Wednesday

Pureza

  Mi abuela tenía una Iglesia dentro de su casa. Mi madre tenía una Iglesia dentro de su mente.

Por:
Hernán Vanoli



Fui bautizado en un edificio oscuro con escaleras de mármol. Una ceremonia recitada en latín. Había un enorme crucifijo de bronce, con un Cristo que sonreía. Recuerdo el aullido de un perro mientras mi padre fumaba en el patio. Durante parte de mi infancia, en los días buenos, creí que era el Anticristo. Hasta que entendí que soy la reencarnación de Noé. 
Trabajaba como repartidor de pizzas. Era una noche fría de otoño. Llovía. Había tomado medicamentos. El colectivo de la línea 63 dobló a gran velocidad. Desperté con cinco tornillos en la pierna derecha, una operación de médula y la mandíbula rota en cuatro partes. En la ambulancia Dios me habló. Estaba disfrazado de enfermera. Ahora viajo por el mundo en un buque de bandera rusa. Limpio camarotes. El buque transporta containers con piezas de maquinaria dental. En cada puerto, robo un ciclomotor y reúno elementos para después del gran diluvio. Los guardo en envases de telgopor con hielo seco, que a su vez escondo en la bodega de mi arca. Nadie se preocupa.
Esta foto es en Tailandia. Estoy subido a un ciclomotor que conseguí cerca del mercado flotante y me recordaba a mi primer ciclomotor. El que la sacó fue un fotógrafo. Era turista, había nacido en San Pablo. Sólo rescato partes de turistas porque son más puros. Los ojos de este fotógrafo eran de un celeste brillante. Tenía una mirada triste, que persistía incluso cuando se los retiré. También le retiré los dedos meñiques. Después del gran diluvio, con todas las partes que atesoro, voy a construir al hombre del mañana.

Visto en Tiempo argentino

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