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MF
Autorretrato intelectual.
Michel Foucault: la máxima aspiración del poder es la inmortalidad
Esta entrevista inédita en español, que se incluye en El poder, una bestia magnífica,
volumen que Siglo XXI publicará en octubre, da testimonio de la
actualidad de las ideas del pensador francés, fallecido en 1984. La
locura, el dominio y la sexualidad, en un diálogo que es, al mismo
tiempo, un repaso de su trayectoria
Por Jerry Bauer
¿Por qué usted, sin ser antropólogo, se interesa más, desde un punto de
vista filosófico, en la estructura de las instituciones que en los
mecanismos evolutivos?
-Lo que trato de hacer -y siempre traté de hacer desde
mi primer verdadero libro, Historia de la locura en la época clásica- es
poner en tela de juicio por medio de un trabajo intelectual diferentes
aspectos de la sociedad, mostrando sus debilidades y sus límites. De
todas maneras, mis libros no son proféticos y tampoco un llamado a las
armas. Me irritaría intensamente que pudiera vérselos bajo esa luz. La
meta que se proponen es explicar del modo más explícito -aun cuando a
veces el vocabulario sea difícil- las zonas de la cultura burguesa y las
instituciones que influyen directamente sobre las actividades y los
pensamientos cotidianos del hombre.
-La palabra clave de todos sus libros parece ser
"poder", ya se lo entienda en el sentido de poder disciplinario, poder
de la medicina mental o poder omnipotente de la pulsión sexual?
-Está claro, procuré definir las estrategias del poder
en ciertos ámbitos. Por ejemplo, Vigilar y castigar se inicia con un
"teatro del terror", la puesta en escena espectacular que acompañaba las
ejecuciones públicas hasta el siglo pasado. Se suponía que ese
ceremonial clamoroso y carnavalesco en el cual la mano omnipotente de la
justicia hacía ejecutar la sentencia bajo la mirada de los espectadores
grababa su mensaje de manera indeleble en las mentes de éstos. Con
frecuencia el castigo excedía la gravedad del delito, y de ese modo se
reafirmaban la supremacía y el poder absoluto de la autoridad. En
nuestros días el control es menos severo y más refinado, pero no por
ello menos aterrador. Durante el transcurso de nuestra vida todos
estamos atrapados en diversos sistemas autoritarios; ante todo en la
escuela, después en nuestro trabajo y hasta en nuestras distracciones.
Cada individuo, considerado por separado, es normalizado y transformado
en un caso controlado por una IBM. En nuestra sociedad, estamos llegando
a refinamientos de poder en los que ni siquiera habrían soñado quienes
manipulaban el teatro del terror.
-¿Y qué podemos hacer?
-El punto en que nos encontramos está más allá de
cualquier posibilidad de rectificación, porque la concatenación de esos
sistemas ha seguido imponiendo este esquema hasta hacerlo aceptar por la
generación actual como una forma de la normalidad. Sin embargo, no se
puede asegurar que sea un gran mal. El control permanente de los
individuos lleva a una ampliación del saber sobre ellos, el cual produce
hábitos de vida refinados y superiores. Si el mundo está en trance de
convertirse en una suerte de prisión, es para satisfacer las exigencias
humanas.
-No sólo crítico, usted es, además, un rebelde.
-Pero no un rebelde activo. Jamás desfilé con los
estudiantes y los trabajadores, como lo hizo Sartre. Creo que la mejor
forma de protesta es el silencio, la total abstención. Durante mucho
tiempo me parecieron intolerables los aires que se daban algunos
intelectuales franceses y que les flotaban encima de la cabeza como las
aureolas en algunos cuadros de Rafael. Por eso me fui de Francia. Me
marché a un exilio total y maravilloso, primero en Suecia, donde dicté
clases en la Universidad de Uppsala, y después en un lugar que es todo
lo contrario, Túnez, donde viví en Sidi Bou Said. De esa luz
mediterránea puede decirse sin lugar a dudas que acentúa la percepción
de los valores. En África del Norte se toma a cada uno por lo que vale.
Cada uno debe afirmarse por lo que dice y hace, no por lo que ha hecho o
por su renombre. Nadie pega un salto cuando se dice "Sartre"?
-Ahora usted es aclamado como el lógico sucesor de Sartre?
-Sartre no tiene sucesores, así como yo no tengo
predecesores. Su intelectualismo es de un tipo extremadamente inusual y
particular. Y hasta incomparable. Pero el mío no es de ese tipo. No
siento ninguna compatibilidad con el existencialismo tal como lo definió
Sartre. El hombre puede tener un control completo de sus propias
acciones y su propia vida, pero hay fuerzas capaces de intervenir que no
pueden ignorarse. Para serle franco, prefiero la sensibilidad
intelectual de R. D. Laing. En su ámbito de competencia, Laing tiene
algo que decir y lo vuelca en el papel con claridad, espíritu e
imaginación. Habla en función de su experiencia personal, pero no hace
profecías. ¿Por qué, entonces, habríamos de formular profecías, cuando
éstas rara vez se cumplen? De la misma manera, admiro a Chomsky. Tampoco
él profetiza: actúa. Participó activamente en la campaña norteamericana
contra la Guerra de Vietnam, con sacrificio de su trabajo pero en el
marco de su profesión de lingüista.
-Aparentemente, usted insiste mucho en la vida mental opuesta a la vida física.
-La vida mental abarca todo. ¿No dice Platón más o
menos esto: "Jamás estoy tan activo como cuando no hago nada"? Hacía
referencia, desde luego, a las actividades intelectuales, que en el
plano físico casi no exigen, tal vez, otra cosa que rascarse la cabeza.
-¿Sus intereses siempre fueron filosóficos?
-Como mi padre, me incliné hacia la medicina. Pensaba
especializarme en psiquiatría, por lo cual trabajé tres años en el
hospital Sainte-Anne de París. Tenía veinticinco años, era muy
entusiasta -idealista, por así decirlo- y contaba con una buena cabeza y
un montón de grandes ideas. ¡Aun en ese momento! Fue entonces cuando
conocí a alguien a quien llamaré Roger, un internado de veintidós años.
Lo habían mandado al hospital porque sus padres y amigos temían que se
hiciese mal y terminara por autodestruirse durante una de sus frecuentes
crisis de angustia violenta. Nos hicimos buenos amigos. Lo veía varias
veces al día durante mis guardias en el hospital, y empezó a caerme
simpático. Cuando estaba lúcido y no tenía problemas, parecía muy
inteligente y sensato, pero en algunos otros momentos, sobre todo los
más violentos, era preciso encerrarlo. Lo trataban con medicamentos,
pero ese tratamiento demostraba ser insuficiente. Un día me dijo que
nunca lo dejarían irse del hospital. Ese horrible presentimiento
provocaba un estado de terror y éste, a su vez, generaba angustia. La
idea de que podía morir lo inquietaba mucho y llegó a pedir que le
hicieran un certificado médico donde constara que nunca lo dejarían
morir; como está claro, la solicitud se consideró ridícula. Su estado
mental se deterioró y al final los médicos llegaron a la conclusión de
que, si no se intervenía con rapidez de la forma que fuera, se mataría.
Así, con el consentimiento de su familia, procedieron a hacer una
lobotomía frontal a ese joven excepcional, inteligente, pero
incontrolable? Por más que el tiempo pase, y haga yo lo que haga, no
consigo olvidar su rostro atormentado. Muchas veces me pregunté si la
muerte no era preferible a una no existencia, y si no se nos debería
brindar la posibilidad de hacer lo que queramos con nuestra vida, sea
cual fuere nuestro estado mental. En mi opinión, la conclusión evidente
es que aun el peor dolor es preferible a una existencia vegetativa,
porque la mente tiene realmente la capacidad de crear y embellecer,
incluso a partir de la más desastrosa de las existencias. De las cenizas
siempre surgirá un fénix?
-Lo veo optimista.
-En teoría, pero la teoría es la práctica de la vida.
En el fondo de nosotros mismos sabemos que todos los hombres deben
morir. La meta inevitable hacia la cual nos dirigimos desde el momento
en que nacemos queda entonces demostrada. De todas formas, la opinión
común parece ser diferente: todos los hombres se sienten inmortales.
¿Por qué, si no, seguirían los ricos abultando sus cuentas bancarias y
haciéndose construir suntuosas viviendas? La inmortalidad parecería ser
la preocupación del momento. Por ejemplo, algunos científicos están muy
atareados en calcular, por medio de máquinas de alta tecnología,
acontecimientos que deberían verificarse dentro de millares de años. En
los Estados Unidos hay un interés creciente por la hibernación del
cuerpo humano, al que en una época ulterior debería volver a llevarse a
la temperatura normal. Cada año la preocupación por la inmortalidad
aumenta, aunque una cantidad cada vez más grande de personas mueran de
un infarto a causa del tabaco y la alimentación excesiva. Los faraones
nunca encontraron la solución al problema de la inmortalidad, ni
siquiera cuando se hicieron enterrar con sus riquezas, que esperaban
llevar consigo. Dudo mucho de que seamos nosotros quienes resolvamos ese
problema. Algunas palabras bien escogidas pueden ser más inmortales que
una masa de ectoplasma congelado?
-¿Y estamos de nuevo hablando del poder?
-Alcanzar la inmortalidad es la máxima aspiración del
poder. El hombre sabe que es destructible y corruptible. Se trata de
taras que ni siquiera la mente más lógica podría racionalizar. Por eso
el hombre se vuelve hacia otras formas de comportamiento que lo hacen
sentirse omnipotente. A menudo son de naturaleza sexual.
-Usted ha hablado de ellas en el primer volumen de su Historia de la sexualidad .
-Algunos hombres y algunas sociedades consideran que
mediante la imposición de controles a las manifestaciones sexuales y el
acto sexual es posible imponer el orden en general. Se me ocurren varios
ejemplos. Hace poco, en China se propusieron lanzar una campaña en las
escuelas contra la masturbación de los jóvenes, una iniciativa que
invita a trazar una comparación con la campaña que la Iglesia emprendió
en Europa hace prácticamente dos siglos. Me atrevería a decir que hace
falta un Kinsey chino para descubrir cuál fue el éxito obtenido.
¡Sospecho que esto es como prohibirle a un pato acercarse al agua! En
Rusia, la homosexualidad es aún un gran tabú, y de ser sorprendido en
flagrante delito de violación de la ley uno termina en la cárcel y en
Siberia. De todas formas, en Rusia hay probablemente tanta
homosexualidad como en otros países, pero sigue encerrada en el clóset.
Objetivamente, es muy curioso que para desalentar la homosexualidad se
encierre a los culpables en la cárcel, en estrecho contacto con otros
hombres? Se dice que en la calle Gorki hay tanta prostitución de ambos
sexos como en la place Pigalle. Como siempre, la represión no
ha conseguido sino hacer más seductores los encuentros sexuales, y aún
más excitante el peligro cuando se lo corre con éxito. La prostitución y
la homosexualidad están explotando tanto en Rusia como en las otras
sociedades represivas. Es poco común que sociedades como ésas, sedientas
de poder como suelen serlo, tengan en esos ámbitos visiones intuitivas.
-¿Por qué elegir el sexo como chivo expiatorio?
-¿Y por qué no? El sexo existe y representa el noventa
por ciento de las preocupaciones de la gente durante gran parte de las
horas de vigilia. Es el impulso más fuerte que se conozca en el hombre;
en diferentes aspectos, más fuerte que el hambre, la sed y el sueño.
Disfruta incluso de cierta mística. Se duerme, se come y se bebe con
otros, pero el acto sexual -al menos en la sociedad occidental- se
considera como una cuestión del todo personal. Por supuesto, en ciertas
culturas africanas y aborígenes se lo trata con la misma desenvoltura
que a los demás instintos. La Iglesia heredó los tabúes de las
sociedades paganas, los manipuló y elaboró doctrinas que no siempre se
fundan en la lógica o la práctica. Adán, Eva y al mismo tiempo la
serpiente perversa se convirtieron en imágenes en blanco y negro de
comprensión inmediata, que podían constituir un punto de referencia aun
para las mentes más simples. El bien y el mal tenían una representación
esencial. La significación de "pecado original" pudo grabarse de manera
indeleble en las mentes. ¿Quién habría podido prever que la imagen
residual iba a sobrevivir durante tantos siglos? [...]
-¿A qué o a quién atribuye usted la erosión de la
influencia ejercida por la Iglesia y la mayor comprensión hacia
cualquier forma de práctica sexual?
-No podemos subestimar la influencia de un señor que se
llama Freud. Sus teorías no siempre eran ciento por ciento correctas,
pero en cada una de ellas había una parte de verdad. Freud trasladó la
confesión de la rígida retórica barroca de la Iglesia al relajante diván
del psicoanalista. La imagen de Dios ya no vino a resolver los
conflictos: dejó su lugar al individuo mismo a través de la comprensión
de sus actos. Esa resolución ya no era algo que podía obtenerse en cinco
minutos de alguien que se declaraba superior porque estaba al servicio
de una fuerza más elevada. Freud jamás tuvo esas pretensiones. El
individuo debía ser su propio dios, por lo cual la responsabilidad de la
culpa recaía por entero sobre sus hombros. ¡Y la responsabilidad
siempre es lo más difícil de aceptar!
-¿No cree usted que el psicoanálisis se ha convertido en un instrumento expiatorio fácil para nuestro problema?
-Esa tendencia existe, pero más preocupante es quizás
el hecho de que el psicoanálisis ya no sea un instrumento sino una
fuente de motivación. Freud elaboró una teoría relativa a la precoz
naturaleza sexual de los niños. Como es obvio, los psiquiatras no
esperaban que los niños se prestaran a verdaderos actos sexuales; de
todas maneras, no resultaba tan fácil explicar su manera de chupar el
pecho o la búsqueda automática de tal o cual parte erógena de su propio
cuerpo. Por desgracia, a continuación se llegaron a connotar en términos
sexuales hasta la comida del niño, las historietas que leía o los
programas de televisión que miraba. Sería fácil concluir que en todo eso
los psicoanalistas leían más de lo que realmente había. Así, esos niños
quedan hoy encuadrados por un mundo sexualmente orientado -creado por
accidente para ellos y no por ellos-, un mundo que, en esta fase del
desarrollo, les ofrece bien pocas ventajas.
-En su último libro, Herculine Barbin llamada Alexina B. , usted despliega el tema del cambio de sexo.
-Estaba haciendo algunas investigaciones para la Historia de la sexualidad
en los archivos del departamento de Charente-Maritime cuando me cayó en
las manos la extraordinaria relación del caso de una mujer cuyo estado
civil debió rectificarse y a la que hubo que anotar como hombre. Los
casos de cambio de sexo son corrientes en nuestra época, pero en general
se trata de hombres que se convierten en mujeres. Vienen a la mente de
inmediato ejemplos como el de Christine Jorgensen, que después fue
actriz, o el de la célebre Jan Morris. Como sea, la mayoría de las
mujeres transformadas en hombres tenían, al parecer, los órganos de los
dos sexos y la transformación estaba determinada por la preponderancia
de la hormona masculina o la hormona femenina. El caso de Alexina B. fue
extraordinario no sólo debido al aspecto físico, sino también a la masa
de documentos exhaustivos y de acceso inmediato: esencialmente,
informes de médicos y abogados. En consecuencia, pude estudiarlo en sus
grandes líneas. Alexina B. descubrió la incongruencia de su propia
personalidad cuando se enamoró de otra mujer. Si se tiene en cuenta que
esto sucedía en el siglo XIX y, más aún, en una pequeña ciudad de
provincia, es interesante advertir que ella no procuró reprimir sus
sentimientos como desviaciones homosexuales y dejar todo como estaba. De
haber sido así, no habría nada que escribir sobre el tema?
-Al parecer, usted siente una fascinación intensa
por la exposición cronológica y el análisis de un acontecimiento real.
También ha publicado Yo, Pierre Rivière, habiendo degollado a mi madre, mi hermana y mi hermano?
-Medio siglo, pero pocos kilómetros, separan a Pierre
Rivière de Herculine Barbin. En cierto sentido, ambos reaccionaban
contra el medio y la clase social en los que habían nacido. No considero
que el acto de Pierre Rivière -si bien engloba un matricidio y tres
homicidios- sea la afirmación de una mente atormentada o criminal. Es
una manifestación de increíble violencia si se la compara con la de
Herculine, pero la sociedad campesina normanda en la cual creció Pierre
aceptaba la violencia y la degradación humanas como un elemento de la
vida cotidiana. Pierre era un producto de su propia sociedad, así como
Herculine lo era de su sociedad burguesa y nosotros lo somos de nuestro
medio sofisticado y mecanizado. Después de cometido su crimen, Pierre
podría haber sido capturado con mucha facilidad por los demás habitantes
de la aldea, pero éstos tenían la sensación de que no era un deber de
la colectividad administrar justicia por su propia cuenta. Estaban
convencidos de que era el padre de Pierre quien debía asumir el papel de
vengador y rectificar la situación. Algunos críticos consideraron mi
libro sobre Pierre Rivière como una reafirmación de la teoría
existencial, pero en mi opinión eso es absurdo. Veo a Pierre como la
imagen de la fatalidad de su tiempo, exactamente como Herculine
reflejaba el optimismo de fines del siglo pasado, cuando el mundo era
fluido y podía pasar cualquier cosa, cualquier locura.
-Pero Pierre Rivière podría convertirse fácilmente en una ilustración clínica extraída de la Historia de la locura en la época clásica ?
-La psiquiatría contemporánea sostendría que Pierre se
vio obligado a cometer su horrible crimen. Pero ¿por qué debemos
situarlo todo en el límite entre salud mental y locura? ¿Por qué no
podríamos aceptar la idea de que hay personas totalmente amorales que
caminan por la calle y son absolutamente capaces de cometer homicidios o
infligir mutilaciones sin experimentar sentimiento de culpa o escrúpulo
de conciencia algunos? ¿Hasta qué punto Charles Manson está loco, hasta
qué punto los asesinos de niños que deambulan en libertad por
Inglaterra están locos? O, en una escala mucho más grande, ¿cuál era el
grado de locura de Hitler? La psiquiatría puede llegar a conclusiones
basadas en tests, pero aun el mejor de estos puede falsificarse. Yo me
limito a sostener que todo debe juzgarse desde su propia perspectiva y
no en función de precedentes eventualmente verificados. En la Historia de la locura
traté, en sustancia, de investigar la aparición del concepto moderno de
enfermedad mental y de las instituciones psiquiátricas en general. Me
incliné a incorporar mis reflexiones personales sobre la locura y sus
relaciones con la literatura, sobre todo cuando afectaba a grandes
figuras como Nietzsche, Rousseau y Artaud. ¿Puede una forma de locura
originarse en la soledad impuesta por la profesión literaria? ¿Es
posible que la composición química de un escritor estimule
metabólicamente las raíces de la locura? Éstas no son, por cierto,
preguntas que puedan encontrar respuesta mediante una simple presión
sobre el teclado de una computadora IBM.
-¿Cuál es su posición con respecto a los diferentes movimientos de liberación sexual?
-El objetivo fundamental que se proponen es digno de
admiración: producir hombres libres e ilustrados. Pero justamente el
hecho de que se hayan organizado con arreglo a categorías sexuales -la
liberación de la mujer, la liberación homosexual, la liberación de la
mujer en el hogar- es en extremo perjudicial. ¿Cómo se puede liberar
efectivamente a personas que están ligadas a un grupo que exige la
subordinación a ideales y objetivos específicos? ¿Por qué el movimiento
de liberación de la mujer sólo debe reunir a mujeres? Para serle franco,
¡no estoy seguro de que aceptaran la adhesión de los hombres! Muchas
veces, las filiales locales de los movimientos homosexuales son en la
práctica clubes privados. La verdadera liberación significa conocerse a
sí mismo y con frecuencia no puede alcanzarse por intermedio de un
grupo, sea cual fuere.
-Hasta ahora la acción de masas parece haber sido eficaz.
-De todas formas, el pensamiento individual puede mover
montañas? y hasta doblar cucharas. Y es el conocimiento el que estimula
el pensamiento. Por eso, en libros como Las palabras y las cosas y La arqueología del saber
traté de estructurar de manera orgánica el saber en esquemas de
comprensión y acceso inmediatos. La historia es saber y, por lo tanto,
los hombres pueden conocer a través de ejemplos de qué manera, en el
transcurso de épocas pasadas, se afrontó la vida y se resolvieron sus
problemas. La vida misma es una forma de autocrítica, dado que, aun en
las más mínimas elecciones, es preciso efectuar una selección en función
de múltiples estímulos. En La arqueología del saber intenté analizar el
sistema de pensamiento que me es personal y el modo en que llegué a él.
Se trata, con todo, de una operación que no habría podido llevar a cabo
sin la ayuda de una buena cantidad de escritores y filósofos que
estudié a lo largo de los años.
-A pesar de sus vastos conocimientos, o quizás a causa de ellos, hay muchas cosas que lo contrarían.
-Miro mi país, miro los demás países y llego a la
conclusión de que carecemos de imaginación sociológica y política, y
ello en todos los aspectos. En el plano social sentimos amargamente la
falta de medios para contener y mantener el interés no de intelectuales,
sino del común de los mortales. El conjunto de la literatura comercial
masiva es de una pobreza lamentable, y la televisión, lejos de
alimentar, aniquila. En el plano político hay en la hora actual muy
pocas personalidades que tengan gran carisma o imaginación. ¿Y cómo
podemos pretender entonces que la gente haga un aporte valedero a la
sociedad, si los instrumentos que se le proponen son ineficaces?
-¿Cuál sería la solución?
-Debemos empezar por reinventar el futuro,
sumergiéndonos en un presente más creativo. Dejemos de lado Disneylandia
y pensemos en Marcuse.
-No ha dicho nada de sí mismo, del lugar donde creció, el modo como se desenvolvió su infancia.
-Querido amigo, los filósofos no nacen? son, ¡y con eso basta!
Traducción: Horacio Pons.
El poder, una bestia magnífica
Michel Foucault
Visto en lanacion.com
Labels: entrevista, Michael Foucault. Jerry Bauer
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