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Daniel Ausente
Daniel Ausente. Negro Alfa.

Retrato de Irene Schulz.
Perico divulgador de las artes populares, buen lector ungido en
centinela de nuestros más sofisticados referentes culturales desde el templo de la sabiduría y observador atento de sus infiltraciones en la realidad, Daniel Ausente acaba de publicar Black Super Power,
un magnífico ensayo, complementario a los cientos que tratan el aspecto
político de la normalización racial y su lucha, que trata la
construcción del héroe negro en el cómic, el cine y la literatura.
Desde los campos de algodón a la Casablanca, desde los tiempos del Ku Klux Klan a los de las Race Riots, Black Super Power
viene a contarnos que la gallardía y la dignidad negra han tenido su
representación más colorista y rotunda en la novela de pulpa, en las
noches rojas de Harlem o en los tebeos de la Marvel.
Vice: ¿Cómo llegas tú a lo negro, qué es esta obsesión?
Daniel Ausente: Pues la verdad es que no lo tengo muy
claro. Entiendo la fascinación que un blanquito norteamericano puede
sentir al ver el poderío de los negratas del ghetto, pero cuando yo era
joven aquí no había negros. De peque me causó mucha impresión Jim Kelly,
que acompañaba a Bruce Lee en Operación Dragón, y un tebeo con
el origen de Luke Cage; y aunque mi educación musical parte del punk,
después siempre anoto el soul, que descubrí más tarde con la peli de los
Blues Brothers. Lo mío con lo negro fue un interés inconsciente, que
creció sin que me diera cuenta. Un día, leyendo en el Ruta 66 una serie de artículos de Jaime Gonzalo
sobre el Black Power, pensé que sería interesante cruzar esa
información con los héroes negros del cine y los tebeos, que al fin y al
cabo nacieron en la misma época.
Atendiendo a las historias que cuentas en el libro, con personajes que se decoloran por entregas o que se erradican de un plumazo,
lo que sí parece claro es que toda observación detenida de la cultura
pop norteamericana acaba desembocando siempre en la carcajada.
Pues sí, aunque no tengo muy claro si es que son unos cachondos o son
gente muy inocente y nosotros los analizamos desde la distancia con
cinismo y envidia, porque está claro que la cultura pop por excelencia
es la norteamericana. Lo terrible es que resulta más fácil hablar de
tebeos de negros y trazar vínculos con la realidad sociopolítica
norteamericana que hacer algo parecido con nuestra cultura popular.
¿Crees que tal vez envidiamos la idea de una raza segregada que tuvo razones para la revuelta?
Hombre, yo creo que a los negros los envidiamos por otras cosas. Pero
si nos ponemos católicos, está claro que el verdadero héroe se forja en
el sacrificio y el dolor, y ahí los negros nos ganan por goleada; el
héroe auténtico sale del pueblo, emerge de las clases populares, aunque
luego como justiciero acostumbra a actuar de manera dudosa y
reaccionaria. O quizá sea por ese mismo origen.
Antes del jazz, cuentas que los primeros negros celebrados fueron deportistas.
Los primeros tebeos con negros en la portada eran biografías de
deportistas; pero en la era del jazz no es que fueran precisamente
celebrados, había deportistas negros famosos, pero eran muy odiados. En
esa época el deporte estaba segregado y no se juntaba a negros con
blancos. En el boxeo, por ejemplo, ponían muchos reparos. En el libro
hablo de Jack Johnson, campeón mundial de los pesos pesados en 1908 y
víctima de un brutal acoso racista, entre otras cosas porque se casó
tres veces, y las tres con mujeres blancas. Ese fue su punto débil,
porque las autoridades aprovecharon que una gira le llevó a un Estado
donde el sexo interracial era delito para irrumpir en el hotel donde
estaba con su novia y detenerle. Tuvo que huir de los Estados Unidos
convertido en un deportista de élite pero sin patria, incluso pasó una
temporada viviendo en Barcelona. Se dice que pactó perder el título a
cambio de poder regresar a su país.

Luke Cage, el ghetto y el camino de la droga.
Desde la ficción, acabarán siendo escritores exiliados como
Chester Himes quienes labren la normalización, precisamente llevando a
la extenuación los arquetipos.
Los primeros héroes negros aparecen tímidamente en los paperbacks, las
novelas de bolsillo, en especial del género policíaco. Ahí también es
muy importante el hecho de que los negros norteamericanos también se
fueron a hacer las guerras mundiales. Algunos regresaron convertidos en
héroes de guerra y se tenían que acomodar de nuevo a una sociedad
segregada. Supongo que los escritores de género a granel se dieron
cuenta de que ahí había mucho potencial para un personaje: el detective
negro, el único que puede llegar hasta el fondo del asunto en el cerrado
mundo de los negros. Y luego está Chester Himes, que es la bomba.
Chester Himes se inventó el ghetto que hoy vemos en las películas. Lo
curioso es que el éxito le llegó de Francia, no de su país. Eso pasaba
mucho. Los gabachos también tienen parte de culpa en esto de la cultura
pop.
En Europa seguimos viviendo los procesos recurrentes
contra Tintín en el congo, o la reciente transfiguración de la mascota
de los conguitos, de guerrero zulú a pequeña boñiga maña. Se alimenta la
idea de que erradicando la memoria se acabará la rabia, pero en el
libro apuntas muy bien que esa es una actitud errónea.
Totalmente. No entiendo al negro que puso la demanda contra Tintín.
Esos estereotipos raciales a quienes dejan en mal lugar es a nosotros y
esconderlos bajo la alfombra acabará generando la idea de que nunca
existió un sistema social basado en la supremacía blanca. Alguien tan
poco sospechoso como el director Spike Lee lo explicaba muy bien en una
película llamada Bamboozled. Porque al fin y al cabo se cambió
el estereotipo del negro tonto por uno peor, el del negro cabreado.
Estados Unidos lleva décadas sometido mediáticamente al terror del negro
delincuente. En el libro pretendo algo en apariencia contradictorio:
reivindicar al héroe negro con admiración haciendo uso de la
incorrección política.
Prestas una atención muy especial al cómic. En los 60, Pantera
Negra, el primer superhéroe negro, combate a los nazis junto al Capitán
América mientras en la calle los auténticos Panteras Negras inculcan a
sus hermanos el no a la guerra…
Los tebeos de superhéroes se los inventaron los judíos norteamericanos,
así que se tenía que combatir a los nazis por cojones. Y luego está el
hecho de que los tebeos de esa época, por muy mal que nos sepa, están
dentro del sistema y el mensaje del no a la guerra del Vietnam era
antisistema. También es cierto que a la industria del tebeo, que en los
50 era una cosa muy loca, la metieron en el sistema a la fuerza, con un
código de censura muy duro.
Y luego llega la blaxploitation: cine para negros financiado por judíos.
Al final va a ser que la cultura pop norteamericana que tanto nos
fascina es en realidad cultura pop de judíos norteamericanos. Justo
cuando Hollywood se estaba liberando del paternalismo ridículo del
Código Hays, un par de películas (Sweet Sweetback's Baadasssss Song y Cotton Comes to Harlem)
descubrieron que había un público negro potencial deseoso de sus
propios héroes, muy incorrectos, además. Fue una moda fugaz. Al
principio se preocupaban y ponían directores negros, pero luego la serie
“b” y la explotación se lo comió todo con su locura habitual.
Tu libro trae datos que a veces olvidamos, como que Shaft no nació en el cine sino en la literatura.

¿Qué títulos son imprescindibles para acercarse a ese cine?
Sweet Sweetback's Baadasssss Song era una cosa muy
contracultural; hoy sorprende porque no te imaginas que el fenómeno
naciera con algo tan experimental. Luego está Super Fly, que es
la hostia, porque el héroe es un camello de farlopa. Eso levantó muchas
protestas entre la población negra de clase media, la que aspira a ser
como los blancos. También recomendaría Coffy y Foxy Brown,
las dos pelis de Pam Grier dirigidas por Jack Hill. Explotación pura y
dura, divertidísima y llena de incorrección y bajos instintos. Hoy no
podrían hacerse porque ahora la cosa está muy mal. En el cine de
entretenimiento actual ya no hay violaciones, drogas ni venganzas
sangrientas.
Es que vivimos en la era Obama, cuya llegada fue celebrada como
la del Anticristo y como tal se ha revelado. ¡Habemus supervillano
negro! ¿Está la segregación, por tanto, superada? ¿Cuál ha de ser la
progresión?
Pues la verdad es que no lo sé. Está claro que el macho y la hembra
alfa son negros, así que te diría que el futuro es negro. El problema es
que aquí, en España, tal y como están las cosas, lo que quieren es
convertirnos en chinos, haciendo trabajos de chinos y cobrando sueldos
de chinos. Así que, sí, el futuro es negro, mucho más negro todavía.
(Black Super Power está contenido en el cofre Black Pulp Box, una exquisita edición de Aristas Martínez
que contiene también un álbum de historietas, un antología de relatos,
un fanzine en llamas y un par de novelas de bolsillo. Más de novecientas
páginas de furia latina donde casi un centenar de autores tributa su
talento a la supremacía negra. Puede y debe adquirirse AQUÍ.)

El negrito que quería ser blanco. Editorial Molino, 1945.
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