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Miles DavisKind Of BlueColumbia, 1959"La que voy a acometer en este post probablemente sea la tarea más difícil que he afrontado en toda la historia de este blog. Cierto es que me he enfrentado a álbumes clásicos, de los cuales se ha dicho una cantidad de genialidades difíciles de superar. La tarea de meterse con esos discos es titánica, pues no sólo se debe respetar al material de estudio -un disco de esa valía, un clásico de clásicos, merece pleitesía- sino también, y esta es la misión más compleja a la que se debe enfrentar un escritor, hay que intentar escaparse todo lo que se pueda de los lugares comunes tan arquetípicos del periodismo musical, en especial cuando se refiere a álbumes como el que hoy les presento. Estas dos ideas están interconectadas, claro está, pues en el esfuerzo de ser respetuoso y justo con estos materiales muchas veces resulta en una colección de ideas simples, poco elaboradas y adjetivaciones sin más intento que el de producir un efecto de conformismo en el lector. Aquí siempre hemos tratado de escaparnos de todo eso que podemos denominar el periodismo musical arquetípico, ustedes lo saben. Y esta no va a ser la excepción. Así que si ven algo acá que se parezca a un lugar común, mañana pueden darme un puñetazo en la nuca (?). Lo que sí va a ser difícil, sin embargo, será escaparse de la tentación de escupir una retahíla de elogios sin fin, propia de un material tan fundamental para la historia de la música popular y, en especial, de una de sus expresiones más refinadas, el jazz. Figura fundamental de este movimiento fue el trompetista cuyo soplón rostro (?) ilustra este post, un muchacho que arribó a la movediza New York ni bien se egresó de la secundaria para estudiar en Julliard, la popular escuela de música. Rápidamente, este díscolo grone (?) abandonó sus estudios y se focalizó en tocar, tocar y tocar. Un año después de su arribo a New York, ya estaba en la banda de su ídolo, Charlie Parker, aventura que tampoco le duró mucho. Su futuro, fulgurante, estaba en ser líder de banda, compositor, figura. Así llegaron álbumes fundamentales como Blue Moods y Bags’ Groove para el insigne sello Prestige. Pero difícilmente haya habido un momento más fértil para Miles que su pase al poderoso sello Columbia, donde desde el ‘55 grabó una cantidad de álbumes extraordinarios en formato de quinteto y sexteto, explorando extensivamente el bebop y el hard bop que tan bien le salían y eligiendo cualquier cantidad de grossos para que lo acompañaran.
320 kbps. | 117 MB + 117 MB aprox.
Estas dos situaciones -su exploración en el hard bop y su capacidad de elección de acompañantes- hicieron eclosión hacia 1958 cuando este hombre afirmó el que quizás sea su más recordado sexteto junto a la maravillosa base rítmica del bajista Paul Chambers y el baterista Jimmy Cobb, el talentosísimo dúo de saxofones que componían el alto Cannonball Adderley y (nada menos que) el tenor John Coltrane y fundamentalmente el pianista Bill Evans. Fue Evans quien llevó a Davis en una nueva dirección, mostrándole las posibilidades de la improvisación en base modal, esto es, tocar basándose en escalas en oposición a tocar basándose en cambios de acordes, sentir el ánimo de la improvisación colectiva y dejarse llevar por un camino pleno de experimentación y novedad en lugar de acomplejarse con las dificultades técnicas de los acordes cada vez más complejos que exigía el bebop. De hecho, en las liner notes, el propio Evans -el “asistente técnico” de Davis en esta nueva aventura- explicaba que Miles había compuesto estas ideas horas antes de la grabación y que el grupo nunca las había ensayado ni tocado antes. Quizás -o mejor dicho, seguramente- por eso Kind Of Blue se perciba sensorialmente de una manera tan diferente a otros álbumes de jazz de la época (Moanin’ de Art Blakey, Finger Poppin’ de Horace Silver o incluso The Shape Of Jazz To Come, el primer disco de avant garde de Ornette Coleman). Aquí lo que importa no es el virtuosismo -si bien está presente, y cómo, en cada nota aquí tocada- sino el sentir el ritmo, la cadencia, la canción y, cómo no, la alquimia entre los músicos. La dulcísima introducción de “So What”, tal vez el mejor comienzo de álbum de la historia, es suficiente para enamorar y magnetizar al más converso. La cadencia del bajo de Chambers no puede ser eclipsada por la perfección, la genialidad de cada nota que el piano de Evans despide respondiéndole, impoluto. Allí es donde entran los saxos de Coltrane y Adderley y ya está, no hay vuelta atrás. Kind Of Blue ha desatado las amarras de la realidad y ha partido para siempre hacia ese lugar donde pocos llegan, ese espacio en que la genialidad da un paso más allá y se convierte en leyenda.
Como la trompeta de Miles".
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