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El cómic, ¿es Arte?
El
cómic, ¿es Arte? Qué pregunta más tonta, ¿verdad? Que no hemos pasado
por una postmodernidad para nada. Que la pregunta por la esencia de algo
ya ha sido convenientemente deconstruída, como para seguir planteándola
a estas alturas. "Arte" y "entertainment" han sido nivelados
dentro del mezclote que es la sociedad del espectáculo, o de la
información (o del vacío, si les va Lipovetsky). Al final, los
mecanismos de la mano invisible parecen haber funcionado mucho mejor que
esa situación de acción comunicativa que pensó Habermas, y ni siquiera
ha sido necesario reunir al comité dialogante que tuviera que
resolvernos el asunto. Vale, siempre nos quedará algún agorero. Alain
Finkielkraut, sin ir más lejos. Ya que la cosa va de tebeos, una cita
donde sale la cosa de refilón: comentando precisamente el proceso
nivelador, teñido de "nihilismo", de la "postmodernidad", donde los
fenómenos culturales (entendidos en su sentido más amplio) son puestos a
una misma altura, "una historieta que combine una intriga palpitante
con unas bonitas imágenes equivalentes [sic] a una novela de Nabokov" (La derrota del pensamiento, Barcelona 8ª ed. 2004, p. 117). Ni que decir tiene que, para Finkielkraut, eso, ni de coña.
La cosa no viene de ahora, ya saben. Theodor W. Adorno pensaba que, quien confundiera al jazz -que, en un momento dado, podía utilizar un mismo o mismos recursos formales- con la música "seria" de vanguardia, habría "capitulado ante la barbarie". En España tuvimos a nuestro Ortega y Gasset, cuyas ideas sobre la "aristocracia del espíritu" son bien conocidas. Incluso ahora, Vargas Llosa parece apuntar más o menos en esa línea. Y me disculpen el namedropping.
A priori, de todos modos, parecería una soberana tontería contestar la pregunta que hacíamos al principio con un "sí" o un "no". Más que nada porque no creo que ninguno de los defensores de que, digamos, la pintura o la arquitectura "son" arte lo harían así, en bloque: en todo caso, algunas pinturas, algunas obras arquitectónicas son -o no son- arte. Y aquí es donde la liamos. Porque, a ver, si decimos que el cómic, en general, no puede ser arte, pues abrimos una discusión vaga y casi metafísica, pero si decimos que es arte, entonces o decimos que cualquier cómic lo es -lo que parece absurdo y, como en el caso de la pintura o la escultura, dudo que mucha gente vaya a defender eso-, o que algunos comics son arte. Y si algunos y sólo algunos comics lo son, entramos en el problema de los criterios estéticos que, pues menudo problema. Que si el gusto. Que si la objetividad. Que si los criterios formales. Que si la perspectiva histórica. Que si el fantasma, el suplemento, el aura, qué sé yo. Bienvenidos al terreno de la libertad de expresión, magnificado por las herramientas de la sociedad de la información, y a la confusión absoluta.
Supongo que a mucha gente la cosa le da más o menos lo mismo. Porque si vamos al cine solemos conformarnos -y no es poco- con que las películas sean entretenidas. Si leemos un tebeo, pues igual. Tampoco es cuestión de buscarle tres pies al gato, si te ha gustado la cosa, pues ¿qué más da si puedes llamarlo o no arte? Esa es una cuestión que, en todo caso, interesa a ciertos "diletantes, filisteos", lo que hoy probablemente llamaríamos "gafapastas" de a pie. Y sí, a unos señores muy serios y encorbatados que viven, cual aldea gala, en ciertos reductos inconquistados, pero aislados del resto del mundo, llamados universidades. Lo que les debe de quedar: poco. Para pitoniso, yo.
Recuerdo una definición que alguien dio sobre lo que es una "novela", aunque ignoro la fuente, pero la digo igual: "todo aquel libro en cuya portada ponga 'novela'". O la definición por reducción al absurdo. El problema de las definiciones, el eterno combate entre nominalistas y realistas (y todos los -istas que a la batalla sumarse quieran y puedan). Quizá el problema de la definición, volviendo al tema, del cómic como "arte", sea que muchas veces vemos a la persona detrás de la postura, "y eso lo explica todo". En otras palabras: que por el interés te quiero Andrés. Que los tebeos ya no se venden apenas en quioscos, y la chavalada ya hace algún tiempo que prefiere pasar el tiempo en otros entretenimientos. Que el target que nos queda es el de los señores y señoras curtiditos y lectores genéricos. Y de ahí sale lo de la tan traída y llevada "novela gráfica". Que le pones a unas grapas un lomo y voilà. Y sí, a día de hoy hay un cierto número de damas y caballeros que quizá, en tiempos, se hubieran contentado con hacer sus tropecientas páginas al mes de tebeos de producción masiva, destinados a criaturas imberbes, y a por el cheque, y hoy en día, en cambio, se pasan varios años -en ciertos casos- "investigando" para "crear" "novelas gráficas", serias, profundas, adultas, artísticas. Esos mismos, y su coro griego, que reivindican que, señores, el cómic ES Arte. Ciertos comics, al menos. Los que hacemos nosotros, nuestros amigos o cuñados, por ejemplo.
Pero no me vayan a pensar que todo es interés. Que hay mucho fan default. Y que ya nos tienen la moto vendida. Por más que a veces te surjan dudas. A mí me pasa a veces con los guionistas, en general. Disculpen la fantasmada, pero no he leído un sólo cómic en toda mi vida, y creo que he leído, pues muchísimos, cuya cualidad literaria esté siquiera un poco a la altura de un Proust. Y vale, es un ejemplo extremo. Pero es que a alguien tan celebrado como Alan Moore, por decir uno, me lo pones sin dibujitos y se me cae de las manos. "¡Es que esa es la cuestión: son medios diferentes, con lenguajes diferentes, y no pueden ser equiparados!", me gritan desde el gallinero. Concedo. Moore gana mucho con dibujitos, sí. You win.
Porque, además, en realidad yo creo sí que hay autores de cómic que son creadores cuyos logros están a la altura, y salvando las diferencias que la propia diferencia de medios obliga a establecer, de los grandes artistas de otros ámbitos. Herriman, por ejemplo. Más recientes: Jim Woodring, Moebius, Charles Burns. Pero creo que, en realidad, son pocos. Menos de los que parece haber.
Pero diciendo lo anterior me meto en el jardín que quería evitar. O en el que quería terminar dándome la torta, no sé. Es todo muy complicado, saben, y ya está bien de divagar.
Visto enNo me chilles que no tebeo La cosa no viene de ahora, ya saben. Theodor W. Adorno pensaba que, quien confundiera al jazz -que, en un momento dado, podía utilizar un mismo o mismos recursos formales- con la música "seria" de vanguardia, habría "capitulado ante la barbarie". En España tuvimos a nuestro Ortega y Gasset, cuyas ideas sobre la "aristocracia del espíritu" son bien conocidas. Incluso ahora, Vargas Llosa parece apuntar más o menos en esa línea. Y me disculpen el namedropping.
A priori, de todos modos, parecería una soberana tontería contestar la pregunta que hacíamos al principio con un "sí" o un "no". Más que nada porque no creo que ninguno de los defensores de que, digamos, la pintura o la arquitectura "son" arte lo harían así, en bloque: en todo caso, algunas pinturas, algunas obras arquitectónicas son -o no son- arte. Y aquí es donde la liamos. Porque, a ver, si decimos que el cómic, en general, no puede ser arte, pues abrimos una discusión vaga y casi metafísica, pero si decimos que es arte, entonces o decimos que cualquier cómic lo es -lo que parece absurdo y, como en el caso de la pintura o la escultura, dudo que mucha gente vaya a defender eso-, o que algunos comics son arte. Y si algunos y sólo algunos comics lo son, entramos en el problema de los criterios estéticos que, pues menudo problema. Que si el gusto. Que si la objetividad. Que si los criterios formales. Que si la perspectiva histórica. Que si el fantasma, el suplemento, el aura, qué sé yo. Bienvenidos al terreno de la libertad de expresión, magnificado por las herramientas de la sociedad de la información, y a la confusión absoluta.
Supongo que a mucha gente la cosa le da más o menos lo mismo. Porque si vamos al cine solemos conformarnos -y no es poco- con que las películas sean entretenidas. Si leemos un tebeo, pues igual. Tampoco es cuestión de buscarle tres pies al gato, si te ha gustado la cosa, pues ¿qué más da si puedes llamarlo o no arte? Esa es una cuestión que, en todo caso, interesa a ciertos "diletantes, filisteos", lo que hoy probablemente llamaríamos "gafapastas" de a pie. Y sí, a unos señores muy serios y encorbatados que viven, cual aldea gala, en ciertos reductos inconquistados, pero aislados del resto del mundo, llamados universidades. Lo que les debe de quedar: poco. Para pitoniso, yo.
Recuerdo una definición que alguien dio sobre lo que es una "novela", aunque ignoro la fuente, pero la digo igual: "todo aquel libro en cuya portada ponga 'novela'". O la definición por reducción al absurdo. El problema de las definiciones, el eterno combate entre nominalistas y realistas (y todos los -istas que a la batalla sumarse quieran y puedan). Quizá el problema de la definición, volviendo al tema, del cómic como "arte", sea que muchas veces vemos a la persona detrás de la postura, "y eso lo explica todo". En otras palabras: que por el interés te quiero Andrés. Que los tebeos ya no se venden apenas en quioscos, y la chavalada ya hace algún tiempo que prefiere pasar el tiempo en otros entretenimientos. Que el target que nos queda es el de los señores y señoras curtiditos y lectores genéricos. Y de ahí sale lo de la tan traída y llevada "novela gráfica". Que le pones a unas grapas un lomo y voilà. Y sí, a día de hoy hay un cierto número de damas y caballeros que quizá, en tiempos, se hubieran contentado con hacer sus tropecientas páginas al mes de tebeos de producción masiva, destinados a criaturas imberbes, y a por el cheque, y hoy en día, en cambio, se pasan varios años -en ciertos casos- "investigando" para "crear" "novelas gráficas", serias, profundas, adultas, artísticas. Esos mismos, y su coro griego, que reivindican que, señores, el cómic ES Arte. Ciertos comics, al menos. Los que hacemos nosotros, nuestros amigos o cuñados, por ejemplo.
Pero no me vayan a pensar que todo es interés. Que hay mucho fan default. Y que ya nos tienen la moto vendida. Por más que a veces te surjan dudas. A mí me pasa a veces con los guionistas, en general. Disculpen la fantasmada, pero no he leído un sólo cómic en toda mi vida, y creo que he leído, pues muchísimos, cuya cualidad literaria esté siquiera un poco a la altura de un Proust. Y vale, es un ejemplo extremo. Pero es que a alguien tan celebrado como Alan Moore, por decir uno, me lo pones sin dibujitos y se me cae de las manos. "¡Es que esa es la cuestión: son medios diferentes, con lenguajes diferentes, y no pueden ser equiparados!", me gritan desde el gallinero. Concedo. Moore gana mucho con dibujitos, sí. You win.
Porque, además, en realidad yo creo sí que hay autores de cómic que son creadores cuyos logros están a la altura, y salvando las diferencias que la propia diferencia de medios obliga a establecer, de los grandes artistas de otros ámbitos. Herriman, por ejemplo. Más recientes: Jim Woodring, Moebius, Charles Burns. Pero creo que, en realidad, son pocos. Menos de los que parece haber.
Pero diciendo lo anterior me meto en el jardín que quería evitar. O en el que quería terminar dándome la torta, no sé. Es todo muy complicado, saben, y ya está bien de divagar.
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