrógeno sucio y biodiesel. Las casas se calientan con electricidad proveniente del único lugar que recibe energía solar todo el año: la megacelda fotovoltaica del Sahara (Dicho sea de paso: hecha de silicio, hecha de arena), una estructura creada en el único periodo de paz que hubo inmediatamente de las guerras del óleo. Las estaciones submarinas funcionan con energía geotérmica y química. Pero hay cosas que no cambian. Cada seis meses, los sibaritas hedonistas de Occidente mandan hacer veinte millones de tarjetas de crédito, solamente para distinguirse de las personas que tienen que usar un omnichip para todas sus operaciones. Pues bien, ya que China se volvió una superpotencia y utiliza todos sus obreros para satisfacer a sus propios sibaritas hedonistas, y que en ciertos países la energía humana es más barata que la eléctrica, las tarjetas son esculpidas a mano. Sí, a mano. Fuera de los países ricos, toda la tecnología volvió a ser manual, únicamente usándose la electricidad para cosas muy prioritarias, como mantenimiento de hospitales o alumbrado navideño. Impresoras de espectaculares con cadenas tiradas por burros, drives de tarjetas perforadas y reglas de cálculo son la onda. Lo bueno es que ellos disfrutan algo que los capitalistas no pueden en sus contaminados entornos: La luz del sol.



Estampa típica de Los Ángeles a las 4:00 PM, horario de verano.

FIN
***

Ahora, algo de música del futuro, para animar a los colonos submarinos: “Pyramid Song”, de Radiohead, aunque no creo que esta marcha fúnebre sea muy adecuada para ambientar a los aventureros que se van a sumergir mil o más metros para cosechar las algas de las élites, pero ayer estaba pensando que le va muy bien a BioShock, así que pónganle play y duerman. Criswell los guarde".

Pyramid Song MV

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Punk Desperezamiento




de Cristino Bogado









"Ha llegado, joven, raspando la espesura del instante, la calzada, pesada y voluminosa, dripping de mirada, tacto, sonido y olor, la palabra del escritor como la palabra de un viejo, la bolsa, una road story, Win Wenders pero viejo, la palabra, último refugio de todo impotente, voluminosa y pesada, imaginemos a Marlon en road story de un viejo Win Wenders escritor, objeto y palabra, realidad y símbolo, separados, disyuctos, sin conexión posible, Brando mojándose bajo el poder de la realidad-lluvia, Win Wenders que desesperado recurre a la palabra, mierda, mierda, escupe Marlon Brando bajo la realidad-lluvia, pesada y voluminosa, mierda mierda, Win Wenders y la lluvia, disyuctos, separados, la lluvia mojando no más ni menos a “héroe que llega”, inundando el mundo con más palabras, aunque sin lograr exorcizar, mierda, la mierda lluvia, words, words, words, maldita costumbre, la palabra mostrando su imposibilidad de influir en lo real (la lluvia), la lluvia (lo real) incitando, produciendo más mierdas (words, words, words), ........"












Cristino Bogado, nacido en la Asunción stronista y amamantado bajo los lamparones rojos del kaarú por la musa esquiva y maldita de la mejor poesía paraguaya, la que no devela códigos sino zarpazos,nos muestra en esta obra toda la furia que esconden las metáforas mbopí que rondan los burdeles del viejo barrio Santo Domingo, por esos empedrados desandados marcando una urdimbre de silencios, por donde lo veía pasar envuelto en el misterio mientras fingía ganar en un ajedrez sempiterno y falaz a mis ocasionales contrincantes.

Parecía un Pushkin akahatâ que quisiera retar a duelo a cualkiera que defendiese la estúpida realidad, sabía que algún día nuestros pasos se iban a cruzar.El cerro Lambaré es su Odessa.Ha publicado El Dandy ante el vértigo, La Copa de Satana, Perro Prole. Su literatura alienígena tiene el desamparo de los genios ubicuos del sueño y si develáramos su estética quizá empezaríamos a comprender la seducción de las cobras

PUNK DESPEREZAMIENTO
Autor: CRISTINO BOGADO<> Género: Desnarrativa musikalizada con patadas y esputos<> 24 Páginas; 1a. Edición; ÑEMBY-PY; 2008. <> Precio: 8 Euros (Europa+Conejilandia) / 10 Dólares (Yankeelândia) / 10 Reais (Brasil-Rapailandia) Via Correo: 16 reais/ 20.000 Guaraníes (Paraguay) 5 Pesos (Argentina-Kurepilandia) <> Tirajen: 100 ejemplares <> Tapa: Hecha de cartón comprado a 1000 guaraníes el kilo, pintadas a mano por pupilos ñembyenses de Domador de Yakarés -ese Pollock de los Chacos in the airbus-: Janis y Denis Cazal y demás kolaboreitors. <> Apoyo Cumbiantero: Eloisa Cartonera, Buenos Aires

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Saturday

Cuatro datos de Willie Schavelzon
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Willie Schavelzon
Patricia Kolesnikov recoge para Revista Ñ algunos consejos del agente literario más importante de América Latina, Willie Schavelzon, sobre qué no se debe hacer si uno quiere vender sus libros al extranjero. Dice también que es un buen momento para la literatura latinoamericana en Europa, pues con la crisis los lectores buscan nuevos mundos y parece que, después de China, el latinoamericano empieza a llamar la atención.
Dice la crónica:
Un dato: si usted es, pongamos, un escritor argentino y  quiere que sus libros se traduzcan al francés, no sitúe la trama en París. No lo dice esta cronista, lo dice Willie Schavelzon, probablemente el agente literario argentino más importante. El agente que un día levantó campamento y se fue a Barcelona –donde se corta el bacalao literario– y hoy representa a una larga lista de estrellas entre las que brillan Paul Auster (¡Paul Auster!), Ricardo Piglia, Marcos Aguinis, Héctor Tizón, Elena Poniatowska, Adrián Paenza, Pacho O’Donnell, Pola Oloixarac, Andrés Neuman, Martín Kohan,  Marcelo Kohan, Pablo De Santis, Oliverio Coelho.

Entonces, Dato 1) No sitúe sus novelas en los países a los que quiere venderles derechos. “Muchos escritores dicen: ‘Esta novela voy a hacer que ocurra en París porque así les interesa a los franceses’. Y es impecable el París que cuentan porque fueron, investigaron, pero eso a los franceses no les interesa. Cómo ve París un argentino, es una problemática nuestra, ellos están muy satisfechos con cómo la ven ellos”.

Sin embargo, dice, si se consigue un editor que contenga su ansiedad por hallar realismo mágico en cualquier latinoamericano, Dato 2): es posible vender derechos afuera. De hecho, “es un buen momento para escritores argentinos y latinoamericanos.Nunca hemos conseguido tantos contratos como en los últimos dos o tres años”.

¿Qué pasa? “La crisis europea es tan fuerte que la gente culta, en Europa, mira para otros lados”. A China, obvio. Y a América Latina. Salvo en Inglaterra, que tiene las malas costumbres del mundo angloparlante. Porque, Dato 3) “Hay países que son exportadores de cultura pero que no están dispuestos a recibir nada. Estados Unidos publica unos 120  mil títulos al año, de los cuales apenas 300 son traducciones”. ¿Para tanto? “Los norteamericanos, dice Schavelzon, son absolutamente autorreferenciales y los británicos son norteamericanos de segunda. Antes era al revés, ahora son bastante menos cultos. Desde que se rompió la ley de precio fijo, sólo publican best-séllers… ”

Esto es problemático. El inglés es un puente: editores de lenguas con pocos hablantes descubren los libros cuando están en ese idioma. El negocio se muerde la cola: “Los norteamericanos nos dicen en la agencia: ‘No me ofrezcan ningún libro que no haya sido vendido ya para otros cinco idiomas’”.

Otro viento que sopla en las velas de una literatura son sus escritores de éxito. Dato 4)“Interesan los best-séllers latinoamericanos cuando tienen un aporte cultural local”. Un ejemplo: “En el siglo XX, el que más hizo por la literatura chilena fue Roberto Bolaño”. ¿Cómo? “Tuvo éxito”. Entre nosotros, “una escritora como Claudia Piñeiro tiene un éxito tan grande en Alemania que ha abierto caminos a otra gente”

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Thursday

Tengo 40 años, estoy de jefazo en una tiendaza supuestamente muy cool de Barcelona, a diario debo lidiar con docenas de VIEJOVENES treintañeros y mendrugos de veintibastantes, muertos en vida, gente iphonera, atocinados, como mis subalternos... La tienda no es mía, ni ganas, aguanto ahí porque en cinco años me retiro con mis ahorros a la isla de Ko Por, Thailandia, donde ya he estado y se vive como un rey por 500 USD al mes, contando todos los gastos. Usted no se ha planteado nunca dejar Madrid?
  Anonymous
El punto 7 es para ti:
http://www.revistagq.com/articulos/diez-hombrecitos-ridiculos-en-los-que-no-te-quieres-convertir/16106
Yo me voy de España el año próximo, lo más seguro. Y mi objetivo es acabar por esa zona del mundo a la que tú vas. Pero no para abrazar el hedonismo y la indolencia, que te acabará destruyendo, sino para buscarme las lentejas como un pobre más: yo no busco prietos chochos adolescentes morenos, bocas sin dientes, barbacoas de carne de perro ni mercados de animales de cazadores furtivos, ni pasar mis días haraganeando junto a un cocotero como un decadente occidental más, sino coger la ola económica del dragón asiático y construirme con los réditos un palacio con muros de oro y columnas hechas con las calaveras de las víctimas de los jemeres rojos lleno de niños-esclavo y de animales semisalvajes. Pero Kurtz tendrá que esperar; de momento no quiero vivir como un Rey, tiene que ser muy aburrido. Tampoco me lo puedo permitir…
Ánimo con los trapillos cool y los peter panes; tiene que ser duro de cojones. Yo prefiero pasarme un mes cepillando el depósito de aguas fecales de un Airbus que trabajar media mañana en tu tienda de Barcelona.

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Wednesday

Fl

Top5 : A las arms

En este blog abominamos la violencia, que es el último recurso del incompetente, pero también somos humanos, y a veces tenemos ganas de un baño de SANGRE!!! Por ello, en este día haremos una lista de las mejores armas, aquellas que nos gustaría usar contra los reggeatoneros que traen su celular con música a todo volumen o contra los hippies que obstruyen la circulación con una manifestación por los derechos de los animales.

5. Podadora - Dead Rising



Me encanta el aroma de los zombies cortados por la mañana.

4. MP44 - Call Of Duty


Mi arma favorita de todo FPS que he jugado. ¡Hasta gané una partida con ella! Es un arma nazi, pero qué importa

3. Taser - Syphon Filter



Más allá de la polémica que causan este tipo de "instrumentos no letales" en manos de los "policías", es una maravilla para usarla contra terroristas. ¡Hasta es ecológica! Pero yo quiero la del Syphon Filter por sus cualidades incendiarias.

2. Flak Cannon - Unreal Tournament


Mi otra arma favorita: un cañón de metal fundido que desbarata a todo lo que se le ponga enfrente. Lo mejor: los pedazos de persona gritan.

1. Lancer - Gears Of War


¿Qué es mejor que una ametralladora y una sierra eléctrica? Una ametralladora con sierra eléctrica. Obviamente, la diversión empieza cuando te aburres de disparar:


Gears Of War es una compilación de armas enfermas, como la escopeta que destaza, el arco con flechas explosivas o el cañón de energía satelital. Pero creo que ésta resume toda esa brutalidad, que es lo que espero en un arma que se precie.

Menciones honoríficas:

Lanzallamas


Dudo que haya un arma más útil que ésta: destruir evidencia, dispersar multitudes, asar carne... ¡sirve para todo! Y huele a victoria.

Feromonas (Half Life 2)


A simple vista parece inofensiva, pero en realidad es una vesícula de un insecto-madre que atrae a sus insectos-hijos. Mandar a un soldado Combine a una muerte horrible es, sin duda, bellísimo.

Pasen a más listas de Navidad de la NRA:

Srodry: http://losperrostambienjugamosalpoker.blogspot.com/

Sunday

HE, RB


 

 
"Ahora que lo dices... Veamos, Mateo, Lucas, Marcos y Juan son una banda de juerguistas que se reúnen en alguna parte y deciden hacer una apuesta, se inventan un personaje, se ponen de acuerdo acerca de unos pocos hechos esenciales y el resto que se lo monte cada uno, después se verá quién lo ha hecho mejor, más tarde los cuatro relatos caen en manos de los amigos, que comienzan a pontificar, Mateo es bastante realista, pero insiste demasiado en esa historia del Mesías, Marcos no está mal, pero es un poco caótico, Lucas es elegante, eso no puede negarse, Juan se pasa con la filosofía... pero, bueno, los libros gustan, pasan de mano en mano, y cuando los cuatro se dan cuenta de lo que está sucediendo, ya es demasiado tarde, Pablo ya ha encontrado a Jesús en el camino de Damasco, Plinio inicia su investigación por orden del preocupado emperador, una legión de apócrifos fingen que también ellos están en el ajo... toi, apocryphe lecteur, mon semblable, mon frere... A Pedro se le sube el triunfo a la cabeza, se toma en serio, Juan amenaza con decir la verdad, Pedro y Pablo le hacen apresar, le encadenan en la isla de Patmos, y el pobrecillo empieza a desbarrar, ve a las langostas en la cabecera de la cama, que se callen esas trompetas, de dónde sale toda esta sangre... Y los otros van diciendo que bebe, la arterioesclerosis ya sabe... ¿Y si realmente hubiera sido así?"

Umberto Eco - El péndulo de Foucault



Tenía en el planeta Marte, a orillas de un mar seco, una casa de columnas de cristal, y todas las mañanas se podía ver a la señora K mientras comía la fruta dorada que brotaba de las paredes de cristal, o mientras limpiaba la casa con puñados de un polvo magnético que recogía la suciedad y luego se dispersaba en el viento cálido. A la tarde, cuando el mar fósil yacía inmóvil y tibio, y las viñas se erguían tiesamente en los patios, y en el distante y recogido pueblito marciano nadie salía a la calle, se podía ver al señor K en su cuarto, que leía un libro de metal con jeroglíficos en relieve, sobre los que pasaba suavemente la mano como quien toca el arpa. Y del libro, al contacto de los dedos, surgía un canto, una voz antigua y suave que hablaba del tiempo en que el mar bañaba las costas con vapores rojos y los hombres lanzaban al combate nubes de insectos metálicos y arañas eléctricas.

Ray Bradbury - Crónicas Marcianas

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Enfermedades de ficción. 

"Hace miles de años, en 2008, teníamos la bonita costumbre de hacer un top 5 todos los domingos. Hoy volvemos y estimularemos su hipocondría con este compendio de enfermedades ficticias.


5.- Infertilidad global


Ya sea porque todos los machos de la especie mueran, o por un factor desconocido que impida a las mujeres concebir, el mundo sin niños es aterrador simplemente porque antecede al mundo sin humanos. La plaga última. Lo que no entiendo de todas las visiones apocalípticas de ese tipo es por qué demonios la gente no se da a carpe diem, pero en fin. Probablemente sea porque el mundo ya era una mierda desde antes del fin de mundo.

4.- Ashera


Un virus propagado tanto por intercambio de fluidos como por palabras o textos que expone al afectado a ser controlado por los me, software para el cerebro codificados en sumerio, el lenguaje más cercano al BIOS del cerebro. Los programadores y hackers son un grupo de riesgo, pues son más susceptibles a los me, por la estructura de su mente. Como lo oyen.

3.- El cruciforme


En un barranco de Hyperion viven Las Tres Veintenas mas Diez o bikura. Una tribu de inmortales. Recibieron ese don al aceptar al parásito cruciforme en sus cuerpos. Al morir, el parásito regenera el cuerpo completamente, hasta cierto punto. Como sucede al guardar una imagen JPG una y otra vez, las copias van haciéndose más y más burdas, perdiendo inteligencia y partes de la anatomía, al punto que su descubridor, el padre Paul Duré, los describió con dificultades para distinguir el pasado, y asexuados por las regeneraciones sucesivas. Otro inconveniente es el de no poder salir de una pequeña área alrededor de su aldea, pues el cruciforme provoca dolor en el huésped al hacerlo. Pedazo de popó por liebre, diría yo

2.- Mal de Merlín

Otra enfermedad que viene de Hyperion, pero totalmente opuesta a la anterior:

“Bien, Rachel, acabas de despertar. Estás confundida. No sabes cómo has llegado aquí. Algo te ocurrió. Escucha.

Estoy grabando esto el día doce del mes diez, año 457 de la Hégira, 2739 de la era cristiana según el calendario antiguo. Sí, sé que es medio año estándar desde lo último que recuerdas. Escucha.

Algo sucedió en la Esfinge. Quedaste atrapada en la marea de tiempo. Te cambió. Estás envejeciendo hacia atrás, aunque esto suene ridículo. Tu cuerpo es más joven cada minuto, aunque por ahora eso no importa. Cuando duermes... cuando dormimos... olvidas. Pierdes otro día de tus recuerdos anteriores al accidente, y olvidas todo a partir de entonces. No me preguntes por qué. Los médicos lo ignoran. Si quieres una analogía, piensa en uno de esos virus que antaño afectaban a los ordenadores. El virus devora los datos de tu comlog... hacia atrás a partir de la última anotación.

No saben por qué la pérdida de memoria se produce cuando duermes. Trataron de mantenerte despierta, pero al cabo de treinta horas te vuelves catatónica durante un rato y el virus actúa igualmente. Qué diablos.

¿Sabes una cosa? Hablar sobre mí en tercera persona es terapéutico. Espero aquí a que me lleven arriba para hacerme análisis y sé que me dormiré cuando regrese, sé que lo olvidaré todo y me da escalofríos.

Bien, sintoniza la placa a corto plazo y tendrás un discurso preparado que te pondrá al corriente de todo lo ocurrido desde el accidente. Mamá y papá están aquí y conocen a Melio. Pero yo no sé tanto como sabía. 

¿Cuándo hice el amor por primera vez con él? ¿El segundo mes en Hyperion? Entonces nos quedan sólo unas semanas, Rachel, y luego seremos sólo conocidos. Disfruta de los recuerdos mientras puedas.

Ésta es la Rachel de ayer. Corto y fuera.”

No se ustedes, pero esa sí me da miedo.

1.- Thetans corporales


Definitivamente mi favorita: almas extraterrestres atrapadas en los seres humanos por culpa de un genocidio ordenado por un emperador intergaláctico hace millones de años para deshacerse de la superpoblación en su imperio. Causantes de aflicciones en sus huéspedes y en ellas mismas, deben ser retiradas mediante un largo y costoso proceso patentado por L. Ron Hubbard y la Iglesia de la Cienciología. Y así tenemos el extraño caso de una enfermedad inventada que se infiltra en el mundo real, con efectos muy reales… pero no deja de ser una ficción.

Se quedaron atrás:

Ojos del Ibad

El adicto a la melange, la especia que da la longevidad en el mundo de Dune, sufre de esta condición, en la que los ojos se tiñen de azul, siendo el color más profundo entre mayor sea su consumo. Algo inocuo, pero que llama mucho la atención, como tener un grano o algo.

Koro

El koro es una enfermedad real que afecta principalmente a personas del sureste asiático, y consiste en creer que se sufre una enfermedad ficticia muy concreta: retraimiento de pene (o de pezones en el caso de mujeres). El pobre afectado cree que su pene se vuelve cada vez más y más pequeño, y que en algún momento desaparecerá. Demasiado meta.

SIDA

Simplemente porque los negacionistas del SIDA creen que es una ficción, y esa es una ficción bastante patológica".

Más tops con William SaintsHumbert C Christopher.

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"lunes 15 de noviembre de 2010
Zeit, de Tangerine Dream

Lo que me pasa en la oficina es que no me puedo concentrar cuando una canción tiene letra: me pongo a cantarla (o murmurarla en el idioma universal del washawasheo, verdadero esperanto musical) o me emociono de más y tengo que dejar lo que estoy haciendo (No Distance Left To Run siempre es un gancho al hígado). Tampoco puedo estar sin música, porque el silencio de la oficina que solo se rompe con el sonido de los teclados y los clics de los ratones me deprime un poco. Así que últimamente he tenido que recurrir a métodos poco convencionales, como sintetizadores setenteros que están a un paso de ser música New Age, a cargo de Tangerine Dream, un grupo con mucho pedigrí en ese género. Creo que con la edad empiezas a apreciar más ese tipo de música atmosférica. Ustedes saben, tiene su encanto escuchar un montón de sonidos y melodías que salieron de máquinas primitivas allá en los 70 (En Berlín, oiga usted), que parece fueron hechos para ambientar documentales, museos, colecciones de ciencia ficción, qué se yo. Algo así como el futuro que nunca fue. Con el tiempo, en los 80, se volvieron simplemente repetitivos (como casi todos los artistas pasado un rato, hay que decirlo), pero ya habían hecho cosas como Zeit, un disco que puede ser para usted una sinfonía al tedio o el soundtrack del espacio intergaláctico.

¿Aburrido? Tal vez. Pero hasta lavarse los dientes (o en mi caso, programar) se envuelve en un aura mística y majestuosa con estos ruiditos compuestos al girar perillas al azar. A lo mejor por eso es tan popular la música New Age. En cualquier caso, cuando quiera volver al mundo de los vivos, pongo a Franz Ferdinand o ya de perdida a Kraftwerk".

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DMD

Miles DavisKind Of BlueColumbia, 1959
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"La que voy a acometer en este post probablemente sea la tarea más difícil que he afrontado en toda la historia de este blog. Cierto es que me he enfrentado a álbumes clásicos, de los cuales se ha dicho una cantidad de genialidades difíciles de superar. La tarea de meterse con esos discos es titánica, pues no sólo se debe respetar al material de estudio -un disco de esa valía, un clásico de clásicos, merece pleitesía- sino también, y esta es la misión más compleja a la que se debe enfrentar un escritor, hay que intentar escaparse todo lo que se pueda de los lugares comunes tan arquetípicos del periodismo musical, en especial cuando se refiere a álbumes como el que hoy les presento. Estas dos ideas están interconectadas, claro está, pues en el esfuerzo de ser respetuoso y justo con estos materiales muchas veces resulta en una colección de ideas simples, poco elaboradas y adjetivaciones sin más intento que el de producir un efecto de conformismo en el lector. Aquí siempre hemos tratado de escaparnos de todo eso que podemos denominar el periodismo musical arquetípico, ustedes lo saben. Y esta no va a ser la excepción. Así que si ven algo acá que se parezca a un lugar común, mañana pueden darme un puñetazo en la nuca (?). Lo que sí va a ser difícil, sin embargo, será escaparse de la tentación de escupir una retahíla de elogios sin fin, propia de un material tan fundamental para la historia de la música popular y, en especial, de una de sus expresiones más refinadas, el jazz. Figura fundamental de este movimiento fue el trompetista cuyo soplón rostro (?) ilustra este post, un muchacho que arribó a la movediza New York ni bien se egresó de la secundaria para estudiar en Julliard, la popular escuela de música. Rápidamente, este díscolo grone (?) abandonó sus estudios y se focalizó en tocar, tocar y tocar. Un año después de su arribo a New York, ya estaba en la banda de su ídolo, Charlie Parker, aventura que tampoco le duró mucho. Su futuro, fulgurante, estaba en ser líder de banda, compositor, figura. Así llegaron álbumes fundamentales como Blue Moods y Bags’ Groove para el insigne sello Prestige. Pero difícilmente haya habido un momento más fértil para Miles que su pase al poderoso sello Columbia, donde desde el ‘55 grabó una cantidad de álbumes extraordinarios en formato de quinteto y sexteto, explorando extensivamente el bebop y el hard bop que tan bien le salían y eligiendo cualquier cantidad de grossos para que lo acompañaran.
Estas dos situaciones -su exploración en el hard bop y su capacidad de elección de acompañantes- hicieron eclosión hacia 1958 cuando este hombre afirmó el que quizás sea su más recordado sexteto junto a la maravillosa base rítmica del bajista Paul Chambers y el baterista Jimmy Cobb, el talentosísimo dúo de saxofones que componían el alto Cannonball Adderley y (nada menos que) el tenor John Coltrane y fundamentalmente el pianista Bill Evans. Fue Evans quien llevó a Davis en una nueva dirección, mostrándole las posibilidades de la improvisación en base modal, esto es, tocar basándose en escalas en oposición a tocar basándose en cambios de acordes, sentir el ánimo de la improvisación colectiva y dejarse llevar por un camino pleno de experimentación y novedad en lugar de acomplejarse con las dificultades técnicas de los acordes cada vez más complejos que exigía el bebop. De hecho, en las liner notes, el propio Evans -el “asistente técnico” de Davis en esta nueva aventura- explicaba que Miles había compuesto estas ideas horas antes de la grabación y que el grupo nunca las había ensayado ni tocado antes. Quizás -o mejor dicho, seguramente- por eso Kind Of Blue se perciba sensorialmente de una manera tan diferente a otros álbumes de jazz de la época (Moanin’ de Art Blakey, Finger Poppin’ de Horace Silver o incluso The Shape Of Jazz To Come, el primer disco de avant garde de Ornette Coleman). Aquí lo que importa no es el virtuosismo -si bien está presente, y cómo, en cada nota aquí tocada- sino el sentir el ritmo, la cadencia, la canción y, cómo no, la alquimia entre los músicos. La dulcísima introducción de “So What”, tal vez el mejor comienzo de álbum de la historia, es suficiente para enamorar y magnetizar al más converso. La cadencia del bajo de Chambers no puede ser eclipsada por la perfección, la genialidad de cada nota que el piano de Evans despide respondiéndole, impoluto. Allí es donde entran los saxos de Coltrane y Adderley y ya está, no hay vuelta atrás. Kind Of Blue ha desatado las amarras de la realidad y ha partido para siempre hacia ese lugar donde pocos llegan, ese espacio en que la genialidad da un paso más allá y se convierte en leyenda.
Como la trompeta de Miles".
 

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Treno: entre el clamor y la tanatopolítica
Gustavo Chirolla
Folósofo
(versión original en español del texto en inglés).
“No nos sentimos ajenos a nuestra época, por el contrario contraemos continuamente con ella compromisos vergonzosos. Este sentimiento de vergüenza es uno de los temas más poderosos de la filosofía. No somos responsables de las víctimas, sino ante las víctimas”
Gilles Deleuze y Félix Guattari
(1993:109)



Deleuze se interesa por el grito. Se pregunta por la importancia del grito a propósito de la pintura de Francis Bacon. ¿Cómo pintar el grito? Se trata de hacer visible no sólo un sonido particular, sino hacer visibles las fuerzas no visibles que lo suscitan. El mismo problema se presenta en la música, es Alban Berg quien ha sabido “hacer la música del grito”, ha puesto en relación la sonoridad del grito con las fuerzas insonoras de la Tierra, grito de Marie en
Wozzeck, y con las fuerzas insonoras del Cielo en Lulú (2002: 66). En el cine los Straub revalorizan el grito, éste se convierte en un acto de habla y en un acto de resistencia (2007: 289). ¿Cuál es ese movimiento del arte, aludido por Deleuze, que va de “hacer el grito” al acto de resistencia, de la estética a la política del grito?
Este texto girará alrededor de la obra Treno de la artista colombiana Clemencia Echeverri. Del griego trenos, lamento, y oide, canto, Treno es precisamente eso que ha sido nombrado, un canto fúnebre, una trenodia audiovisual. Como esperamos mostrar, este canto fúnebre culmina en un grito, en un grito contra la muerte, crier à la mort dice Deleuze (2002: 67). No se trata de elegir entre la producción actual de arte, una obra que nos sirva de paradigma para pensar la relación de Deleuze con el arte contemporáneo, de modo que nos conformemos con la aplicación de ciertos conceptos de su filosofía a la interpretación de la obra. La elección de Treno para nuestro trabajo obedece a una serie de cuestiones que esta obra plantea desde su específica forma de pensar, y que suscita a su vez nuestro ejercicio de pensamiento. Estas cuestiones conciernen al campo político, y concretamente a la noción de pueblo. La cuestión del grito será nuestro hilo conductor.
Deleuze tiene el merito de haber señalado que arte y filosofía tienen con el pueblo una relación que les es común, en ¿Qué es la filosofía? escribe con Guattari:
“El artista o el filósofo son del todo incapaces de crear un pueblo, sólo pueden llamarlo con todas sus fuerzas. Un pueblo sólo puede crearse con sufrimientos abominables, y ya no puede ocuparse más de arte o filosofía. Pero los libros de filosofía y las obras de arte también contienen su suma inimaginable de sufrimiento que hace presentir el advenimiento de un pueblo. Tienen en común la resistencia, la resistencia a la muerte, a la servidumbre, a lo intolerable, a la vergüenza, al presente” (1993:111).
Deleuze no dejara de afirmar que los artistas, Mallarmé, Kafka, Klee, insisten en que el arte necesita de un pueblo y que, sin embargo, el pueblo es lo que falta, entonces no pueden hacer otra cosa que convocarlo con todas sus fuerzas, convocar a un pueblo que todavía no existe, un pueblo futuro, “un peuple á venir”. Ese será entonces nuestro tema, una relación específica del arte y la política, una relación con un pueblo que falta, y que ha de advenir; quizás allí encontremos las claves para pensar también cómo se da esa relación respecto a la filosofía.
¿Qué significa pensar este asunto desde una situación geográfica e histórica concreta? Por motivos que consideraremos más adelante, esta situación podríamos caracterizarla como propia de una tanatopolítica[1]. Subrayemos por el momento que, como dicen Deleuze y Guattari, “un pueblo sólo puede crearse con sufrimientos abominables”, y, precisamente, circunstancias de esta índole nos llevan a hablar de tanatopolítica. Por tales motivos este texto girará alrededor de ese canto funebre, de esa trenodia audiovisual de Clemencia Echeverri. Sí, ¡un lamento! Sin embargo, ¡contengamos nuestro desasosiego! Si algo hemos aprendido de los estudios estéticos de Deleuze es que “no hay obra que no deje a la vida una salida, que no señale el camino entre lo adoquines” (1995: 228).
« La vergüenza de ser hombres»
Antes de proseguir con nuestro comentario sobre la política del grito en la instalación de Clemencia Echeverri, reconozcamos que también hay gritos filosóficos. ¡Vergüenza!¡Vergüenza! Parece oírse por todas partes en la obra tardía de Deleuze. En una entrevista concedida a Antonio Negri, el filósofo italiano refiriéndose a Mil Mesetas, después de enumerar un conjunto de problemas que, según su perspectiva, deja abierto este libro de “una voluntad teórica inaudita”, a manera de pregunta dice: “Pero a veces me parece sentir un acento trágico, cuando se ignora a dónde puede conducir la «máquina de guerra»” (la cursiva es nuestra). Deleuze responde:
“Dice usted que todo esto no está exento de cierto tono trágico o melancólico. Creo comprender la razón. Me han impresionado mucho las páginas de Primo Levi en donde explica cómo los campos de exterminio nazis nos han inoculado «la vergüenza de ser hombres»” (1995:269).
Dejemos de lado el asunto de la máquina de guerra, aún cuando en la misma respuesta se afirma que “también los movimientos artísticos son máquinas de guerra”, esto nos conduciría muy lejos. «La vergüenza de ser hombres» según la expresión de levi, es llevada por Deleuze más allá de los campos de exterminio, experimentamos este sentimiento, afirma, en las circunstancias más ridículas, “ante un pensamiento demasiado vulgar”; pero, lo que nos avergüenza en el capitalismo actual “es no tener ningún medio seguro para preservar, y afortiori para liberar los devenires, incluso en nosotros mismos” (1995: 270). Y junto a Félix Guattari en ¿Qué es la filosofía? la vergüenza no se hará esperar, se repite la referencia a Primo Levi, y se hace más evidente el tono trágico. Al final del capítulo IV intitulado Geofilosofía el tema que les preocupa a los autores es la relación de la filosofía con el presente, pues como dicen “no carecemos de comunicación, por el contrario nos sobra, carecemos de creación, carecemos de resistencia al presente”(1993: 110). «La vergüenza de ser hombres» se vuelve a este respecto un leitmotiv: vergüenza ante todas las circunstancias que acechan la existencia en la democracias actuales, vergüenza ante “la ignominia de las posibilidades de vida que se nos ofrecen”(1993: 109). Consecuentes con ese ‘destino’ trágico, heroicamente Deleuze y Guattari anuncian: “Este sentimiento de vergüenza es uno de los temas más poderosos de la filosofía”(1993:109). Por supuesto, para resistir desde el pensamiento a este presente no hace falta más que creación, creación de conceptos y creación de seres de sensación, “el arte y la filosofía se unen en este punto, la constitución de una tierra y un pueblo que faltan, en tanto que correlato de la creación”(1993:110).
Mayo del 68 ha quedado atrás[2], entre El anti-edipo de 1972 y Mil mesetas han pasado ocho años, la entrevista a Negri y la publicación de ¿Qué es la filosofía? se realizan a comienzo de los 90s, no hay razones, entonces, por qué considerar extraño ese tono trágico: “Es un período muy débil, un período de reacción” (1995: 193). Difícilmente podría afirmarse que la formula «un pueblo que falta» sea un tema del Anti-edipo. Existe, pues,  un estrecho vínculo entre «la vergüenza de ser hombre» y el pueblo que falta, y todo ello envuelto en una atmósfera trágica, melancólica incluso, el espíritu de la época enrarecido por la reacción, vivimos tiempos conservadores. “Y no queda más remedio que hacer el animal (gruñir, escarbar, reír sarcásticamente, convulsionarse) para librarse de lo abyecto: el propio pensamiento está a veces más cerca de un animal  moribundo que de un hombre vivo, incluso demócrata” (1993: 109-110).
La lectura que hace Deleuze de Primo Levi va más allá de cualquier compromiso humanista, la vergüenza que nos lleva a interrogar a nuestro propio presente no es fruto de una injusticia que tenga por medida una idea de humanidad, y que revele, en un sentido negativo, la aspiración a un ideal de hombre. Según tal interpretación Deleuze sería un humanista encubierto, un crítico del hombre como valor que permanece prisionero de una fe en el hombre, un humanista melancólico. Pero es precisamente la situación del hombre actual, aquello que el hombre ha llegado a ser, desde lo más extremo a lo más insignificante, lo que hace imposible cualquier humanismo, allí donde se ha eliminado, diría Agamben, la posibilidad de distinguir entre el hombre y el no-hombre (2000).  
La filosofía de Deleuze es evidentemente anti-humanista, hay en ella un rechazo de toda doctrina moral y política centrada en la naturaleza humana, y en el hombre como un valor en sí mismo. No sorprende que a partir de Kafka. Por una literatura menor (1978), escrito con Félix Guattari, insista en los devenires no humanos del hombre, en especial en el concepto de devenir-animal, manera de asumir y desplazar la vieja cuestión ontológica y piedra de toque de todo humanismo, la relación del hombre y el animal. Este anti-humanismo se sentencia finalmente con una formula lapidaría en ¿Qué es la filosofía?: “El cerebro es el que piensa y no el hombre, siendo el hombre únicamente una cristalización cerebral” (1993: 211). Del mismo modo encontramos en Deleuze una estética que va en contra vía de toda teoría humanista del arte, allí las obras de arte no son concebidas como la más elevada expresión del espíritu humano. Cuando Deleuze sostiene con Guattari que el arte, en tanto forma de ser del pensamiento, es creación de seres de sensación, de afectos y perceptos, define estos términos en un sentido anti-humanista: “los afectos son precisamente estos devenires no humanos del hombre como los perceptos (ciudad incluida) son los paisajes no humanos de la naturaleza” (1993: 170).
El grito y el horror
Francis Bacon se proponía pintar más el grito que el horror, para Deleuze habría que distinguir aquí dos violencias: la violencia del espectáculo, que corresponde al horror y pertenece al orden de la figuración; y la violencia de la sensación, que corresponde al grito, y pertenece al ámbito de lo figural, allí donde la figura ha abandonado la narración y la representación. Al elegir el grito más que el horror, Bacon es fiel a la formula del arte moderno proclamada por Paul Klee: «no reproducir lo visible, hacer visible». Con el grito se hacen visibles las fuerzas  invisibles que lo suscitan (percepto), fuerzas de las tinieblas cuya visibilidad se alcanza a través de los estremecimientos que producen en el cuerpo, son fuerzas de la muerte que nos hacen desfallecer. Esta visibilidad tiene lugar “cuando el cuerpo visible se enfrenta cual luchador a las potencias de lo invisible”. Entonces, también, se hacen visibles las fuerzas de la vida, las fuerzas del cuerpo que resisten a la muerte: “la vida grita contra la muerte” (“la vie crie à la mort”). El grito concentra todas esas fuerzas en una sola acción, una acción que evidencia una lucha. Deleuze llama a las fuerzas afirmativas liberadas en el combate potencias del porvenir (2002: 66-70).
Toda la violencia del arte contemporáneo se debate entre el grito y el horror, entre el ser de sensación y el espectáculo sensacionalista; sin embargo, la violencia del segundo resulta más frecuente que la del primero.
Vamos, pues, a la obra de Clemencia Echeverri. Treno es una instalación audio-visual donde dos grandes pantallas una frente a otra colman todo el espacio, asistimos, como su nombre lo indica, a una trenoidia: un canto fúnebre por una catástrofe de orden político. Aquí también como en la obra de Krysztof Penderecki Trenoidia por la victimas de Hiroschima se trata de un lamento por las victimas. En este caso el lamento es tanto visual como sonoro, el espacio intermedio entre las dos pantallas se va llenando de imagen y sonido, de silencios y sombras. Vemos la imagen de un río cuyo caudal va creciendo y que se repite de una pantalla a la otra a intervalos de tiempo distintos; oímos el sonido del mismo caudal, acompañado de grillos y ranas, que crece y decrece mientras recorre todo el espacio; en un momento determinado, se escuchan voces que llaman con nombres propios, gritos que son impulsados por la corriente del río a través de la sala, llamados o voceos de una orilla a otra; finalmente, vemos al río mancharse de rojo, y como únicas respuestas que las voces han convocado vemos extraer del caudal prendas como fantasmas, fantasmas de los sufrimientos de un pueblo.  El lugar del espectador de Treno es paradójico, está simultáneamente a un lado y al otro del río, y está, también, en medio del torrente de las aguas, desde allí escucha las voces; el grito alcanza las dimensiones del canto, en la medida que circula por el espacio. Este procedimiento de vocear un nombre, a la manera del Sprechgesang, es usado por los campesinos de la región para comunicarse a través de largas distancias, para establecer un puente sonoro entre una orilla y otra. En la instalación de Clemencia Echeverri el hablar cantado se convierte en un lamento que no encuentra respuesta en la otra orilla, el puente se ha roto y el tumultuoso sonido del río ahoga las voces.
Aún tratándose de un canto fúnebre, cometeríamos un error si intentáramos interpretar esta obra como representación de un duelo, símbolo de una determinada violencia y su padecimiento, o como si la experiencia propiciatoria del arte tendiera un puente entre la representación de un conflicto y el sufrimiento abominable; en ambos casos, no obtendríamos otra cosa que la dramatización y estetización de la victima. Esta obra nace de la impotencia experimentada, del abismo infranqueable, frente a una violencia singular: “No sé qué haremos, señora. Se llevaron a mi hijo”, recuerda la artista una voz en el teléfono, una voz femenina procedente de inmediaciones del río Cauca y que según sus palabras “evidenciaba un clamor y una búsqueda sin respuesta”. Para la artista la imposibilidad de pronunciarse en lugar de la victima se impone con toda su fuerza, ya no podemos conferirle al arte tal poder declarativo; por el contrario, la práctica artística ha de confrontarse con la imposibilidad misma del testimonio, volveremos sobre ello.
Como hemos visto, el problema de la representación tiene además otra cara: lo sensacional. ¿Cómo alejarse del espectáculo de la violencia? ¿Cómo escapar del cliché mediático de la violencia y sus representaciones? Nosotros consideramos que Treno se mantiene bajo la égida de Bacon, dándole al grito un carácter colectivo y político no evidente en el pintor irlandés. En su audio-video instalación la colombiana al situar al espectador en medio de dos grandes proyecciones enfrentadas del río y, sin necesidad de recurrir a imágenes de horror y de extrema crueldad, logra, en la medida que crece el caudal de las aguas, la sensación de hundimiento de quien está en medio de la escena; tan sólo en un momento, y al modo de una alusión, nos encontramos con esos rastros –ropas- de una tanatopolítica que la corriente del río arrastra. No se trata de evitar tales representaciones sólo por pudor moral, sino de conseguir otra cosa abandonando lo sensacional y el espectáculo de muerte: Treno es más el grito, el clamor, que el horror.
Nosotros necesitamos indicar ahora cómo es que el grito deviene colectivo y se hace político. Recordemos que para determinar el carácter político del hombre, Aristóteles en La política distinguía entre la voz, phoné, y la palabra o discurso, logos. Con la voz, animales y hombres, pueden expresar una sensación de placer o de dolor; con el logos, que pertenece sólo al hombre, éste puede manifestar lo que es bueno y lo que es malo, lo justo y lo injusto. Para el Estagirita, la naturaleza de la política reside en poder establecer, en virtud de la palabra, la medida de la justicia. Treno es un lamento, un canto fúnebre, en que incluso la palabra ha devenido grito. Todo el ejercicio del arte, en este caso, consiste en hacer de la voz, phoné, una expresión política. La política de aquellas voces que han sido despojadas del logos.
De una parte el grito implica una dimensión corporal, como lo hemos señalado, un combate entre las fuerzas del cuerpo y aquellas de la muerte, una relación de fuerzas. Y por otra parte, una implicación en el orden de la enunciación, los llamados, los lamentos, como actos de habla (speech-act). El grito se da en el campo de la mezcla de cuerpos, de sus acciones y pasiones, pero deviene clamor en el espacio de la enunciación. Diríamos que se trata de dos aspectos correlacionados de un mismo agenciamiento, irreductibles el uno al otro, lo visible y lo enunciable (Deleuze, 1987), agenciamiento maquínico de cuerpos y agenciamiento colectivo de enunciación según conceptos esenciales en Mil Mesetas. Recordemos que la enunciación no tiene para Deleuze y Guattari una naturaleza informativa y comunicativa, así que el grito físico cobra la fuerza ilocucionaria de un llamado, de un clamor colectivo, y por lo tanto, constituye un acontecimiento esencialmente político. Pues bien, no permanecemos dentro de la orbita aristotélica diciendo que el grito es un agenciamiento de cuerpos, mientras el clamor tiene una naturaleza lingüística; lo que queremos decir es que el grito irrumpe en la palabra e invade el acto de habla con una potencia intensiva, en este sentido hablamos de clamor. Éste no es político por ser discursivo, el clamor no deja de ser un grito, conserva su fuerza como signatura del cuerpo, un acto de habla signado por las profundidades del cuerpo.
En Treno distintas voces se suceden en una misma corriente sonora, dos voces masculinas llaman a Nazareno y Orfilia, y una femenina llama a Victor. Cada una de estas voces particulares, al implorar por un nombre propio, se constituye en un clamor contra la muerte, un grito simultáneo de sufrimiento y de resistencia, de duelo y de exigencia. En cada voz resuenan múltiples voces, cada grito es un agenciamiento colectivo de enunciación. En toda la obra de los Straub, dice Deleuze, el grito ha sido revalorizado y lo ha sido precisamente como acto de habla, como acto de habla que es un acto de resistencia (2007: 289). Resumamos el camino que nos ha conducido de cómo hacer el grito a cómo hacer la política del grito. Tenemos primero, la cuestión de hacer el grito, tanto para la pintura como para la música, para el cine como para una video-instalación, se trata de hacer perceptibles desde cada dominio las fuerzas no perceptibles que suscitan el grito. En segundo lugar, nos topamos con un grito que concentra en sí mismo una relación de fuerzas, fuerzas de la vida que resisten a la muerte; se trata, entonces, de hacer perceptibles las fuerzas que tienen lugar en este incierto combate. Finalmente, este grito contra la muerte, y no otro, deviene acto de habla, un acto de habla que es un acto de resistencia.
Lo visible y lo enunciable
Deleuze muestra como Carmelo Bene hace pasar un enunciado por un continuum de variaciones. «¡Me causas temor!», un mismo grito de lady Anne en Ricardo III pasa por todas las variables o situaciones de actos de habla, hace “que se erija en mujer de guerra, regrese como niña, renazca como muchacha” (2003:87). Se trata, dice, de una especie de Sprechgesang. A diferencia del canto donde se intenta mantener la altura, “en el Sprechgesang no se deja de abandonarla por una caída o una subida” (2003: 88). Carmelo Bene sobrecarga el texto de indicaciones restándole importancia al contenido mismo, un conjunto de operaciones precisas deben efectuarse en cada momento en relación con las variables por las que pasa el enunciado, “exactamente como una partitura musical” dice Deleuze. Las palabras ya no forman un ‘texto’, el hombre de teatro deja de ser un autor o director, es un operador, y el suyo es un teatro-experimentación (2003: 77-78).
Mediante cierta operación Clemencia Echeverri despoja a la palabra cantada de su supuesta función comunicativa. En principio procedería conforme a esta función, la voz se eleva sobre las aguas esperando respuesta, pero en la medida que la comunicación fracasa, el llamado se transforma en un lamento que resuena en toda la sala. El lamento es una especie de Sprechgesang, de todas y de cada una de las voces. Sin embargo es toda la obra, el consolidado de todos sus elementos heterogéneos, y no sólo las voces, la que constituye propiamente un lamento, el agenciamiento audio-visual de un grito. En este sentido la audio-video instalación establece una relación entre los componentes lingüísticos y no lingüísticos.
Para referirse a lo visible y a lo enunciable Deleuze y Guattari prefieren tomar prestados los términos de Hjelmslev, hablan de la forma del contenido y de la forma de la expresión, que en su propio lenguaje corresponde a ciertos aspectos del agenciamiento maquínico de cuerpos y del agenciamiento colectivo de enunciación. Detengamonos un momento en el plano del contenido. No sobra precisar, como lo hace Deleuze a propósito de Foucault, el significado de lo visible, que no designa simplemente lo que vemos o lo que percibimos en general, “las visibilidades no son formas de objetos, ni siquiera formas que se revelarían al contacto de la luz y de la cosa, sino formas de luminosidad, creadas por la propia luz y que sólo dejan subsistir las cosas o los objetos como resplandores, reflejos, centelleos” (1987: 80). Según esta línea de interpretación, no diríamos que lo visible propio de las prácticas artísticas consista en reproducir lo que vemos, sino en la forma en que se hacen visibles las fuerzas no visibles, es bajo una determinada forma de luminosidad que tales fuerzas subsisten “como resplandores, reflejos o centelleos”. Desde la perspectiva más general del percepto, diríamos que bajo una forma del contenido, fuerzas no perceptibles se hacen perceptibles. En esta forma del contenido están comprometidas tanto luminosidades como sonoridades, imágenes visuales y sonoras, se trata en definitiva de un compuesto de sensaciones.
¿Habremos introducido una ambigüedad? Cómo podemos hablar de forma en este contexto, si la tarea del arte reside en hacer perceptibles, desde cada dominio, las fuerzas no perceptibles, la relación que se establece no es ya la de materia y forma, sino la del material-fuerzas. Respondemos a esta objeción diciendo que en esta última relación la forma no desaparece sino que es resultado de la relación material-fuerzas, más directa y profunda. Deleuze lo explica en El pliegue, la forma en el barroco no es un molde, sino la emergencia que se produce a través de un proceso de modulación, o de moldeado permanente. “El Barroco es el arte informal por excelencia[…] Pero lo informal no es una negación de la forma”; sucede de igual manera en los barrocos modernos, de Klee a Dubuffet (1989: 51).  No hay, pues, ninguna contradicción en sostener que el pliegue hasta el infinito afecta todas las materias y hace aparecer la Forma, y la afirmación: “La pareja material-fuerza, en el Barroco, sustituye a la materia y a la forma”(1989: 51). Por otra parte, según la utilización que Deleuze y Guattari hacen de Hjelmslev,  además de la materia formada, existe una materia no formada del contenido y una materia no formada de la expresión. Volvemos a encontrar esta articulación en el arte, “es como un paso de lo finito a lo infinito, pero también del territorio a la desterritorialización” (1993: 182). La forma del contenido o de la expresión obedece a “un encaje de marcos”, una trama de planos (pan), que se suceden, se yuxtaponen, se separan, se entretejen en un cuerpo a cuerpo. “Los marcos y sus uniones sostienen los compuestos de sensaciones” (1993:189); pero junto al sistema de marcos opera “una especie de desmarcaje”, unas líneas de fuga atraviesan el territorio abriéndolo al infinito, flujos de materia no formada siguen una línea de desterritorialización absoluta. La pareja material-fuerzas pasa de lo finito a lo infinito, de la forma del contenido o de la expresión, material compuesto o consolidado de elementos heterogéneos, al plano abstracto de composición, diagrama de materia no formada.
Nos hemos referido al grito como agenciamiento colectivo de enunciación en Treno, pronunciémonos ahora sobre la forma del contenido, sobre el agenciamiento maquínico de cuerpos. Todo un compuesto de sensaciones visuales y sonoras presenta la instalación de Clemencia Echeverri, instalar significa aquí operar con los componentes heterogéneos de un material, la experimentación tiene lugar a través de operaciones precisas. En primer lugar, el espectador está situado, como hemos indicado, en medio de dos grandes pantallas donde se proyectan las mismas imágenes del río a distintos intervalos de tiempo, el caudal crece y decrece de un lado a otro, el sonido de la corriente aumenta y disminuye recorriendo el espacio. Por compuesta que esté de luz y sonido esta sensación, podríamos caracterizarla con Deleuze y Guattari de vibración, sensación simple que “implica una diferencia de nivel constitutiva” y cuya intensidad sube y baja (1993: 169). En segundo lugar, opera un cuerpo a cuerpo,  entre las intensidades –vibraciones- de las voces y la fuerza visual y sonora de la turbulencia del río, “dos sensaciones resuenan una dentro de la otra tan estrechamente en un cuerpo a cuerpo que tan sólo es ya de «energías»” (1993: 169). En tercer lugar, a través del juego de luces y sombras, rumores de gritos, ruido y silencios, se crea un espacio-tiempo: un espacio sonoro poblado de voces, 14min de coexistencia de múltiples duraciones, desde los intervalos discontinuos en que se suceden las imágenes, hasta la variación de matices en la superficie del río. Por estos medios se produce una sensación en el espectador, un extraño hundimiento en medio de la escena en la que participa, extraño porque “la sensación sólo se refiere al material” (1993:167), hundimiento en audio-visual, violencia del compuesto de sensación y no del espectáculo.
Cuando Deleuze, también en su Foucault, explica el modo cómo se entretejen las prácticas discursivas y las no discursivas, lo visible y lo enunciable, la forma del contenido y la forma de la expresión, sostiene que aún tratándose de una relación de saber donde la primacía de lo enunciable sobre lo visible es esencial, tal primacía no implica nunca una reducción (1987: 77). Con mucho más razón esta irreductibilidad se evidencia en el campo del arte, según las operaciones de experimentación que hemos mostrado; donde, por un lado, se da un uso intensivo del lenguaje; y donde, por otro lado, no hay necesidad de ninguna primacía de lo enunciable sobre lo visible. No es seguro que sea así en todas las prácticas artísticas contemporáneas, Stephen Zepke muestra la existencia de al menos dos vías de desarrollo a partir de cómo se interprete el papel del readymade: o bien, una vía conceptual donde se daría una primacía de lo enunciable sobre lo visible, de lo discursivo sobre el ser de lo sensible; o bien, una vía señalada por Guattari a partir de su «paradigma estético», un proceso inmanente al ser de la sensación y, por tanto, movido por las fuerzas de la vida. Esta segunda vía, donde cualquier primacía de lo conceptual-discursivo implicaría «el despotismo del significante» y la inclusión de una dimensión trascendente, se presenta como una política de resistencia. Desde esta perspectiva Zepke interpreta ciertos movimientos de vanguardia, como el trabajo del artista brasilero Hélio Oiticica, quien concibe el readymade como un mecanismo «sensorio-corporal de participación». A este mecanismo expresivo de participación Oiticica le atribuye la capacidad de contribuir a la creación de un pueblo (2008: 33-39).
Si queremos escapar tanto al «despotismo del significante» como al consenso generalizado, es necesario entender que en las prácticas artísticas se da una independencia funcional entre la forma del contenido y la forma de la expresión, entre lo visible y lo enunciable; así, también, se da un incesante movimiento que lleva de lo uno a lo otro, por resonancia, yuxtaposición, o disyunción. A esta relación, de mutua afectación que conserva no obstante la irreductibilidad de naturaleza, Deleuze y Guattari la denominan presuposición reciproca (1988: 91). En los Straub, por ejemplo, se da una disyunción entre el ver y el hablar, una voz habla de algo mientras vemos otra cosa, pero aquello de lo que se habla no está enteramente disociado de lo que se ve, “la voz se eleva, se eleva, se eleva, y aquello de lo que se nos habla ocurre bajo la tierra desnuda y desierta que la imagen visual estaba mostrándonos, una imagen visual que carecía de toda relación con la imagen sonora” (Deleuze, 2007: 288-289).
Si del percepto y del afecto que constituyen el compuesto de sensación se dice en ¿Qué es la filosofía?: “Se da una complementariedad plena, un abrazo de fuerzas como preceptos y de los devenires como afectos”(1993: 185), por qué no servirse del término fabulación, que aparece en el mismo texto, para dar cuenta de la tarea artística de hacer enunciable lo no enunciable. La fabulación nada debe a la memoria, sino a un material complejo de palabras y sonidos (1993: 169), no tendría más objeto que trabajar la lengua desde adentro, sobre todos sus componentes fonológicos, sintácticos, semánticos, trabajar la lengua por una variación continua. Los ejemplos de este ejercicio se suceden en toda la obra de Deleuze, a propósito de Kafka, Beckett, Gherasim Luca, Jean-Luc Godard, Pasolini, Bene, etc., y se resume con la formula: «hacer tartamudear la lengua», que no debe confundirse con el tartamudeo como trastorno de la palabra. En otras ocasiones, la formula es una referencia a Marcel Proust: «hablar como extranjero en la propia lengua». «Hacer tartamudear…», «hablar como extranjero…», consiste, entonces, en imponer a la lengua el trabajo de la variación continua (Deleuze, 2003). Por otra parte, la fabulación es creadora de gigantes. Para Bergson, de donde procede la noción, corresponde a una facultad visionaria, distinta a la imaginación, encargada de crear «fuerzas semipersonales o presencias eficaces» (1993: 173). Es necesario, propone Deleuze, recuperar esta noción y “dotarla de un contenido político”. Por esta vía, continua su propuesta, debería sustituirse la idea de utopía por la de fabulación, “hay una fabulación común al pueblo y al arte”(1995: 272). Precisamente, lo no enunciable que llega a enunciarse, son esas potencias excesivas y gigantescas que arrastran consigo sufrimientos abominables, pero que al mismo tiempo son «presencias eficaces» que se confrontan con aquello que causa tales sufrimientos. He allí lo común al pueblo y al arte, un sufrimiento, una lucha contra la muerte que se hace enunciación política.
Retomemos ahora el asunto del pueblo que falta al arte y veamos cómo conviene a la fabulación. “No son los artistas populares o populistas, es Mallarmé el que puede decir que el libro tiene necesidad del pueblo, y Kafka, que la literatura es el quehacer del pueblo, y Klee, que el pueblo es lo esencial, y que, sin embargo, falta”(1988: 349). Se trata de la situación del arte moderno en relación al pueblo, situación que ha cambiado respecto del pasado, el artista no puede ya apelar al pueblo como “fuerza constituida”. Tal situación sigue siendo actual para el arte contemporáneo, al menos que la invocación al pueblo se interprete en el sentido de la reproducción del consenso. Si el arte no cesa de llamar con todas sus fuerzas a un pueblo que falta, es porque se dirige a un pueblo que todavía no existe, un pueblo posible o por venir (“un peuple á venir”). ¿Cómo conviene esta falta de pueblo a una fabulación que se dice común al arte y al pueblo mismo? En primer lugar, si el pueblo no es una fuerza constituida tampoco el arte tiene la capacidad de crear un pueblo, “un pueblo sólo puede crearse con sufrimientos abominables”; en segundo lugar, cuando el arte apela a un pueblo que falta, no significa que este no exista absolutamente y que sea sólo un futuro, el pueblo que falta es un pueblo que todavía no existe, que está en proceso, que es devenir; en tercer lugar, la fabulación es común, porque tanto en el pueblo como en el arte el sufrimiento y la resistencia son comunes, decimos que hay fabulación creadora cuando se hace enunciable lo no enunciable, cuando el sufrimiento y la resistencia a la ignominia se hacen una enunciación, por lo tanto, una política, una política de la vida contra la muerte.
Volvamos a Treno ahora desde la presuposición reciproca entre el plano del contenido y el plano de la expresión. Hemos mostrado a través del papel que el grito juega en esta obra cómo éste aparece en ambos planos y cómo pasa del uno al otro, el grito es a su vez relación de fuerzas y acto de habla, hacer el grito ha significado hacer perceptible lo no perceptible y hacer enunciable lo no enunciable. De todas formas, como también hemos anunciado, es toda la obra la que es un lamento, una trenodia. Refiriéndonos al plano del contenido dábamos cuenta de cómo estaban compuestas las sensaciones visuales y sonoras, y de cómo esta instalación crea un espacio-tiempo audio-visual. No queda más que indicar, entonces, cómo se da la relación entre lo visible y lo enunciable en esta obra.  Vemos un río, vemos que crece su caudal, escuchamos voces que se elevan, se elevan sobre las aguas…  Se efectúa un movimiento que va de la desterritorialización del grito como llamado a la reterritorialización de éste como lamento, ¿a qué obedece este movimiento? ¿Qué suscita ahora este clamor? A través de la transformación de un acto de habla en otro, se hacen enunciables las fuerzas que no vemos, las fuerzas de una abominable tanatopolítica. Las fuerzas imperceptibles visualmente se hacen enuncibles a través de del lamento. El problema sigue siendo el de captar las fuerzas que provocan al grito mismo, hacer el grito en relación con las fuerzas de las tinieblas. En este caso, el grito no responde a fuerzas invisibles que se ejerzan directamente sobre el cuerpo propio, el grito clama por otro, contra su desaparición forzada, contra la producción de cadáveres que el río que vemos hace invisible. Tanatopolítica significa eso, la organización concertada que se atribuye el poder sobre la vida, la decisión de la vida y la muerte, y que ejecuta un plan sistemático para hacer morir[3]. Este plan hace del río el lugar de la invisibilidad, el lugar de la desaparición de cadáveres. En la medida que vemos crecer el caudal del río y las voces se elevan sobre las aguas, oímos a través de gritos lo que no vemos en lo que vemos. El grito es un lamento que hace enunciable lo no enunciable, un clamor que enuncia un sufrimiento y una resistencia, que desde su duelo se pronuncia contra un hacer morir.
El acto de habla de pronunciar lo impronunciable se produce en una situación dada, en el espacio creado por el compuesto de la imagen visual y la imagen sonora. La corriente del río que vemos y cuyo ruido turbulento escuchamos la percibimos como medio de invisibilidad y de ocultamiento, sólo podemos percibirla así a través de gritos y lamentos; pero no tendrían lugar ninguno estos gritos y lamentos sin lo que vemos como lugar de invisibilidad. Sólo en un determinado momento, vemos lo que no veíamos, ‘cadáveres’(ropas que los remolinos traen consigo). De allí el entrelazado en un cuerpo a cuerpo o contrapunto entre el plano del contenido y el plano de la expresión: la variación continua del sonido en la medida que inunda la sala, los intervalos de tiempo distintos en que la imagen visual se proyecta de una pantalla a la otra, cada voz que a manera de un Sprechgesang no conserva la altura y que se suprime por una caída o una subida. Al final todo se difumina, y no queda más que el silencio y la oscuridad que envuelven al espectador.
Enunciar lo no enunciable, ¿cómo comprender este tipo de enunciación? Nosotros decimos que es testimonio. La palabra que deviene grito es el verdadero testimonio de una tanatopolítica.  El sujeto del phoné es, pues, el testigo. Él es superstes, palabra usada en latín para referirse al testigo; no a cualquier testigo (testis), sino al superviviente de un acontecimiento del que está llamado a ofrecer testimonio (Agamben, 2000: 15). Sujeto político paradójico es, entonces, el superviviente, quien ha de testimoniar con su grito, con nada más que con su grito, ya que ha sido excluido del registro autorizado del logos, y por lo tanto, de la política. “No hay, en sentido propio, un sujeto del testimonio[…] Todo testimonio es un proceso o un campo de fuerzas recorrido sin cesar por corrientes de subjetivación y desubjetivación” (2000: 127).
¿Cuál es, sin embargo, la relación del arte con el testimonio? No podemos pretender que la obra sea símbolo del sufrimiento abominable, y que el artista pueda erigirse como aquel que se pronuncia en lugar de otro, en lugar de la victima, el arte ha abandonado tal poder declarativo. El testimonio le pertenece, pues, exclusivamente a la victima, que habla a nombre propio. La obra de arte no esta «dirigida a… », ni siquiera «en lugar de…». “Es «ante». Se trata de una cuestión de devenir”(1993: 111). Precisamente, es esta imposibilidad de testimoniar, de estar en lugar de…, la que hace posible la obra de arte. No se trata tampoco que sea sobre el testimonio, que reflexione sobre el testimonio, se trata de hacer el grito, y hacer del grito una política. De lo que da cuenta la obra es de hacer, por sus propios medios, perceptible lo no perceptible, enunciable lo no enunciable. La obra no testimonia, muestra la posibilidad del grito como testimonio, no representa un conflicto actualiza una potencia. Por lo tanto, evidencia la necesidad del pueblo, aún si el pueblo es lo que falta: “no somos responsables de las victimas, sino ante las victimas” (1993: 109). Recordemos que en ¿Qué es la filosofía? se afirma que los libros de filosofía y las obras de arte tienen en común con un pueblo “la resistencia, la resistencia a la muerte, a la servidumbre, a lo intolerable, a la vergüenza, al presente” (1993: 111). En este sentido, a través de esta resistencia común, habría en el pensador, filósofo o artista, un devenir que lo vincula a un pueblo, un devenir-pueblo del pensador. Es una cuestión de devenir y no de identificación: “El pueblo es interior al pensador porque es un «devenir-pueblo» de igual modo que el pensador es interior al pueblo, en tanto que devenir no menos ilimitado” (1993: 111).
Bibliografía
Agamben Giorgio. Homo sacer. El poder soberano y la nuda vida. Editorial Pre-textos, Valencia, 1998.
Agamben Girogio. Lo que queda de Auschwitz. El archivo y el testigo. Homo sacer III. Editorial Pre-textos, Valencia, 2000.
Deleuze Gilles. Foucault. Editorial Paidós, Barcelona, 1987.
Deleuze Gilles. El pliegue. Leibniz y el barroco. Editorial Paidós, Barcelona, 1989.
Deleuze Gilles. Conversaciones. Editorial Pre-textos, Valencia, 1995.
Deleuze Gilles. Francis Bacon. Lógica de la sensación. Editorial Arenas Libros, Madrid, 2002.
Deleuze Gilles. “Un manifiesto de menos”. En Bene Carmelo y Deleuze Gilles, Superposiciones. Ediciones Artes del Sur, Buenos Aires, 2003
Deleuze Gilles. Dos regímenes de locos. Editorial Pre-textos, Valencia, 2007.
Deleuze Gilles y Guattari Félix. Kafka. Por una literatura menor. Ediciones Era, México, 1978.
Deleuze Gilles y Guattari Félix. Mil mesetas. Editorial Pre-textos, Valencia, 1988.
Deleuze Gilles y Guattari Félix. ¿Qué es la filosofía? Editorial Anagrama, Barcelona, 1993.
Zepke Stephen. The Readymade: Art as the Refrain of Life. En O’Sullivan Simon y Zepke Stephen, Deleuze, Guattari and the Production of the New. Editorial Continuum, Nueva York, Londres, 2008.



[1]Usamos este término en el sentido que Giorgio Agamben le da en su Homo sacer I. El poder soberano y la nuda vida. En nuestra sociedades actuales la biopolítica se confunde cada vez más con la tanatopolítica, el control y decisión sobre la vida se transforma en una decisión sobre la muerte (1998:155).
[2]Para un examen de esta época, véase el artículo escrito por Deleuze y Guattari: Mayo del 68 nunca ocurrió (2007: 213-215).
[3]Una relación entre “la fabricación de cadáveres” y la tanatopolítica la encontramos en Giorgio Agamben (2000: 73-76 y 85-89).

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